Oculta Verdad

44. Estoy aquí

Capítulo 44

Derek

El dolor que sentía ha disminuido bastante, no logro recordar mucho de lo que paso ayer, pero gracias a Sandy supe como llegué a su casa.

Me levanté exageradamente al darme cuenta de que no desperté en mi cama.

Luego pase por mi casa, porque no iba a presentarme en el estado en que me encontraba en mi primer día de trabajo y ahora estoy aquí en frente de ella. El señor que me presento ante el chico que está a lado de Emily se marcha.

Ella no me mira, su vista está centrada a la puerta por el cual acaba de salir el gerente.

¿Cómo es eso de que se va?

Me hizo mucha ilusión cuando Maikol me había dicho que iba estar con ella, no con ella, sino que en el mismo horario.

– Ey, chico – menciona el joven, lo miro. – Tu uniforme debe estar en el casillero – exclama, poniendo toda su atención en Emily. Cuando el gerente me recibió ya me había indicado todo eso. – Gracias – hablo amablemente y me acerco a ellos.

– ¿Puedo hablar contigo? – indago mirando a Emi. Observo al chico para ver si nos deja solos, pero no lo hace. – Claro – habla ella haciendo un gesto con la cabeza para que el joven salga.

– Oh, ya entendí – manifiesta saliendo apresuradamente, silencio por parte de ambos.

– ¿Te vas? – indago estirando la silla, quedo sentado en frente de ella. – Han pasado cosas... varias cosas – una triste sonrisa se dibuja en su rostro, desvía la mirada hacia la bolsa de comida que está en la mesa.

Quisiera volver a hablar con ella como lo hacíamos antes, se volvió tan difícil recuperar esa relación que teníamos.

– Sabes que puedes confiar en mí – comienzo a hablar buscando su mirada. – Lo sé y por eso es mejor que renuncie – sus ojos se llenan de lágrimas mientras otra sonrisa sale de sus labios. – ¿Qué es lo que te tiene así? – exclamo preocupado, se me rompe el corazón verla de esa manera.

– Derek... – menciona poniéndose de pie para luego envolverme en un abrazo y no sé cuánto he necesitado esto de ella, la acaricio levemente la cabeza, quiero que sepa que estoy aquí, que estoy siempre para ella.

– Tranquila – susurro sintiendo la presión que hace al soltar un suspiro. La sigo abrazando hasta que Emily se suelta lentamente volviendo a su asiento.

– Me entere de cosas que prefiero no haberlas sabido, conocí a mi padre y ni siquiera tuve expectativas acerca de quién o como seria e igual termine decepcionada – expresa haciendo una pausa limpiándose una lagrima que acaba de salir. La miro sin interrumpirla esperando a que continúe. – Yo... ni siquiera sé quién soy ahora – murmura con la mirada perdida.

– No importa quien sea tu padre, él no define lo que eres – hablo tratando de animarla, aunque sé que eso es casi imposible. No puedo ni imaginar todo lo que estará preguntándose.

– Lo sé, pero de un día para otro todo ha cambiado, hemos cambiado – exclama mirándome, trato de acomodar las palabras para animarla, pero simplemente no me salen.

– Estarás bien, siempre ha sido así – susurro viendo cómo se abre la puerta, adentrándose varios jóvenes bromeando entre ellos. Se quedan mirándome sin disimulo, en especial algunas chicas.

– ¡Bienvenido amigo! – habla un sonriente Maikol, entrando al interior de la cocina. Me levanto mirando hacia Emily que ya se había retirado de donde se encontraba.

– Muchas gracias – le devuelvo la sonrisa, estirando mi mano hacia él.

– Veo que ya has hecho nuevos amigos – menciona sin dejar de sonreír.

– Espera... ¿Es la misma Emily de la que habías hablado? – cuestiona sentándose a lado mío. Le platique más de una vez acerca de ella antes de entrar a trabajar aquí. No le dije nada fuera de lo normal, solo le hablé de mi mejor amiga, de la relación que solíamos tener y él hizo prácticamente todo lo posible para quedarme, pero de nada sirvió, si ella ya ha renunciado.

Una vez escuche a alguien decir, el universo no juega a mi favor. Esta frase cobra sentido en estos momentos.

Estaba por seguir la conversación con Maikol, pero mi teléfono empieza a vibrar apareciendo en la pantalla el nombre de Sandy...

– ¿Dónde estás? – cuestiona, sé que está molesta y no es para menos, olvide por completo que hoy debíamos ir a ver a la modista para probarnos los disfraces.

Mierda.

– Lo siento, bebe no podre ir – exclamo apenado, no le comenté que empezaba a trabajar y menos que iba a ser compañero de Emily. Iba, porque ya no lo seré.

Bufa antes de colgar la llamada.

A veces ella es complicada y es muy difícil soportarla.

 




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