Capítulo 29
Luca
Despierto más temprano que de costumbre, no me había dado cuenta de que hoy es sábado, me siento en la esquina de mi cama y logró visualizar el sobre que está en la mesita de madera.
No lo había abierto aún y creo que es el momento de hacerlo.
Me levanto agarrando el papel y volviendo a sentarme. Miro la parte de enfrente sonriendo por lo que dice:
Para Lucky Escrito con tinta negra.
Empiezo a leer la carta en voz baja, solo para que yo lo escuche.
Antes que nada, debo agradecer a la vida por darme la oportunidad de conocer a un joven tan especial como tú.
No olvides lo que vales mi niño, desde donde esté debo verte triunfar y ser feliz. Lucha por lo que quieres y con esto ya sabes a lo que me refiero, cuídate siempre, Lucky el mundo está lleno de injusticias y no siempre podremos luchar contra ellas.
Sólo recuerda hacer lo correcto en todo momento, algún día verás lo bueno de vivir y espero no sea tarde para ti.
Ama y déjate amar, así como yo te ame mientras estaba ahí y lo haré por siempre Luca.
Me despido así porque no hubiera soportado causar más dolor en ti.
Siempre serás el hijo que nunca tuve.
Tal vez nos encontremos más adelante mi querido Lucky.
Con amor Melissa
Levanto la cabeza mirando en la nada, pensando en lo que había escrito Meli, gastó su última agonía para dejarme esto.
– No te defraudare – exclamo como si ella estuviera aquí.
Escucho tocar la puerta y voy a ver quién viene tan temprano.
Abro y veo a Santos del otro lado.
¿Qué hace aquí?
– ¡Ey! – exclamo en modo de saludo, haciéndole un gesto para que se adentre a la sala.
– No quería venir tan temprano, pero… – comienza a hablar sin mirarme.
– ¿Pero? – repito al ver que no continua con lo que estaba diciendo.
– Ron necesita que le hagas una última entrega – exclama mirándome sin expresión alguna en su rostro.
– Sería la última, yo te lo garantizo – vuelve a decir recostándose en el sofá mirando al techo.
– Realmente quiero salir de esto – exclamo sin mirarlo.
– ¿Tú crees que yo no? – pregunta él en la misma posición en que se encontraba anteriormente.
– ¿Y por qué no lo haces? – exclamo para que confíe en mí.
– No es fácil cuando hay intereses que cuidar… – empieza a hablar, pero nuevamente escucho que tocan la puerta, ambos nos miramos y me levanto de inmediato a abrirla.
No esperaba a nadie hoy, ni siquiera esperaba a Santos, pero aquí esta…
¿No se dan cuenta que es sábado?
Abro la puerta y ahí la veo parada, con esa sonrisa que extrañaba tanto ver.
Es la última persona que esperaba ver hoy, pero me alegra verla.