Oculta entre dos mundos

Capitulo 14

Kurosh

 

Fue abrumador, casi insoportable. Estaba gimiendo con cada toque despiadado de mi boca mientras sus piernas se envolvían alrededor de mi cuello.

—Sabes tan bien. —El hambre en mi voz la hizo temblar, reavivando un impulso instintivo de huir, de luchar a pesar de lo bien que se sentía. Se retorcía en mi agarre, tratando en vano de escapar de mi boca. Me reí de ella y cambié sin esfuerzo para sostenerla con sólo un brazo alrededor de su cintura, para poder mover el otro entre sus piernas y masajear su clítoris con mis dedos.

—No hay escapatoria, princesa. —Luego mi boca volvió a trabajar. Muy pronto, el movimiento voluntario fue imposible. Mis dedos trabajaron su clítoris y mi lengua empuje dentro de ella. Jadeo, moviéndose mientras yo acariciaba dentro de Ilana.

—Kurosh... Kurosh por favor...—Sus palabras se ahogaron con un jadeo, y frote más rápido. Gimió y retire la lengua solo para hundirla de nuevo. Todo su cuerpo comenzó a tensarse, luego tembló.

—Voy a hacerte venir, Ilana, —gruñí.

—Y quiero que sigas rogando por mí.

Su orgasmo era inminente, corriendo hacia ella a una velocidad imparable. Le tapé la boca con las manos, ahogando sus gritos de “por favor, por favor, por favor”, mientras su placer se convertía en una tortura bajo mi lengua.

Su clítoris latía bajo mis dedos, y mi lengua fue tan profunda que su vagina espasmódica se apretó alrededor de mí. Sus dedos de los pies se curvaron en, sus gritos se ahogaron en su garganta y todo lo que pudo hacer fue tratar de respirar y de alguna manera evitar que su alma abandonara su cuerpo.

—Qué buena chica. —La baje y se quedó mareada en la habitación, con los ojos desenfocados. En un borrón, Me limpié las gotas de sus jugos de la barbilla y se lamí los dedos para limpiarlos.

Luego se paró sobre ella, desabotonándome los jeans y deslizándose por mí cremallera. Me quite los bóxeres negros y con la vista de mi pene duro disipó todas las dudas. Lo agarró en mi mano, escupí en el eje y acarició mientras le mostraba los dientes luego de haberme puesto el condón.

Con una risa oscura, susurre: —Intenta correr.

Me encantaba su lucha. Estaba desatando mis deseos más oscuros uno por uno. Me sentí lento y drogado de placer, pero aun así trato de levantarse, como si realmente pudiera escapar. Se arrastro unos pocos centímetros antes de que le agarrara y la inmovilizara.

—Patético. —Mis dientes mordieron su oreja mientras susurraba. Presionó su cabeza contra la almohada mi palma caliente en su mejilla, y con mi otra mano levante sus caderas para levantar su trasero, listo para mí.

—¿Lo quieres, Ilana? —Mi voz era una caricia, tan oscura y peligrosa como el roce de las escamas de una serpiente. Mi pene se movió sobre ella, resbaladiza por mi excitación. —¿Quieres que destroce tu pequeño sexo?

—Sí, —su respuesta fue un gemido, tenso por la anticipación y el temblor. —Sí, por favor...

Mi cabeza estriada presionó contra su entrada, luego adentro, cada centímetro estirándose con fuerza a su alrededor. Me incline sobre ella y arrastre mis uñas por su espalda mientras comenzaba a empujar. Cuando dije que la destrozaría, carajo, lo decía en serio. El dolor y el estiramiento mientras la follaba la hubieran tenido luchando por mantener su posición si yo no la hubiera mantenido en su lugar.

Inclinada, cara contra la cama, caderas sostenidas en su lugar por mis manos de las que sabía que no había escapatoria, aunque estaba absolutamente goteando por ello.

Gimiendo con cada embestida, en algún lugar entre las palabras y los gritos animales. La había follado todo lo humano y la había dejado solo un juguete tembloroso y necesitado para que yo lo usara.

—¿Cómo se siente, princesa? —Mis dedos se enredaron en su cabello, uñas rascando su cuero cabelludo. —Usa tu voz, vamos ahora. ¿O puedes siquiera hablar más?

—Tan bien, duele tan bien. —Su lengua tropezó con esas palabras. Su lenguaje era demasiado difícil. Su mente se hundía rápidamente en un espacio de oscuridad ardiente y sofocante, pero estaba perfectamente feliz de asfixiarla allí, feliz de ahogarla en el éxtasis. —Arqueo la espalda, inclinándose hacia mí a pesar del dolor.

La sensación de su vagina era diferente a todo lo que había experimentado, surcada e hinchada donde ningún hombre podría estar, de modo que cada embestida era impactante.

—Este podría ser el destino de tu alma.

—Me reí sádicamente. —Todo lo que necesitas es una simple ganga, y tú eres mía. Mía para usar y dar placer como quiera. Mía para marcar, mía para herir.

—Me presione con fuerza, tan fuerte que su gemido fue casi un sollozo. El dolor hizo que el placer fuera mucho más dulce.

Conduje hacia Ilana con golpes largos y constantes. No quería nada más que tener mi semen dentro de ella, llenándola, pero esa consciente de que un embarazo ahora seria estúpido.

—Kurosh... da... dame...—No puede pronunciar las palabras. Se sintió demasiado bien. La levante, así que estábamos en cuatro, le agarre la cara y le apretó las mejillas.

—¿Qué fue eso? —gruñí. —Habla, Ilana, no puedo escucharte.

—Quiero... todo de ti...

Apreté más fuerte, forzando su boca a abrir. Deslizó dos dedos dentro, su lengua. Su boca se vio obligada a permanecer abierta, salivando mientras yo presionaba su lengua. Se había hecho un desastre en todos los sentidos, y solo pudo gritar cuando mi ritmo se aceleró y, de repente, sentí su vagina apretarse dentro de ella.

—Dilo de nuevo, —dije, por encima de su espalda. Su voz en su oído parecía reverberar dentro de su cabeza y cantar dentro de mi propia sangre. —Ruega por esto. Ruega por lo que quieres.

No podía formar palabras con mis dedos en su boca, pero eso no le impidió intentarlo. Y fue entonces cuando se dio cuenta mientras se arrodillaba allí balbuceando inútilmente, la baba corriendo por su barbilla, prácticamente sollozando de placer.



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En el texto hay: romace, secretos, magia

Editado: 31.03.2024

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