Odiando las tardes de otoño

Capítulo 2

★- Mi amor no es de cliché -★

Vale... Ya estoy harta, joder que si estoy harta, me acabo de enterar de dos cosas y me acabo de enterar:

1- Mi primo Luka ha muerto y dudo poder ir al funeral.
2- No hay que darle tu número a desconocidos.

Y me diréis ¿A qué te refieres Lara? Simple... Nadie me avisó que un puñetero chófer me llevaría a mi universidad, ¡NADIE ME AVISÓ! ¡Y YO PAREZCO VAGABUNDA!

Como todos los días.

Cállate, eso es secreto.

Cuando el chófer cree que voy a subir, decido ignorar el coche y seguir caminando, dejando al chófer con cara de: "niñita imbécil, retrasada y testaruda".

Al ir caminando obviamente acabo escuchando música, pero música música, o sea... Morat! Obviamente, ¿Qué esperáis? ¿Qué escuche a Bad Bunny? Pues no, por si acaso se os ha olvidado.
Me encuentro a Diana, y la saludo, era mi mejor amiga en el instituto hasta que en la universidad nos separamos, es rubia, de ojos azules, lleva gafas aunque casi siempre usa lentillas, una nariz italiana, ya que su padre es de allí y los genes son genes; tiene algún que otro lunar en la mejilla, pero nada más, lleva unos vaqueros cortos, rotos y de color negro y una camiseta blanca de manga corta.

— ¡¡Diana!! —grito a un lado de la calle y Diana suelta un chillido fangirl.

— ¡Lara! —ella me mira, yo le miró y corre a abrazarme— ¡¡Te he echado mucho de menos!! —nos sonreímos y nos pusimos a hablar de la vida, o sea.... De lo mal que nos va en la vida.

— ¿Crees que me volvieron a rechazar? —Ya llegó la Dramaqueen...

— ¿A quién mato? —pregunto de broma.

— A Cristofer. —Ni idea de quién es...

— Ese crío es detestable. —Digo, para seguirle el rollo.

— Según tú, todas mis citas son detestables.

— Lo son, te lo aseguro.

Ella suspira y niega con la cabeza.

— Para ti todo es detestable —se quita un mechón de pelo y se lo pone en la oreja.

— Siempre —miro al hora y pongo una mueca— Bueno... Chao, llegó tarde a clases —le doy un último abrazo y me voy corriendo a clases.
¿Lo gracioso? Hoy no tengo clase,- acabo de llegar al campus y me acabo de enterar, y yo aquí como gilipollas esperando, bueno... ¡Media vuelta! ¡Hacia una librería! Y si, ahí voy, hacia una librería, al llegar miro los estantes, cada uno repleto de una historia, sin querer, me chocó con un chico.

— Perdón —susurro y el chico sonríe.

— No pasa nada, Lara —miro hacia arriba y le veo, Jake, cantante y un jodido capullo, o como le llamaría mi antiguo profesor, un champiñón, ya que no tienen cerebro.

— ¿Qué mierda? —es lo único que sale de mi boca, para después alejarme lo más posible.

Dra-ma-ti-ca.

Siempre, a lo que iba, me alejo de él y voy a donde los libros de romance.

Obvio, nuestro lugar seguro, aunque no lo admitamos.

Sí... Para eso voy, y sin saber cómo me pongo a ojear un libro y pues.... No es que leyese lo mejor.

SEXOOO LEYÓ SEXOOO.

¡CÁLLATE!
Roja como tomate dejo el libro en la estantería o eso quería hacer, por qué una mano coge el libro, más bien me arrebata el libro y si, lo marco bien, por si no lo leyeron, y cuando me fijo, es el cantante guaperas y capullo a tiempo parcial.

— ¿Te gustan este tipo de libros? —me pregunta entre risas.

— ¿Y eso qué importa? —le digo yo, intentando que no se note mi vergüenza.

— ¿Te gusta que se den como cajón que no cierra? —dice riéndose y yo, molesta, le quito el libro.

— Sí ¿Y qué? —Le miro, me mira y sonríe.

— Te compro el libro, vamos —me agarra del brazo y sin dejarme rechistar me compra el libro.

Mejor ,por qué nuestra cuenta bancaria está en números rojos.

Yo sonrió inconscientemente y él me sonríe y se ríe.

— ¡¿Qué?! —le digo fuera de nervios.

— Nada, nada —sonríe inocente— me gusta verte feliz —me sonríe, me da un beso en la mejilla y se va.

Y yo ahí me quedo, parada como idiota, mirando por donde se fue y con una sonrisa de boba.

— Mierda... Me pagó el libro —digo, no quiero que se gaste dinero en mí.

Me pongo los cascos de nuevo y voy a casa, paso por el supermercado, en donde no hay mucha cosa, en el Mercadona más cercano me compro una sopa instantánea y voy directa a casa, en donde Loren me mira, con una sonrisita de ángel.

— ¿Qué has hecho? —le pregunto de golpe y ella se ríe.

— ¿Por qué tengo que hacer algo para estar feliz? —suspiro y voy a mi habitación, o eso intento.
Al entrar lo veo, veo mi armario destrozado, en un sentido en el que no hay nada de ropa y todo tirado por ahí, luego veo mis cajones abiertos, mi cama deshecha y mi estantería de libros rota y sin ni un solo libro, sinceramente, no me gusta la sonrisita de Loren, pero dudo que sea ella; es mi compañera de piso ¿Cómo me haría eso?

Recuérdalo dentro de trece capítulos.

— ¡¿QUÉ MIERDA?! —pierdo los nervios, empiezo a transpirar, me duele el pecho, me cuesta respirar, mi vista se nubla, me fallan las rodillas y me caigo de golpe al suelo, lo único que sale de mí, al final, es un grito.

Loren llega corriendo y ve mi habitación, suspira, se me acerca, me abraza, es reconfortante su abrazo, me gusta...

— ¿Qué ha pasado? —Me pregunta ella al final de todo y yo niego con la cabeza.

— ¿Sabes si entró alguien? ¿Fuiste tú? —le digo, o más bien, le susurro, me sigue costando hablar.

— No he estado en casa hasta ahora... Yo te iba a decir que me aceptaron en periodismo... No sabía nada de esto, lo siento, de veras —me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa aunque más débil, mucho más débil, no parece una sonrisa en absoluto.

— Llamaré a mi madre o a mi hermana, quizá saben algo —suspiro y cojo mi móvil, Loren se va de la habitación ¿Lo gracioso? Qué odio esto, o-d-i-o esto.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.