Odiando las tardes de otoño

Capítulo 5

★- El infierno es bonito cuando nunca lo visitas -★

¿Es obvio no? Son las 5:45 de la mañana, viernes, y estoy haciéndome la maleta, por qué siempre dejo todo para última hora, bueno, que yo vengo a resumir mi semana, no más, mentira, tenía algo que contar, pero no me acuerdo de que.

Lunes: Me levanté, fui a clases, hice los trabajos de Amaya, fui a trabajar, me hice la comida, fui a casa, comí con Loren, volví al trabajo, fui a casa y a dormir.

Martes: Me levanto, voy a trabajar, después a casa de mis padres a saludarles y poca cosa más.

Miércoles: llegó tarde a clases, se me rompe el despertador, no desayuno, voy a comer, trabajo, vuelvo a casa y a dormir.

Jueves: lo mismo que el lunes.

Hoy, a morir.

Solo a mí se me ocurre la maravillosa idea de aceptar ser batería en un concierto, ¿por qué no? Di que sí Lara, si sigues así hasta logras tener una librería.

Ni en tus mejores sueños querida.

Me miró al espejo, me veo fatal, tengo unas ojeras; un poco más y parezco un mapache, mi pelo está despeinado y voy con una sudadera de Harry, como siempre. Unos pantalones vaqueros cortos, que según Diana me hacen culo.

Se fumó algo y no invito.

Ya lo sé. Me miró al espejo una vez más y decido ir a maquillarme, me niego a ir al aeropuerto pareciendo una imbécil, puedo serlo, pero no parecerlo.

Entró al baño y cojo el corrector, para ponérmelo en las ojeras y me lo difuminó, después me pongo un poco de sombra en los ojos y un poco de pintalabios, pero no mucho.

Al acabar, me voy a mi habitación y cojo la maleta, la llevo al salón y desayuno.

— ¡LARA! —es lo primero que dice Loren al despertar.

— ¿Si?

— ¿Puedo hacer fiestas? —le miro perpleja y ella sonríe como angelito,¿Se cree que la casa es suya o qué?.

— Si no tocan mis cosas no entran a mi habitación, haz lo que te salga del coño. —le respondo tranquila y acabo de desayunar, friego las cosas que he utilizado y me pongo los zapatos, la verdad es que he sido un poco brusca, pero bueno.

— ¡Gracias! —dice ella y se va a dormir otra vez, yo cojo las llaves, la maleta y todo lo necesario y me voy, Amaya me lleva al aeropuerto con una de sus sonrisas.

— ¿Qué? —digo para romper el silencio, estaba harta de ver a Amaya sonreír como idiota, no aguanto sus sonrisitas malignas.

— Vas a volver a tocar la batería de forma profesional —dice con tono de que aún no se lo cree.

— Lo sé ¿Y? —Me mira como loca y suspira.

— ¡Que vas a tocar con mi banda favorita! —Grita, ya sonriendo del todo.

— Lo sé —De repente para el coche y me mira, como si estuviera loca.

Lo está.

Sí.

— Tía... Piénsalo —me dice, la miro, unos segundos después, suspira pesadamente.

Voy a tocar junto a su banda favorita, junto con todos los de la banda, en un concierto, de forma profesional y dejé de tocar hace cuatro o cinco años, ¿qué es eso? ¿un infierno?

Sí.

— Mierda.... —es lo único que sale de mi boca después de todo y ella solo sonríe.

— ¿Y bien? —me dice y yo le miró.

— Tía... No toco de forma profesional desde hace años —le respondo, siendo un poco más brusca de lo que pretendía.

— Bueno.... —me mira y se calla, al ver que yo saco mi móvil y vuelvo a mi lectura, Boulevard 1 la versión de Flor.

Al cabo de un rato llegamos al aeropuerto y Amaya, la muy capulla me acompaña solo para ver a la banda de cerca.

A eso sí que le llamo yo aprovecharse.

Sí.
Ella se acerca a la manager de la banda, que tiene el pelo marrón, largo y atado a una coleta, lleva gafas y va vestida con un traje azul marino. Y yo solo pongo una sonrisa nerviosa, muy nerviosa.

— ¿Lara, verdad? —dice acercándose a mi.

— Sí —le respondo yo, me giro y busco con la mirada a Amaya, que esta hablando con el otro batería, asegurado diciendo cosas vergonzosas mías, cosa que no voy a permitir.
Me acerco a ella, con una sonrisita falsa y pongo mi mano en su hombro.

— Amaya....¿De qué habláis? —le pregunto y ella se gira hacia mí con miedo y con una expresión de terror puro.

— D-de t-ti —me dice y quito la sonrisa, lo sabía, sabía que hablaría de mí sin mi permiso, será cabrona.

— A ver.... Gilipollas, lo único que no podías hacer era, estrictamente hablar sobre mí —Ella asiente con la cabeza y yo pongo una sonrisita.

— Perfecto, ahora vete, que empiezas las clases pronto. —Amaya me mira mal y yo sonrió como el angelito que soy.

— Hoy no tengo clases —me dice enfadada y yo, más enfadada aún, me acerco a ella, sé que tiene clases, no me la colará.

— Mira Amaya.... Me sé tu horario de memoria y hoy sí tienes clases, así que no me toques las narices y súbete a tu coche de una jodida vez y dejanos en paz —respondo, enfadada.

Amaya cagada de miedo, asiente con la cabeza, coge su bolso y se va corriendo al coche y yo sonrío triunfante.

— Gracias —Le digo a lo lejos, sonriente.

¡Así se habla!

Jake mira perplejo y sonríe, como si estuviera orgulloso de mí, algo que agradezco y me hace sentir suficiente, cosa que desde hace tiempo no sentía y eso me molesta, algo extraño.

— ¿Qué? —pregunto molesta, la pregunta va al aire, dirigida a todos, y la manager sonríe.

— Eres genial, ¡cásate con uno de ellos! —dice la manager— porfavor —a mi me sale una risa floja y niego con la cabeza, divertida.

— Na, que me busquen si quieren estar conmigo, por qué yo no se lo pondré tan fácil —Me giro y veo que Jake me está mirando, es como que memoriza cada una de las palabras que he dicho y me sonríe.

— ¿Nos vamos o qué? Porque a no ser que queráis el próximo avión, tenemos que darnos prisa. —Miro los vuelos del tablón y señaló al nuestro, la manager, asustada asiente y vamos corriendo, por el aeropuerto hasta donde tenemos que coger el vuelo.




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