Mi mirada quedó clavada en el idiota, ¿qué rayos hacía aquí? ¿quién lo había invitado?, pero lo que de verdad me preguntaba era: ¿por qué no podía moverme o decir algo al menos?. Y sin siquiera pensarlo cerré la puerta de golpe.
Fui a la cocina a buscar algo para comer, mucho estrés me daba hambre y por suerte siempre tenía un paquete de galletitas de chocolate guardado. Me senté en el sofá del pequeño salón, encendí la tele y lo dejé en el canal de noticias— ni siquiera me gustaban las noticias, era solo para distraerme un poco— Mi mente no dejaba de pensar en las cosas que me había dicho en aquella fiesta, el muy idiota me insultó ¿qué hacía aquí? ¿no le había bastado con haberme dicho fracasada aquel día?
Y en menos de dos segundos ya estaba de mal humor. Él había dicho que me vería otro día, pero no pensé que fuera cierto, no pensé que se atrevería a tanto.
Marian salió de su habitación, perfumada, arreglada y hermosa —como siempre— y se quedó mirando a todos lados.
—¿Dónde está Alex? —frunció el ceño—, ¿no había llegado?
—No —me mentí y me metí una galletita a la boca muy lentamente.
—Juro haber escuchado el timb...
Y en ese momento volvieron a llamar a a la puerta, Marian me miró con los ojos entrecerrados y yo sonreí como un angelito, después negó con la cabeza y fue a abrir.
—¡Alex! —oí que gritó mi amiga desde la puerta.
Momento perfecto para escapar. Intenté caminar lo más sigilosa posible para mi habitación mientras que mi mejor amiga y su nuevo ligue se comían a besos, pero justo cuando crucé al pasillo alguien habló:
—Qué gran bienvenida nos has dado.
Dios, de solo escuchar su —hermosa— pero irritante voz me daban ganas de estrangularlo.
Arya, ¿qué clase de pensamientos son esos?
Me quedé en mi lugar unos segundo y respiré hondo, ¿por qué razón no podía moverme?
—Arya —pronunció mi amiga.
Aunque no quería, me di la vuelta y fingí una sonrisa amable, pero al mirarlos a todos noté que alguien más venía con ellos —otro chico— se parecía mucho a Alex, alto, con cuerpo atlético, ojos azules y, a diferencia de Alex , él tenía el cabello castaño y Alex era rubio.
—Hola a todos —dije en un fallido intento de sonar agradable.
—¿No que no habían llamado a la puerta? —Marian enarcó una ceja y se cruzó de brazos.
—Acaban de llegar —sonreí.
—No lo creo —dijo Jade.
—Nadie te ha preguntado —le eché una mala mirada.
Él me sonrió. ¿Por qué tiene que sonreír? ¿es que no ve que lo estoy tratando mal? ¿es que no ve que me molesta verlo sonreír? Marian y Alex soltaron una risita y eso me irritó un poco, pero no dije nada.
—Vamos a sentarnos, no me quedaré toda la noche de pie —habló el otro chico.
Se dirigieron al salón y yo me di la vuelta para seguir mi camino hacia mí habitación, pero Marian me detuvo.
—Quédate con nosotros —habló en un tono bajo para que los demás no nos escucharan.
—No me apetece hablar con nadie hoy.
—Nunca te apetece hablar con alguien —puso los ojos en blanco.
—Y si ya lo sabes para qué insistes tanto —rebatí en un susurro—. A demás, ese chico no me cae bien —señalé a Jade.
—Sí, no se nota que están hablando de mí —gritó el pelinegro desde su lugar.
Le hice una mueca de pocos amigos y seguí hablando con mi amiga.
—Arya, yo... pensé que sí te agradaba, por eso he invitado también a Jade...
Y me di cuenta de algo, algo que no había notado antes y no pude evitar mirar a mi amiga con los ojos entrecerrados.
—Marian, Marian, querida Marian —negué con la cabeza—. ¿Podemos hablar un momento en mi habitación?
—Ugh, ¿ahora qué hice?
—Vamos.
La tomé del brazo y ella les gritó un: "ya venimos" mientras la arrastraba a mi habitación. Cerré la puerta y me crucé de brazos, duramos en silencio unos minutos —admito que solo lo hice para crear un poco más de drama— y ella parecía preocupada.
—No me mires así, me estás dando miedo.
La seguí mirando de la misma forma, hasta que decidí hablar:
—¿De dónde conoces a Jade? —enarqué una ceja.
Ella abrió mucho los ojos.
—¿Yo? ¿conocerlo?... no... ehh... no lo conozco —emitió una risa nerviosa.
—¿En serio? —entrecerré los ojos—. ¿Y por qué hace un rato me has dicho que lo invitaste tú?
—¿Yo dije eso? —agudizó un poco el tono—. No, me has entendido mal, yo dije que invité a Alex y que él vendría con unos amigos.
—Marian...
—Ari...
—¿Me estás escondiendo algo?
Sé que me está ocultando algo y no es solo lo de Jade, es algo más, por eso está tan nerviosa. Conozco a mi mejor amiga demasiado bien y sé cuando me está escondiendo algo.
—¿Y bien? —enarqué una ceja.
Dijo algo en voz baja que no logré entender muy bien.
—Bien, te lo diré, pero no te molestes —se dio unos golpesitos en la frente los cuales se vieron un poco graciosos—. Ven siéntate.
—¿Qué tan malo es lo que me vas a decir?
—No es tan malo —sonrió nerviosa.
—Entonces dime qué es de una vez, Marian.
Respiró hondo y me miró.
—¿Recuerdas que el año pasado, cuando estaba de vacaciones te dije que estaba saliendo con alguien?
Asentí.
Lo recuerdo perfectamente. Marian está un año mayor que yo (ella está cursando su segundo año de economía y yo solo estoy empezando) ella me dijo que había conocido un chico muy lindo y que la trataba muy bien, pero ¿eso qué tenía que ver?
Ay, Arya, ¿por qué eres tan mala sacando conclusiones?
—Bueno... ese alguien era Alex...
Mi cara en ese momento fue una mezcla de confusión y sorpresa.
—Y sigo saliendo con él —continuó—. De hecho... somos novios.
Quedé boquiabierta, estupefacta, sin palabras. Marian... ¿tenía novio?
Q
—Pero... ¿cómo? ¿cuándo? —dije impactada—. Si la semana pasada estabas... con otro chico.
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Editado: 23.03.2023