Capítulo 14
Luca
Abro los ojos que me pesan bastante, deseando que todo esto sea un mal sueño. Me siento en la cama y veo la carta, que aún no la he abierto, no me siento preparado para leerla así que decido ignorarla.
Me levanto dirigiéndome a la cocina, observo la hora, es bastante tarde.
La cocina se siente tan vacía, trato de no pensar tanto en eso y me dispongo a prepararme unos huevos revueltos para el desayuno-almuerzo.
Recuerdo lo que Melissa repetía cada día antes de irme – Cuidado al salir – decía pasándome el casco.
¿Ahora quien lo hará?
Me siento a comer lo que había preparado con un jugo de naranja, mi mirada se pierde en la pared pintado de marrón claro, cuando llegó recién Meli decía que este color era más tranquilo que el granate que estaba antes y tenía razón, no solo es tranquillo, sino que también transmite paz.
Pero yo que iba a saber de colores si antes vivía sólo, como ahora nuevamente.
El timbre me saca de mis pensamientos y me dirijo a ver quién es. No esperaba a nadie, abro y veo a Derek con una sonrisa de boca cerrada.
– Pasa – hablo sin ganas.
– He traído algo de comer – dice dándome un golpe en el hombro.
– Yo había comid… – él me interrumpe antes de terminar.
– No te preocupes que de seguro en breve llegan los demás – exclama acomodando las cajas de pizzas en la mesita de la sala.
Voy a traer mi jugo y cuando voy hacia la cocina, tocan nuevamente el timbre.
– Yo voy – avisa dirigiéndose con prisa a la puerta.
Veo entrar a Sandy y a Joshua con más comida, ya no voy a tener que cocinar al menos por dos semanas. No me sorprende ver aquí a Josh, en tan poco tiempo nos hicimos buenos y entramos en confianza al instante, es de esas personas que, al conocerlos, te dan seguridad y ahora lo está demostrando con su apoyo. De verdad que tengo unos amigos muy buenos.
No veo a Emily, no sé porque tenía la vaga esperanza de que iba a estar aquí, sabiendo que ella estaría trabajando.
Abren las cajas de pizzas tomando un trozo cada uno, yo sólo miro la televisión, cuando de repente escucho mi móvil sonar, lo había dejado en la habitación.
– Ya vuelvo – exclamo y me levanto en busca de mi móvil.
Sigue sonando, pero no sé de dónde proviene el sonido.
Busco en el estante, nada.
En los cajones, nada.
Debajo de la cama…
¡Ahí está!
¿Cómo paró aquí?
Veo que es Emily, pero no logro contestar porque se me apaga, quedando sin carga, de inmediato lo pongo a cargar.
Acostumbrarme nuevamente a esto será muy difícil. Las mañanas ya no estarán llenas de risas mientras desayunábamos y las locas anécdotas de Meli ya no las escuchare, a veces creía que las inventaba y daba igual porque me alegraba oírlas. Su risa tan peculiar y contagiosa ya no estarán inundando mis oídos cada vez que llego del trabajo.
– Oye ¿No vas a bajar? – grita Derek desde la sala. – Voy – empiezo a bajar las escaleras y no me hago la idea de vivir sin ella en esta gran casa.
Creo que lo mejor es que me tome un tiempo para mí, necesito analizar todo lo que me está pasando…
Necesito estar solo.
Es un poco egoísta de mi parte, pero es lo siempre hago cuando necesito un tiempo.