“Hola”, dijo ella algo insegura. “No te había reconocido”.
Él volteó hacia ella y sonrió. “No hay nada que esconder, siempre supe que eras tú”, respondió.
Victoria se sonrojó, avergonzada de recién reconocerlo y de cómo había terminado todo antes. Se sentó a su lado para ver una película navideña, una loca idea de la pareja de Lucía. Él no la rechazó, sino que le hizo un espacio. Las luces se apagaron y Victoria comenzó a recordar su pasado.
Victoria había decidido saltarse la última clase de marketing, el último día del año. Era una carrera que había escogido por dinero, no por vocación. Se sentía aburrida, y sabía que de todos modos iba a suspender. Sin embargo, mientras se dirigía hacia la salida, un compañero alto y vestido de negro la detuvo.
"¿Adónde vas?" Le preguntó el chico.
"A ningún lado. Tengo que irme", respondió ella, acelerando el paso.
"Espera un segundo. La clase de hoy es especial. Estamos preparando una sorpresa para el profesor."
Victoria se detuvo y le miró, intrigada. No se había fijado en él antes. "¿Qué clase de sorpresa?"
"Todo el mundo está trabajando en algo. ¿No quieres saber de qué se trata?"
Victoria lo miró con sospecha. "No tengo tiempo", respondió secamente y salió a toda prisa. Hoy no era un buen día para ella, aunque para el resto era uno de los más felices del año. Así que se saltó las clases y se fue a emborracharse a mediodía con gente que la entendiera.
En la noche, cuando estaba en su casa torturándose con los recuerdos dolorosos, Lucía, su amiga, le avisó que estaban en una disco por Nochebuena. Cansada, Victoria bajó para olvidarse un poco de ella misma.
Cuando llegó, Lucía la abrazó al verla. Ella la entendía, y estaba feliz de que ella hubiera decidido venir. Una vez allí, se relajó un poco y empezó a disfrutar. Se reunió con sus amigos y empezaron a tomar copas. La noche pasó muy rápido y cuando lo notó, todos habían desaparecido: solo estaba ella y otro chico más.
“¿Estás bien? ¿Quieres que te lleve a casa?, preguntó una voz grave.
Ella levantó la cabeza de la copa, no tan mareada como le gustaría.
“¿Cómo te llamas?”, preguntó Victoria, para romper el silencio.
“Marcos”, respondió él, con una sonrisa.
Entonces, se dio cuenta que era él. Victoria se sintió avergonzada de lo que le había dicho aquella mañana cuando se encontraron.
“Lo siento mucho, no debí hablarte así”.
Marcos se rio.
“No hay problema, ya está olvidado”, dijo.
Marcos le ofreció su brazo y los dos salieron juntos de la discoteca. Caminaron por las calles vacías en el frío de la noche. En algunas casas se veían luces de Navidad.
El aire de la noche era frío.
“No me gusta la Navidad”, dijo Victoria, mientras caminaban.
“¿Por qué?”, preguntó Marcos.
Victoria se detuvo. Se tragó las lágrimas que amenazaban con salir.
“Mis padres murieron el año pasado en un accidente el día de Nochebuena”, dijo con voz temblorosa.
Marcos la abrazó.
“Lo siento”, dijo él con ternura.
Victoria sollozó en su pecho. Él la abrazó aún más fuerte y le susurró al oído palabras de consuelo. Ella se sintió segura y quería que el momento no terminara nunca.
Después de unos minutos, ella se separó de él y le sonrió.
“Gracias”, dijo.
“¿De qué?”, preguntó Marcos.
“De estar aquí conmigo”.
Los dos continuaron el camino en silencio.
Cuando llegaron al edificio de Victoria, él se despidió con una sonrisa.
"Gracias por traerme", dijo ella.
"Ha sido un placer", dijo él, sonriendo. "Y no te preocupes, todo saldrá bien".
Victoria sonrió tímidamente y entró a su casa. Una vez dentro, se quedó mirando la puerta, sintiendo que algo cambió esa noche.
Marcos la vio desde lejos, sonriéndole, y se fue, sabiendo que ella estaría bien.
Victoria entró en el edificio y se sentó en la escalera. Se quedó allí por un rato, recordando vagamente lo de hoy. Había sido una noche mágica, analgésica y fresca frente a su dolor todavía no sanado. ¿Se volverían a ver después de vacaciones de la universidad? No sabía, pero lo recordaría bien. Desde aquel día, Victoria fue un poco más feliz durante la Navidad. Y todo gracias a Marcos.
Una llamada cubrió el silencio. Era su hermano. La invitaba a su casa para pasar Navidad. Bueno, después de no contestarle todo el día, decidió asistir.