Odio amarte

Capítulo 13: Un aliado inesperado

Cuando crees que las cosas no pueden empeorar justo pasa algo para demostrarte que te equivocas. Pensé que lo peor que me estaba pasando en estos momentos era ver como mi mejor amigo, y el que yo pensaba que era el amor de mi vida, se casaba con mi hermana Ana. Pero no, hay algo peor. Aunque, eso explica por qué Amanda me ha tratado toda mi vida como si fuera un estorbo para ella en vez de su hija.

Todavía no puedo creerlo, las palabras de Amanda resuenan en mis oídos como un eco doloroso. No es mi madre. Ella solo es la esposa de mi padre y mi verdadera madre está muerta. La idea de que mi padre había sido infiel antes de que yo siquiera existiera me hizo sentir nauseabunda. Me costaba digerirlo todo: la traición, la manipulación, el hecho de que Amanda nunca me quiso. Me sentía como un objeto de un juego cruel de ajedrez familiar.

¿Por qué nunca me lo dijo? ¿Por qué mi padre nunca me dijo la verdad? ¿Quién es realmente mi madre? Todas esas preguntas y más inundan mi mente. Tengo un nudo inmenso en mi garganta que apenas me permite respirar. Sé, sin lugar a dudas que en cuanto llegue a mi apartamento me voy a derrumbar. ¿Cómo se sigue adelante después de algo como esto?

—Alicia, Alicia—Una mano toca mi hombro haciendo que me sobresalte—hemos llegado.

Es Lucas, casi me había olvidado de él. Miro a mi alrededor para tratar de ubicarme y me doy cuenta de que tiene razón, hemos llegado a donde está mi apartamento y no me había dado cuenta.

—Gracia por traerme—le digo mientras me desabrocho el cinturón de seguridad y tomo el bolso, que, entre otras cosas, contiene mis llaves y mi teléfono— Puedes quedarte con el auto y traerlo mañana, de todas formas, yo casi no lo uso.

Salgo del auto. Al mirar a Lucas, me doy cuenta de que está saliendo del auto y camina hacia donde yo estoy parada.

—¿Qué haces? — le pregunto a Lucas, estoy algo confundida. ¿Por qué no toma el auto y se va?

—Te acompaño hasta tu apartamento— Lucas, me pone una mano en la espalda, animándome a empezar a caminar mientras que con la otra me señala hacia la entrada.

—Lucas, te agradezco que me trajeras a casa, pero no hace falta que me acompañes. Además, ya es muy tarde y ha sido un día bastante agotador. — le digo tratando de que se vaya, no necesito que me vea llorar— Ya estoy aquí y no me va a pasar nada.

—Alicia, te guste o no te voy a acompañar hasta la puerta de tu apartamento. Hasta que no te vea entrar y cerrar la puerta con llave no me voy a ir. No podré dormir si no lo hago. — Miro a Lucas y me doy cuenta de que, si quiero deshacerme de él, lo mejor será ceder.

Al llegar a mi departamento, abro la puerta y me giro para despedirme de Lucas, pero él se me adelanta. Él entra a mi departamento por lo que no me queda más remedio que seguirlo. Miro a Lucas mientras caminaba hacia mi cocina.

—¿Dónde guardas la bebida? — Pregunta Lucas mientras abre los armarios y cajones de mi cocina.

—¿Qué? — Pregunto confundida, porque está buscando alcohol en mi cocina.

—¿Dónde guardas el alcohol? Aunque sea vino tienes que tener. — me dice Lucas, lo que no resuelve mis dudas.

— Lucas, si quieres tomar ve a un bar, yo estoy cansada. Así que te voy a agradecer que te vayas y me dejes sola— trato de decirlo de la forma más educada de la que soy capaz en estos momentos.

—No te pienso dejar sola en el estado en que estas. Aquí estas, sabía que tenías que tener algo en algún lugar— con aire triunfante, Lucas, me enseña la botella de whisky que siempre tengo guardada para cuando viene mi papá a visitarme. — No me voy a ir hasta que me digas que te pasa y que fue lo que te dijo Amanda en el baño. Además, las penas compartidas duelen menos. Vamos, déjame compensarte por todos esos días en los que te hice llorar cuando éramos más jóvenes.

—Lucas, lo que me dijo Amanda me ha destrozado tanto que aún no he sido capaz de procesarlo— me siento en el sofá y le confieso esto, mientras las lágrimas brotan de mis ojos y corren a raudales por mis mejillas— Me siento completamente perdida y no sé cómo seguir a partir de ahora.

Lucas toma dos vasos y empieza a servir una porción generosa de bebida. Coge la botella con una mano y los dos vasos con la otra. Se acerca a mí con paso decidido, se sienta a mi lado, me da uno de los vasos, coloca la botella en la mesita de centro, choca suavemente su vaso con el mío y me anima a tomar.

El líquido ámbar quema mi garganta de una forma muy agradable, siento como me calienta de adentro hacia afuera. Respiro hondo, procedo a contarle a Lucas lo que Amanda me dijo en el baño. Decirlo en voz alta hace que cada vez sea más consciente de la realidad. Amanda no es mi madre, a pesar de haberme criado nunca me quiso como hija, nunca me va a querer, solo soy alguien que tiene que soportar con tal de estar al lado de mi padre y poder llevar una vida de lujo.

—Has pensado en la posibilidad de que Amanda esté mintiendo— dice Lucas, rompiendo el tenso silencio que se instaló en la habitación después que terminé de contarle todo— Puede que no en todo, pero estoy seguro de que no te ha contado toda la verdad o te puede haber mentido en algunas partes. Pienso que deberías ir mañana mismo a ver a tu padre. Que te cuente la verdad o al menos su versión de lo que en realidad sucedió.

Tengo que admitir que era una buena idea, pero no lograba despejar la tormenta en mi interior. ¿De verdad quería enfrentar a mi padre? Sin embargo, había algo en la forma en que Lucas hablaba que hacía que el nudo en mi pecho se relajara un poco.

—¿Y si…? —comencé, enredándome en mis propias dudas—. ¿Y si no me dice nada? ¿Y si me miente?

—Toda historia tiene dos partes— repitió, firme —. Además, si es verdad que tu madre está muerta, pídele que te diga donde está su tumba. Si quieres, yo puedo acompañarla a visitarla, para que no tengas que ir sola. A menos que quieras ir con Alex.

Dios, Alex. Ahora mismo desearía correr el tiempo hacia atrás. Solo unas horas antes cuando mi mayor dolor era saber que él se estaba casando con mi hermana. ¿Por qué Ana sigue siendo mi hermana verdad? Me aterra la idea de saber con certeza que la madre que nunca conocí había estado todo este tiempo enterrado bajo la tierra. Pero algo en su oferta encendió una pequeña chispa de determinación dentro de mí. Quizás encontrar su tumba, aunque me parta el corazón, me ayude a comprender. Tal vez sea el cierre que necesite para seguir adelante cuando me mude a la gran ciudad y dejar, de una vez por todas, todo lo que me hace daño atrás.




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