El calor sofocante del verano golpeaba el rostro de Alicia mientras tomaba su café de la mañana en el patio de la casa de sus padres. El sol radiante, que la calentaba esa mañana, le traía recuerdos de los días en que ella y su mejor amigo Alexander, o Alex como le decían todos, jugaban por cada rincón de aquella casa. Como se subían a los árboles y tramaban travesuras en su casa del árbol que le construyó su padre. Alicia miró a su alrededor, sintiendo una gran nostalgia de aquellos días felices. Ellos dos siempre habían sido inseparables.
Eran como hermanos, pero con diferentes padres que a su vez eran amigos de toda la vida. Ahora todo era tan complicado, ella era abogada, él era doctor y apenas se veían. Para colmo, Alex, se había enamorado de su hermana menor Ana que estaba terminando la carrera de medicina.
Alicia recordó aquella tarde fría hace solo unos meses cuando Alex la llamó para que se encontraran en su restaurante favorito. Ella pensó que él al fin se había dado cuenta de sus sentimientos y le iba a pedir que intentaran tener una relación.
Esa noche, Alicia se preparó con esmero, sumida en un mar de nervios que la atormentaban mientras llegaba al restaurante, donde Alex la esperaba. Su corazón latía fuertemente al recordar lo guapo que él lucía. Compartieron risas y bromas, evocando aquellas travesuras de su infancia, momentos que ahora parecían lejanos. Pero de repente, Alex se tornó serio, y el mundo se detuvo. Alicia sintió que el instante que había anhelado desde su adolescencia estaba al borde de hacerse realidad, un dulce equilibrio entre la esperanza y el temor. ¿Sería aquel el momento que cambiaría sus vidas para siempre?
—Alicia, hay algo de lo que necesito hablarte —dijo Alex, visiblemente nervioso.
—¿Qué pasa? Ya sabes que puedes contarme cualquier cosa—respondió Alicia, mirándolo con una mezcla de esperanza y felicidad.
—Es sobre Ana... hemos estado saliendo —confesó él, tragando saliva—. Quería que lo supieras por mí. —¿Ana? ¿Mi hermana Ana? Pero… ¿Cómo? ¿Cuándo? —exclamó Alicia, entre triste y asombrada. Simplemente, no podía creer que aquello estuviera sucediendo.
—Hemos estado trabajando juntos en el hospital y las cosas simplemente sucedieron, sabes, sé que tú y ella nunca se han llevado muy bien, pero creo que hay algo especial entre nosotros —dijo Alex, sonrojado.
—¿Y tú quieres mi aprobación? —preguntó ella, arqueando una ceja.
—Más bien, tu comprensión —respondió Alex, esperanzado—. No quiero que esto nos separe eres mi mejor amiga y te quiero como si fueras mi hermana.
—Oh, Alex... Simplemente no se que decir, esto es tan... inesperado. Pero eres mi mejor amigo y siempre te voy a apoyar, aunque salgas con la arpía de mi hermana—dijo Alicia entre lágrimas y una risa fingida. Podía sentir como su corazón se rompía en ese momento. Pero no sabía que lo peor estaba por llegar.
Ahora, meses después los dos estaban comprometidos. ¿Cómo podía ser que su mejor amigo fuera ahora parte del futuro de su hermana? Cada mención del compromiso de Alex y Ana es como un golpe y ella siente como su amistad de tantos años empezaba a desmoronarse.
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Editado: 21.07.2025