Odio Amarte - (en Edición)

CAPITULO 2

EMILY

Cuando salí lo más rápido de ahí me dirigí rápidamente al baño, pues sentía que me faltaba el aire de la tensión que sentí con el hombre de ojos azules.

— Uf, ¿qué fue eso? - dije dándome aire con las manos.

Ese hombre, en tan pocas horas de conocerlo, me ha hecho sentir demasiadas sensaciones.

Debería de dejar de pensar en él, puesto que es un hombre casado y mayor para mí.

Espere un tiempo corto y salí del baño.

— ¿Dónde estabas? - dijo Bryan asustándome. — Mi mamá te estaba buscando.

— Ah, acompañé a Vicente a saludar a unos amigos de él, ¿Aún me sigue buscando? - pregunté.

— Sí, anda a la mesa. - señalo. — Voy al baño.

— Ya voy.- dije y continué caminando hasta la mesa.

— Mamá, ¿me buscabas?.- pregunté.

— Sí, mira quienes llegaron. - respondió señalando.

De pronto veo a mis amigos Alana, William y Carter, son mis amigos aquí en Portugal.

Mi familia se mudó a Portugal hace más de seis años, y fue aquí donde conocí a mis amigos hace más de cuatro años.

William, de Brasil, es un chico alto y bronceado con ojos color miel y cabello de color chocolate.

Alana, estadounidense, es la típica chica rubia de ojos celestes, pero con un corazón dulce.

Y por último, pero no menos importante, está Carter, el inglés.

Es alto, con ojos verdes que Alana y yo envidiamos sus pestañas, y al igual que William, posee un gran trasero.

Creo que ni nosotras haciendo tanto ejercicio podríamos tener el trasero que se carga nuestro amigo.

— Mujer, qué hermosa estás - dijo Alana abrazándome.

Ella estaba con un vestido rojo de seda muy bonito.

— Gracias, tú no te quedas atrás, ese color de vestido te queda espectacular - respondí abrazándola.

— Bueno, ya es suficiente, dame espacio para saludar a la loca que tengo por amiga.- dijo William riéndose y empujando a Alana para poder saludarme.


— Pues está loca ya no te dará de comer comida peruana si sigues llamándome así - lo señalé.

— Pues retiro lo que dije, mi hermosa amiga. - dijo agarrándome de las mejillas.

— Claro, la hipocresía.- dijo Carter poniendo los ojos en blanco.

— Ya, quítate, ahora me toca saludar a mi bella amiga - dijo empujando a William y abrazándome.

— ¿Cómo estás?, ya me disculpé con tu mamá por llegar tarde.- dijo él abrazándome fuerte.

— “¡Ja!, y dice que la hipócrita soy yo” - dijo William.

— “Ya dejen de pelear, me tienen harta con sus peleas tóxicas” - le dijo Alana mientras yo reía.

— En serio parecen pareja, todos los días pelean, por quién tiene el mejor cuerpo o el mejor trasero.

— Ah, y también por quién la tiene más grande - dije riendo.

— “Yo, por supuesto” - dijo Carter.

— ¡Carter!.- mirándolo con ojos de querer matarlo.

— “Lo siento, amorcito” - dijo él.

— “¡Auch! ¿Por qué tienen que ser tan agresivos?”.- dijo Carter sobándose la cabeza luego de que William le diera un sape en la cabeza.

 

 

 

************

Después de seguir pasándolo bien, bailando y tomando un poco más de vino y uno que otro trago, Alana me hala hacia una esquina, alejándonos de las personas y por supuesto nuestros amigos.

— Muy bien, ahora me vas a decir quién es ese bombón que no deja de mirarte y ¿por qué estuviste hablando con él en esa mesa? - dijo mirándome con los brazos cruzados y la ceja hacia arriba.

— Ah, pues es solo amigos de Vicente, quiso que conociera, son una familia y por él no nada que ver, él es solo amigo y padrino de Vicente y el de mi mamá, además es casado y no creo que me esté viendo — Eso creo — dije en mi mente.

— Mm… puede ser. - dijo Alana. — Aunque es todo un bombón.- mirando detrás de mí, sintiendo aún la sensación de alguien más mirándome.

Sí, más que un bombón - dije en mi mente.

Después de un rato más, todos salimos del local para despedirnos de los recién casados, quienes partían a Hawái para su luna de miel.

— Cuídate mucho, no olvides llamarme por cualquier cosa, no importa la hora, ¿bien? - me dijo mi mamá mientras me abrazaba y me daba un beso en la mejilla.

Mientras tanto, veía cómo Vicente dejaba de saludar a sus hijos y a mis hermanos para hablar con el señor Maximiliano.

Vicente se volvió dándome la espalda y Max quedó frente a mí.

Nuestras miradas se cruzaron y él me guiñó un ojo, regalándome una sonrisa.

Mi cara se volvió de color rosa y tuve que apartar la mirada.

De repente, Vicente y Max se acercaron para despedirse de mi mamá, que estaba a mi lado.




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