Capítulo 15
1 (un) mes después…
Emily
Un mes exactamente ha pasado de la muerte de Meli, todo fue tan repentino, me encuentro tomando los pedidos, hay muchas más personas que de lo normal y eso es agotador.
Es increíble como sigo aguantando trabajar medio tiempo y estudiar el otro momento del día que me sobra.
No sé porque siento que he sido totalmente ignorada por Luca, lo volví a llamar hace como una semana y no me atendió, ni me devolvió la llamada, pero he respetado su decisión. En estos momentos él querrá estar sólo y yo no voy a invadir su espacio.
Pero tampoco voy a negar que me preocupa, es mi amigo, es tan importante para mí que no voy a dejar que tire su vida al vacío, lo sé, ha sufrido mucho, pero no puede dejar todo en la nada.
En este mes no lo ni una vez y tampoco ha ido a la Universidad, he estado la mayor parte del tiempo con Joshua, nos hemos convertido en uña y mugre en cuestión de días.
Y Derek, pues él está cada vez más enamorado de Sandy y ella supongo que también de él, eso aparentan, pero no es suficiente con que digan que están bien cuando en sus caras se nota que no es así, no lo sé.
Tal vez este equivocada.
– ¡Emily! – exclama Erik, haciendo movimientos con sus manos enfrente de mis narices.
– Mesa 7 – avisa llevando unas de las bandejas de color plateado que está en la gran mesada con los pedidos a ser entregados a sus respectivas mesas.
¿De dónde salieron todas estas personas hoy?
– Están esperando que alguien vaya a tomar sus pedidos – dice este al salir muy apurado de la cocina.
Erik ha sido un buen compañero en estos días, él es algo simpático, pero serio a la vez, no sé cómo describirlo, lo único que sé es que me alegra todas las tardes.
Había olvidado por completo que la cafetería estaba repleta de gente, salgo rápidamente con la libretita en mano. Me acerco a la mesa en dónde se encuentran dos jóvenes, que acaban de llegar, un chico y una chica.
– Buenas tardes ¿Qué les traigo? – hablo amablemente dispuesta a tomar nota.
– A mí un café simple por favor – habla el joven que tiene una expresión neutra, totalmente opuesta a la joven que tiene la cara enrojecida.
¿Estaba llorando?
Eso no es de mi incumbencia… me respondo de inmediato.
– ¿Algo más? – indago dirigiéndome a la chica.
– Un vaso de agua está bien – dice ella colocando los codos sobre la mesa.
– En breve les traigo sus pedidos – hablo pasando a la otra mesa donde acaban de sentarse varias chicas.
– Estamos aquí para tener una seria conversación, así que por favor no hagas un escándalo – murmura el chico a la joven que tiene en frente, no tendría que estar escuchando charlas ajenas, en mi defensa diré que lo escuche porque estaba muy cerca.
– Sabes que te quiero Jony – escucho decir a la joven que se veía con un aspecto malo hace un instante.
¡Oh!
Un drama amoroso.
Me enfoco en las chicas que están en frente esperando por mí, pero para mi sorpresa ellas están mirando sin disimular a la pareja que está discutiendo a mi lado.
– Tú-no-me-quieres – le responde el muchacho remarcando cada palabra, eso hace que suene más hiriente. – Tú has estado obsesionada conmigo por más que te he dicho mil veces que no te quiero – espeta enfadado, levantándose del lugar en donde se encontraba.
– No te quiero… y eres consciente de que nunca lo voy a hacer – dice este captando la atención de todos.
Uh, eso hasta a mí me dolió…
– ¡Jonathan! – exclama la chica desde donde se encuentra sentada, él chico está por salir y la joven vuelve a hablar. – Si no estás conmigo no estarás con nadie – habla saliendo del lugar al igual que el joven, los demás se quedan murmurando y yo sólo vuelvo a tomar los pedidos con normalidad.
Entró en la cocina y veo a Erik tomando agua.
– ¿Oíste Eso? – cuestiono mirando a Erik con los ojos muy abiertos.
– Algunas personas suelen obsesionarse con el corazón equivocado – murmura él dándole un sorbo a su vaso de agua.
¡Cuánta razón tiene!
De pronto siento que me quede sin aire, trato de avanzar, pero me quedo paralizada mirando a Erik.
– Oye… – vuelve a hablar acercándose a mí. – ¿Un poco de agua? – pregunta él al ver que no reacciono.
– Estoy bien – hablo sacudiendo la cabeza.
Salgo llevando la bandeja con los pedidos dirigiéndome a la mesa de las chicas que estaban allí.
– ¡Gracias! – dicen todas a la vez y voy de inmediato a la cocina.
Lo que había dicho Erik hace eco en mi cabeza, como si lo estuviera repitiendo una y otra vez… para mí misma.
¿Y si es eso lo que me estuvo pasando todo este tiempo? A veces no nos damos cuenta de las cosas hasta que le restamos importancia y ahí parece todo tener sentido.
Agradezco a Dios que ya casi acaba mi turno.