Odiame O Amame

PARTE 06

 

MARIAM

 

—Aquí estoy padre, como tanto querías.

 

—Hija, pero porque esa cara, después de todo esto es tuyo, te pertenece princesa— Lo quedo mirando con cara de que sé de cuenta lo poco que me interesa, que me diga eso, su fortuna o su legado no me llama la atención, yo sé que quiero y es vivir muy lejos de aquí con un océano de distancia si fuera posible

 

—No quiero discutir contigo y entrar en un círculo vicioso, donde ni tú ni yo daremos el brazo a torcer, solo dime que tengo que hacer y recuerda que es un trabajo de medio tiempo, la universidad no la dejo por nada.

 

Tengo que ser firme, defender mi punto de vista, mi postura, él me mira como quien no aguanta ni un comentario adicional de mi parte.

 

—Vas a trabajar con Barak, como su asistente.

 

Literalmente, caigo sentada por lo sorprendida que me siento, hubiera preferido mil veces limpiar pisos, ser la señora del baño o lo que sea, pero la asistente de ese hombre ¿Por qué?

 

—No quiero, cualquier cosa menos eso.

 

—Lo siento, mi hija no vas a ponerte a limpiar pisos o la del catering, vas de su asistente y punto. No sé qué tanto te quejas.  Quieres estudiar en esa cosa, entonces entenderás que todo lo que uno quiere tiene que ser a base de sacrificios.

 

—¡Siempre quieres que haga lo que tú quieres! ¿Quieres manejar mi vida a tu antojo? ¿Hasta cuándo lo seguirás haciendo?

 

—Mientras sigas viviendo bajo mi techo, mientras sigas comiendo con mi dinero, cada calcetín que uses, sea comprado con lo que yo produzco, entonces ahí tienes tu respuesta. Por favor, no azotes la puerta cuando te vayas. Que tengas un bonito día, princesa.

 

Me voy tan enojada y frustrada, pero una parte de mí evita que azote la puerta, es como en el fondo supiera que tiene razón, sigo bajo su techo, bajos sus reglas, no sé cómo me zafé para poder estudiar lo que amo, pero del resto, sigo estando limitada a su merced, a su antojo. Justo cuando más enojada me siento, veo una sombra, luego una imagen frente a mis ojos, cuando las puertas del ascensor se abren, lo veo ahí, mis piernas flaquean, se sienten como gelatina andante, trato de controlarme y recobrar la cordura.

 

—Señor Barak—Saludo, tratando de mostrarme indiferente.

 

—Señorita Del Olmo, que tenga un buen día con su permiso— ¿Me está ignorando? No debería importarme, pero creo que solo él me puede ayudar.

 

—Señor, Barak, ¿puedo hablar con usted un momento?

 

—No tengo mucho tiempo, pero que sea en mi oficina.

 

No me gusta la manera en que me habla, tan frío, tan distante, pero supongo que es lo correcto, así debería ser.

 

—Toma asiento, sé breve, por favor.

 

Mírame, por lo menos, ¿por qué me ignoras?

 

—Hable con mi padre, para que no me fuerce a ser tu asistente o secretaria, bueno no sé qué quiere exactamente.

 

Ahora, si me observa, pone los pies en su escritorio y las manos sobre su cinturón, veo cada detalle de su cuerpo, cada centímetro de sus casi dos metros, su tez canela como bronceada por el sol, muevo la cabeza tratando de concentrarme.

 

—La princesita le ofende ser mi asistente ¿Correcto?

 

—No es así como lo dices, solo que no tiene nada que ver estar metida aquí, estudio, biología marina, no tiene sentido que una futura bióloga se ponga a hacer cafés o sacar copias.  Soy mujer de naturaleza, de salvar o encontrar las maneras de hacerlo.

 

—Ósea, tu trabajo es más importante que el mío, eso quieres decir princesita.

 

—No me digas de esa manera. No soy una princesita.

 

—Pero te le acercas demasiado.

 

—¡Que no! — Le grito y doy golpes sobre su escritorio.  No sé qué me pasa, pero me exasperé que me diga de esa manera, como si fuera una niña pequeña. Soy una mujer a la que él dijo querer conocer más, niego una y otra vez de manera mental, debo alejar esos recuerdos de mi cabeza cada vez que te veo.

 

—Mírate, por donde empezamos, engreída, caprichosa, mandona, podría jurar que hasta quieres llorar, aunque jodidamente hermosa, pero tu actitud de que sea como tú quieras todo te resta mucho, por lo tanto, ansío como no tienes idea tenerte como mi asistente, que me prepares el café y saques copia tras copia, copia tras copia, ahora si me permites, tengo asuntos de suma importancia.

 

—Pero — Trato de protestar, pero su gélida mirada me grita que me largue, me siento ofendida, esta vez si azoto la puerta, no puedo creer que me haya tratado de esa forma, hombres, dicen estar interesados un día y al siguiente como si no te conocieran, además me dijo engreída o caprichosa, también me dijo hermosa, pero bueno eso no importa, solo sé lo que quiero y que no quiero.

 

KARIM

 

No tenía humor para nada ni nadie, tal vez solo desquite como me siento con ella, no tiene la culpa de lo que está pasando, solo que esta frustración me está matando, nunca le diría princesita de manera despectiva, si para mí es una hermosa muñeca como en esas cajitas musicales, pensar en ella me ha mantenido cuerdo, frente a lo que me está atormentando.

 

—Señor Barak, su café— Me dice la secretaria que me asignaron de manera temporal, sabe horrible, pero no quiero perder tiempo, lo único que quiero es que haga una sola cosa bien.

 

 

—Señor, tiene una llamada de un número desconocido, no quiere identificarse.

 

—Pásame la llamada. —Antes de escuchar el típico sonido de traspaso de llamado, suspiro profundo y me acomodo el nudo de la corbata, siempre quise que algo como esto sucediera, pero de esta manera nunca fue como lo quería.



#2967 en Novela romántica
#900 en Chick lit
#735 en Novela contemporánea

En el texto hay: secreto, amor

Editado: 05.02.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.