Odiando las tardes de otoño

Capítulo 3

★- Ikea -★

Cuando digo nadie, es nadie, nunca nadie me ha robado nada, excepto ayer.
Me destrozaron la habitación y si os preguntáis que hago, es simple: Ir a comprar todo, absolutamente todo.
Mamá y yo íbamos a ir esta mañana, pero ha surgido un asunto y tendré que ir esta tarde, mientras, estoy literalmente jodiendo me la existencia, yendo a una cafetería a desayunar, con poco presupuesto.
Obviamente en la cafetería solo voy a joder a Blanca, mi amiga por qué trabaja allí y su madre es la dueña del local.

Sí no, no irías.

Lo sé, la cosa es que, yendo a la cafetería me he encontrado a mi Best Friend Forever, Harry, un tremendo hijo de puta.
Me peleé con él siete veces en clase y en una acabamos en el hospital por qué me clavé un trozo de cristal en el brazo y le rompí la nariz, pero bueno, dejando eso de lado es muy amable y majo. Es cariñoso y todo, aunque vaya de malote, es pelinegro de ojos grises y alto, con la cara un poco cuadrada y una nuez marcada, tiene un lunar en la mejilla y una pequeña cicatriz en el labio.
Eso sí, amo robarle ropa, amo su ropa y sí, quizá la ropa me la compre cuando esté con él.

Él la elige y listo.

Sí.
Al llegar a la cafetería, Blanca me sonríe y yo primero de todo voy a hablar con su madre, para ponerle al día de mi humilde situación de mierda.

— ¿Rosalía? —digo llamando a la puerta del despacho y oigo un "Pasa" y entro, pero entrada triunfal, una de que abrí la puerta y como llevaba las gafas de sol puestas, parecía la puta ama.

— ¿En serio? ¿Ayer con diadema y hoy gafas? —Me dice, refiriéndose a que ayer entré con una diadema y sin querer se me fue por la ventana, en mi defensa, quedó genial el tiro.

— Sip, y soporta —digo con una pose de diva divina yendo a la silla de enfrente de su mesa.
Le cuento lo ocurrido y me mira, su pelo negro y corto le quedan genial con su piel morena y ojos grises, lleva una chaqueta de empresaria de color blanco, una camiseta de los Rolling Stones debajo y unos pantalones vaqueros.

— ¿Necesitas trabajo?

— Ehhh —miro al suelo y juego con mis dedos, hace mucho que nadie me pregunta eso.

— ¿Lara? Mira cariño, si necesitas trabajo yo te lo puedo dar, sabes que estoy aquí ¿Vale? —me sonríe y yo asiento con la cabeza.

— Gracias —ella me sonríe de nuevo y me da el contrato, obviamente firmo y se lo devuelvo.

¿La letra pequeña la leíste?

¿Había letra pequeña?
Bueno, ella guarda el contrato en el primer cajón de su gran escritorio, yo me fijo, detrás suya hay un gran ventanal y al lado de la mesa, en la esquina de la habitación hay una planta, luego una estantería con libros, la mayoría de cocina o psicología, un mueble alargado en una pared lateral y dos sillas de cuero enfrente de la suya.

— Empiezas la semana que viene —yo sonrió y la abrazo.

— Gracias, gracias, gracias —Ella me sonríe y yo salgo de la habitación, me tomo un café y un trozo de bizcocho casero, cortesía de la casa y me voy a mi piso de soltera.

Loren existe, tristemente.

Soltera acompañada, obviamente, a la vuelta hay menos gente, llegó al edificio y subo andando hasta el quinto piso. Al llegar, Loren está hablando con alguien.

Miedo. Terror. Ozuna.

Y yo como mera cotilla entró a ver quién es...
Jake, sus ojos se clavan en mí y sonríe de manera inocente.

— ¡Hola! —me dice todo animando y yo miro a Loren.

— ¿Hola? —le respondo dudosa.

— Te estaba esperando abajo —Dice la chica que estaba sentada a su lado, yo asiento con la cabeza. Me acerco a él y le miró fijamente, enfadada.

— ¿Querías algo? —él me sonríe y se levanta.

— Pues sí, te quería llevar de compras, a ti y solo y exclusivamente a ti —me sonríe y yo le miró, ¿me quiere llevar de compras? ¿¡Me quiere llevar de compras!? ¡Me quiere llevar de compras! Sonrió y asiento con la cabeza.

— Vale —miro a Loren, ella se me acerca, mucho, bastante, se acerca a mi oído.

— Tu cama... Esta destrozada —me susurra, voy a mi habitación corriendo, Jake me mira extrañado, al entrar lo veo, mi cama, literalmente tiene todo trozo de madera posible reventado y por el suelo, zapatos rotos también y el colchón rajado, paso por la habitación de Loren miro que la suya está un poco bastante destrozada, su cuadro rajado, su cama intacta, por suerte, aunque ahora que lo pienso ¿Cómo sabe que mi cama está destrozada si estaba hablando con Jake?

— ¿Algo nuevo? —Le pregunto a Loren al salir y ella niega con la cabeza– Vale, gracias por decirme.

Jake me mira y yo cojo mi bolso.

— ¿A dónde vamos? —me dice y una sonrisita sale en mi.

— Al Ikea, ¡a comer albóndigas! —le sonrió y él se rió por la broma, salimos de la casa y le sigo hasta su coche, un coche normal, un Nissan azul, me encanta.

Al subir, me voy al asiento del copiloto y él al del conductor, a mitad de camino me mira.

— ¿Música? —yo asiento con la cabeza y conecto mi móvil a su coche.

— Vas a ver lo que es buena música, no lo que tú cantas —Decidida, le pongo Melendi y él me mira fastidiado.
Al cabo de unas cuantas canciones la quita, en concreto, quita la música justo cuando suena Cheque al portamor y yo le miró mal.

— ¡Oye! —Me quejo, él da un volantazo, me como la ventana y cuando me giro, veo que hemos llegado.

— Decidido, a la próxima pongo yo la música —le miró mal y él sonríe egocéntrico.

— Dicididi, i li priximi Pingui yi li misiqui —le repito con una vocecita molesta, él me mira mal y yo sonrío orgullosa.

— Venga, tenemos que comprar unos muebles –le sonrió y corro a por un carro.

— ¡Mira! —le grito, él se gira, me mira, sus ojos verdes, por un momento me hipnotizan y luego niego con la cabeza.
Entramos los dos al Ikea, yo con una sonrisita y él riéndose por lo bajo, el asqueroso.




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