Oculta Verdad

41. La cena

Capítulo 41

Emily

– Debes irte – exclama Erikson por tercera vez. Ya sé que debo irme. Nuestro turno termino hace una hora exactamente. Le conté a Erik que tenía una cena en mi casa con mi padre al cual nunca he visto, no sé cómo imaginarlo.

¿Y si tal vez ya lo he visto y hasta cruce palabras con él?

¿Ya estará en casa?

– Tranquila – habla poniendo una mano en mi pierna que lo estaba moviendo involuntariamente. – Todo saldrá bien – afirma con una sonrisa en su rostro.

Con tan solo mirar al compañero que está sentado a mi lado, siento la necesidad de tomar esto con calma.

– Si tienes que hacer algo, solo ve – exclamo, no tiene que esperar a que me vaya, ya ha hecho demasiado por mí en estos días.

– No te preocupes, si quieres te acompaño a tu casa – plantea poniéndose de pie.

Es momento...

– No hace falta, me hará bien caminar sola – expreso poniéndome en marcha. – Suerte – pronuncia Erikson levantando los pulgares hacia arriba.

– Gracias... por todo, Erik – exclamo sonriendo. Saco mis audífonos reproduciendo una canción aleatoriamente y vuelvo a casa.

Lo que me da más tristeza es que solo esta semana conviviremos en la cafetería porque ya presenté mi carta de renuncia, el gerente dejo en claro que, si quería regresar, podía hacerlo cuando quisiera, que las puertas estaban abiertas para mí. Ha sido muy gentil y justamente por eso debo al menos culminar esta semana, si fuera por mí no volvía, pero tampoco puedo ser tan desagradecida. Fueron muy amables conmigo desde el día uno y eso no lo voy a olvidar.

Y no puedo seguir en un ambiente en el cual no me siento bien, prefiero buscar otro empleo a tener que callarme las cosas que veo y no me agradan.

Sin darme cuenta estoy parada en frente de casa, un largo suspiro sale de mí y exactamente no sé qué es lo que estoy sintiendo.

Me acerco a la entrada guardando mi móvil. Mi mente viaja a varios escenarios que pueda encontrarme allá adentro, no tengo expectativas para esta cena, no quiero lastimarme, no quiero decepcionarme de algo que puede ser totalmente diferente a lo que me haya imaginado.

La puerta se abre antes de que pueda hacerlo yo, visualizo a mi madre del otro lado.

– Llevas parada ahí un buen rato ¿No vas a entrar? – habla indicándome que entre.

– Estaba por hacerlo – exclamo con una media sonrisa en el rostro.

Me adentro esperando a que mi madre haga lo mismo, la observo como si con mi mirada le estuviera preguntando si él ya está aquí.

– Ve a darte una ducha, te esperamos en la cocina – informa mi madre yéndose para allá.

"Te esperamos"

Si, ya está aquí.

Voy rápidamente a ducharme mientras pienso en lo que va a pasar allá.

Sin darle más vueltas al asunto salgo ya lista dirigiéndome a la cocina.

Al entrar una extraña sensación recorre todo mi cuerpo al verlo sentado de espaldas, mi madre levanta la mirada hacia mí, ella está a un costado con una copa de vino en sus manos y el voltea...

Busco algún recuerdo que me lleve hasta donde estoy ahora y no se me viene nada a la mente, pero estoy segura de que ya lo vi en algún otro lugar.

– Buenas noches – hablo observándolo, lleva puesta una camisa negra con unos diseños blancos en el cuello. La sensación que estoy sintiendo no lo puedo explicar.

El hombre sonríe poniéndose de pie y ahí lo recuerdo, ya se en donde lo vi y fue hace unos días.

Retrocedo unos pasos cuando lo escucho hablar. No sé cuál sea mi expresión, pero no quiero permanecer ni un segundo más aquí.

– ¿No te alegra conocer a papá? – cuestiona aun con la misma sonrisa.

Si no lo hubiera visto esa noche, tal vez la situación seria diferente, pero ahí estaba, sentado entre esas personas en el lugar del cual me estoy alejando. La cafetería. Y hay cosas que es mejor no saberlas, es este caso juraría que lo mejor era no saber quién es mi padre.

– ¿Por qué ahora? – exclamo mirándolo fijamente. Mamá y yo estamos muy bien sin él, siempre estuvimos bien.

– Quiero conocerte, saber de ti. Se que estuvo mal dejarlas, pero quiero enmendarlo – confiesa mirando a mi madre y luego a mi nuevamente.

– A mí no me interesa saber de ti, ni de las cosas que haces para cubrir las cagadas ajenas – declaro sintiendo rabia al recordar el motivo de mi renuncia.

– Ahora entiendo a qué te referías cuando decías que solo querías protegerme – vuelvo a hablar, pero esta vez solo miro a mi madre. Me dirige una triste mirada.

– Escucha... – comienza a hablar y niego con la cabeza otra vez mirando a mi madre.

– No quiero esto – afirmo levantando las manos en el aire.

Me voy.

Salgo de la cocina cruzando la sala escuchando los pasos de los que deje atrás.

Ambos pronuncian mi nombre, pero no me detengo.

Se supone que los abogados defienden a los inocentes, no tapan los delitos ajenos haciéndolos parecer inocentes.

No sé cuánto he caminado, no me traje ni un abrigo y empiezo a sentir el frio colándose por mi piel.

Definitivamente no estaba pensado en nada cuando salí de casa.

Sigo caminado hasta llegar en frente de un restaurante, el sonido de mi móvil me sobresalta, no sabía que lo tenía conmigo.

¿Luca?

– ¿Sí? – hablo al no oír nada del otro lado.

– ¿Puedes...? – sonríe. – ¿Venir a buscarme? – pronuncia lentamente cada palabra.

– Creo que, estoy un poco borracho – exclama esta vez carcajeando.

– ¿Dónde estás? – me colgó. Vuelvo a marcarlo, pero no atiende.

Al instante me llega un mensaje de Sandy.

Derek me llamo ¿Están juntos?

Respondo tecleando rápidamente.

No, estará con Luca, porque también me llamo y no lo entendí bien.

La palomita azul marca al instante indicándome que ya leyó mi mensaje.




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