Kurosh
El silencio que siguió a las palabras de Caleb fue denso, cargado de una tensión palpable. Asmodeus, que había aparecido justo a tiempo en el infierno, ahora estaba con nosotros en la casa, su presencia imponente llenando el espacio. A su lado, otros camaradas, rostros serios y decididos, esperaban mis órdenes.
—Agradezco tu apoyo, Caleb —dije finalmente, tratando de aligerar el ambiente—. Sé que no es fácil asimilar todo esto, pero tenerte a bordo es crucial.
Caleb asintió con un movimiento brusco de cabeza, sus ojos aún reflejando la preocupación por Ilana.
—Solo no la pongas en más peligro, Kurosh. Recuerda quién es mi hermana.
—Lo sé, y es precisamente por eso que tengo un plan —respondí, sintiéndome un poco más seguro con su apoyo incondicional, aunque amenazante—. Asmodeus ha compartido información valiosa sobre el ritual y el aquelarre que lo llevará a cabo.
Asmodeus dio un paso adelante, su mirada intensa recorriendo a todos los presentes.
—El ritual se llevará a cabo en la noche de Samhain, el treinta y uno de octubre. La energía mágica en esa fecha alcanza su punto álgido, lo que facilitará el regreso de Lilyth. El lugar exacto es un antiguo círculo de piedras en las afueras de Salem, un lugar cargado de historia oscura y magia ancestral.
Un murmullo recorrió la habitación. Salem... un nombre que evocaba imágenes de juicios injustos y poder oculto.
—Zahara está involucrada, por supuesto —continuó Asmodeus con un tono de disgusto—. Su ambición por el poder la ciega. Lucifer también mostró interés, lo cual complica aún más las cosas. Su presencia sugiere que hay más en juego de lo que pensábamos inicialmente.
—¿Qué papel juega Lucifer en todo esto? —preguntó uno de nuestros camaradas, un hechicero experimentado llamado Elías.
—Aún no lo sabemos con certeza —admitió Asmodeus—. Pero su interés en Lilyth y en Ilana es inquietante. No es alguien que mueva ficha sin tener un objetivo claro y ambicioso.
Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. La idea de enfrentarnos no solo a un aquelarre de demonios y hechiceros, sino también al mismísimo Lucifer, era aterradora. Sin embargo, la imagen de Ilana, vulnerable y prisionera, me daba la fuerza para seguir adelante.
—Necesitamos un plan detallado —dije, mi voz firme a pesar de la incertidumbre que sentía—. No podemos irrumpir en Salem sin saber a qué nos enfrentamos. Asmodeus, tú conoces las defensas y los posibles aliados o enemigos que encontraremos allí.
Asmodeus asintió.
—Salem está protegido por poderosos sellos mágicos y custodiado por demonios leales a Lilyth. El aquelarre estará formado por hechiceros oscuros y súcubos, liderados probablemente por Zahara. Lucifer... su presencia es la variable más peligrosa. Podría estar allí para apoyar el ritual, para sabotearlo o para aprovechar el caos para sus propios fines.
—¿Tenemos algún aliado en el infierno que pueda ayudarnos? —preguntó Caleb, su tono esperanzado.
—Dumah está de nuestro lado —respondió Asmodeus—. Su lealtad a Ilana y su aversión por Lilyth lo motivan. Podría proporcionarnos información y tal vez incluso alguna ayuda discreta desde dentro.
—Bien —dije, sintiendo cómo la determinación crecía en mi interior—. Necesitamos un equipo de asalto. Caleb, Elías, ustedes vendrán conmigo. Necesitamos fuerza bruta y conocimiento mágico. Asmodeus, tú serás nuestro guía y apoyo estratégico. Los demás, se encargarán de la retaguardia y de cualquier posible contingencia en este mundo.
Hubo un asentimiento general. La tensión en la habitación comenzaba a disiparse, reemplazada por un espíritu de lucha y camaradería.
—El tiempo apremia —añadí—. Samhain está a la vuelta de la esquina. Necesitamos reunir toda la información posible, preparar nuestras defensas y planificar nuestra estrategia al detalle. Ilana cuenta con nosotros. No podemos fallarle.
Miré a Caleb, cuyo rostro aún mostraba preocupación, pero también una determinación feroz. Sabía que rescatar a Ilana no sería fácil, pero con la ayuda de mis amigos y el poder de Asmodeus, teníamos una oportunidad. No permitiría que se convirtiera en un sacrificio para traer de vuelta a una antigua demonio sedienta de poder. Lucharíamos hasta el final por ella.
La planificación se extendió durante los siguientes días, cada hora dedicada a analizar la información proporcionada por Asmodeus y a anticipar cada posible escenario. El círculo de piedras en Salem, según los relatos antiguos, era un nexo de energías oscuras, un lugar donde el velo entre los mundos se volvía peligrosamente delgado. Los sellos mágicos que lo protegían eran intrincados y poderosos, diseñados para mantener a raya cualquier intruso y amplificar la energía del ritual.
Asmodeus nos explicó la disposición de las defensas, los posibles puntos débiles y los caminos ocultos que podríamos intentar utilizar. El aquelarre, nos dijo, estaría compuesto por una mezcla de demonios menores leales a Lilyth y hechiceros que buscaban poder a través de su regreso. Zahara, con su astucia y sed de venganza, probablemente jugaría un papel central en la ceremonia.
La presencia de Lucifer seguía siendo la mayor incógnita. Sus motivos eran opacos, y su poder superaba con creces el de cualquiera de nosotros individualmente. La posibilidad de que interviniera directamente nos obligaba a ser extremadamente cautelosos.
Mientras Asmodeus se encargaba de recabar más información a través de sus contactos en el infierno y Dumah nos enviaba fragmentos de inteligencia desde el interior del reino de la lujuria, Caleb, Elías y yo nos concentrábamos en prepararnos para el enfrentamiento. Practicamos hechizos de combate, reforzamos nuestras defensas mágicas y coordinamos nuestras tácticas de ataque. La tensión era palpable, pero también había una sensación de propósito compartido que nos unía.
Una noche, mientras revisábamos mapas antiguos de Salem en la biblioteca de la casa, Caleb se detuvo, su dedo señalando un símbolo grabado en el margen de un pergamino.