—Es aquí— Me dice mi padre cuando llegamos a la tumba de mi madre.
El cementerio del pueblo es silencioso. Unas pocas personas se encuentran en el lugar que está lleno de lápidas. Algunas figuras de ángeles y seres celestiales son los guardianes de los seres amados que descansan en este terreno.
Miro fijamente la tumba donde descansan los restos de mi madre. La piedra gris donde se encuentra reflejado el nombre y la información de mi madre me mira fríamente, haciéndome saber que no voy a encontrar el espíritu de mi madre en este lugar.
Levanto la vista, miro a mi padre, se ve tan frágil. El tiempo ha hecho mella en su aspecto. ¿Cómo no me di cuenta antes? Durante todos estos años el ha sido mi roca. Él era mi refugio cuando quería escapar de todos los ataques verbales de Amanda. Él ha sido el único que me ha querido todos estos años. Pensar en perderlo a él también me abruma, aunque ahora mismo esté un poco molesta con él por no haberme dicho la verdad antes.
—¿Tengo abuelos? —la pregunta brota de mis labios con un tono esperanzado.
—No, lo siento. Los padres de Elena, tu madre, murieron cuando tú tenías dos años—. Sus palabras hacen que, la esperanza que empezaba a brotar dentro de mi muera—eras tan pequeñas que seguramente no los recuerdas. Ellos te quisieron con locura, incluso lucharon ferozmente contra mí por tu custodia. Esa fue una de las razones por las cuales llegué a ese acuerdo con Amanda. Ellos venían seguido a visitarte y te llenaban de regalos. Eran personas mayores. Elena era su única hija y la tuvieron a una edad muy avanzada. Ella era su pequeño milagro, llegó cuando ellos ya se habían rendido. Eventualmente se enfermaron y murieron.
Sus palabras solo me destrozan más. En 24 horas he perdido una madre y dos abuelos que me querían mucho. Parece que la muerte de los que me han amado es una constante en mi vida, una de la que yo no tenía conocimiento.
—Y yo…—continúa hablando—como ya sabes, mis padres murieron cuando yo tenía 19 años. Me dejaron una gran fortuna, pero solo. Creo que en parte eso contribuyó a que tomara muy malas decisiones en la vida. Por mucho tiempo me sentí como si estuviera a la deriva sin algo a lo que llamar hogar. Tenía mucho dinero, si, pero también mucha soledad.
Veo como su mirada apagada entendiendo su dolor. Me doy cuenta que ese vacío nos une más de lo que pueda a llegar a entender.
—Tú eres lo más importante que tengo en mi vida—me dice—si te perdiera a ti también ya mi vida no tendría sentido.
—Vámonos, quiero volver a casa—le digo, sintiendo como el dolor devora mi alma.
—Esta bien, hija—acepta sin decir más.
El camino de regreso se siente eterno. El ambiente entre nosotros es pesado y el silencio ensordecedor, las palabras, tanto las que hemos dicho como las que no, se sienten como piedras pesadas que amenazan con hundirnos aún más en un mar de intenso dolor.
Cuando llegamos al lugar que solo será mi hogar por unos pocos días más, me siento aliviada al pensar que en poco tiempo podré dejar todo esto atrás. Todas las mentiras, la amargura, el dolor y las verdades ocultas van a quedar atrás.
—Dentro de unos días me voy a mudar—murmuro— No quiero que vuelvas a contactarme. Dame algo de tiempo para poder procesar todo esto, para poder aceptarlo, en algún momento, te lo prometo, te voy a perdonar por que no has sido un mal padre, porque te quiero y porque eres la única familia que me queda en este mundo. Así que, por favor, te lo pido. Dame algo de tiempo para poder sanar.
El dolor en sus ojos ante mis palabras es palpable.
—No quiero que te vayas—me dice—quiero que arreglemos las cosas entre nosotros, que me dejes compensarte. Yo te amo mucho, hija.
Sus palabras calan muy hondo dentro de mí. Pero siento que algo está roto entre nosotros, que solo el tiempo y la distancia podrán sanarlo. Me siento dolida y traicionada. Nos quedamos en un silencio pesado. Trato de encontrar palabras de consuelo, pero no las hallo.
—Yo también te quiero, papá—le digo finalmente—pero realmente necesito un poco de tiempo y espacio en estos momentos. Así que, adiós, papá.
Salgo del auto y me alejo dejando atrás de mi a la única familia que me queda en este mundo. Ahora solo puedo contar los minutos para irme de este pueblo y empezar mi vida desde cero. Sin familia, sin Alex, pero con la esperanza de que el futuro será mejor y más brillante que nunca.
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Editado: 26.09.2025