Oculta Verdad

42. El día siguiente

Capítulo 42

Luca

Me muevo sintiendo un fuerte dolor en el cuello.

¿Qué le paso al colchón?

Abro los ojos y el dolor de cabeza se hace presente, lo malo de tomar demasiado es la resaca del día siguiente. Me froto los ojos dándome cuenta de que no estoy en mi cama...

¿Estoy en el sofá?

No recuerdo como llegue aquí, lo último que veo en mi mente es la imagen de Derek enfrente de la barra del bar, luego todo es borroso.

Otra imagen viene a mí.

"Oye, definitivamente estoy soñando"

¿Yo dije eso?

¿Ella me trajo?

Sonrío como un idiota buscando mis llaves y mi móvil, las 8 de la mañana...

¿Dónde deje mis llaves?

¿Cómo se supone que entre sin llaves?

– Buenos días – habla Emily saliendo de la cocina con una taza de café en sus manos. – ¿Qué tal ese sofá? – indaga sentándose en el otro sofá.

– Duro – exclamo. – ¿Dormiste ahí? – cuestiono señalado el lugar en donde se encuentra. Asiente soplando el humo que sale de su taza.

– No recuerdo como llegue – afirmo colocando mis codos en la rodilla. – ¿En serio no recuerdas nada? – comenta aguantándose una risa. La miro con las cejas arrugadas negando con la cabeza.

– Bruno te cargo hasta aquí y tus llaves están en la cocina – exclama mirándome con burla.

Entonces ella no me trajo.

¿Por qué se quedó si Bruno me dejo aquí?

– Tú me llamaste – sonríe.

¿Qué yo hice qué...?

No es cierto.

– ¿Y te quedaste a cuidarme? – exclamo divertido, levantándome a buscar una botella de agua.

Tengo mucha sed.

No dice nada, saco la botella y me lo bebo como si mi vida dependiera del agua. Vuelvo a sentarme en donde estaba anteriormente esperando a que diga algo.

– No quería volver a casa – pronuncia mirando un punto fijo en su humeante bebida.

– ¿Por qué? ¿Qué paso? – indago sin dejar de mirarla. Ella levanta la vista. – Yo... conocí a mi padre – murmura bajando su taza en la mesita que está en frente. Me paso a su lado quedándome muy cerca de ella.

– ¿Quién es? ¿Cómo es? – espeto con cierta alegría. Su expresión es todo lo contrario a la mía.

– ¿No estas feliz de saber quién es? – cuestiono tomando un poco más del agua que tengo en la mano. El dolor de cabeza ya no es tan fuerte como cuando desperté, ahora lo que me intriga es saber quién es el padre de Emily.

– No, a veces estamos mejor sin saber ciertas cosas – una leve sonrisa se dibuja en su rostro. No entiendo muy bien a que se refiere, pero tampoco quiero presionarla para que me lo cuente.

Su móvil suena interrumpiendo el momento, estoy a su lado así que puedo ver quién es. Es su madre.

No atiende...

Arqueo una ceja y antes de preguntarle porque no le atendió, me mira y habla. – Ella sabe que estoy aquí – se levanta llevando su taza a la cocina.

Ahora recuerdo que Bruno paso por nosotros, Derek estará peor que yo.

Emily vuelve entrecerrando los ojos.

– ¿No te vas a dar una ducha? – exclama. – ¿No te vas a ir? – respondo con otra pregunta levantándome para ir a mi habitación.

– No me voy a ir – asegura cruzándose de brazos. Subo corriendo, metiéndome al baño, ese poder sobre mí solo la tiene ella.

En menos de 10 minutos bajo ya duchado.

– ¡Vamos! – exclama en el mismo lugar en donde estaba cuando me fui.

– ¿A dónde? – cuestiono terminando de bajar las escaleras.

Esta situación me parece muy divertida, hace apenas unos días estaba a punto de hablarle de mis sentimientos y ahora estamos muy bien sin tocar ese tema.

Estoy muriendo de hambre.

– No protestes y ven – habla con mis llaves en sus manos lanzándolo en aire hacia donde me encuentro. – Ok... – exclamo agarrando las llaves.

Salgo atrás de Emily poniéndole seguro a la puerta.

Miro hacia el garaje y no está la moto. – Caminaremos – menciona adelantándose.

– ¿Qué estas planeando? – indago observando que una gran tormenta se avecina...

No pasaron ni 2 minutos y empiezan a caer rápidamente las gotas de lluvia, empapando la acera y juntándose unos charcos de agua al costado del camino.

Emily sonríe disfrutando de la lluvia sin importarle el resfriado que va a tener después, me saco la chaqueta que tenía puesta y me acerco a ella.

– Póntelo – ordeno cubriéndola con mi abrigo. – No voy a dejar que te mojes solo, ven aquí – habla poniendo encima de ambos la chaqueta como una especie de paragua.

Seguimos caminando, la lluvia ha cesado, pero sigue cayendo unas que otras gotas.

– ¿Recuerdas cuando volvimos de la universidad? – cuestiona mirándome, su cara a unos centímetros de los míos, asiento con la cabeza. Claro que lo recuerdo. Fue la primera que vez que la sentí tan cerca.

Paramos en frente de la cafetería.

– Lo prometido es deuda – manifiesta con una sonrisa de boca cerrada.

Es como si estuviéramos haciendo las paces.

¿Estamos haciendo las paces?

Sonrío una vez más en el día, recordando aquella vez que estacionamos aquí y fue contratada para trabajar de mesera.

– ¿Me vas a invitar un café? – repito la misma pregunta que le había hecho hace más de un mes.

Sonríe adentrándose al lugar.

– Así es – afirma saludando al mesero que se acerca a nosotros con unas toallas.

– ¿Cómo estas Erikson? – exclama y se lanza a sus brazos. – ¿Cómo te fue ayer con lo de...? – susurra el joven muy cerca de sus oídos. Mientras me seco un poco de agua que quedo en mis brazos.

¿Sabía lo de su padre?

– Es Luca – me presenta a su compañero y este sonríe abiertamente estirando su mano hacia mí. No esperaba a que hiciera eso.

– Tu eres el famoso Luca ¿Eh? – habla mirándome a mí y luego a Emily. – Si, pero famoso no soy – aseguro agarrando su mano.




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