Odio Amarte - (en Edición)

CAPITULO 3

EMILY

DOS AÑOS DESPUÉS

Desperté a las 6:00 am y apagué la alarma.

Era hora de levantarme, hacer ejercicio y arreglarme, ya que a las ocho tenía mi primera reunión como empresaria en la empresa.

Permítanme contarles qué ha sucedido en estos dos años.

Como saben, estudié administración de empresas y negocios internacionales.

No fue fácil, pero a mis cortos 25 años, ya soy toda una empresaria.

Tengo que dirigir una cadena de restaurantes y pastelerías en varias partes del mundo, y también soy subdirectora de una fundación para niños, la cual fue fundada por mi mamá hace más de diez años.

Después de que mi mamá se retire, tomaré el control total de la fundación.

En los últimos dos meses me gradué y regresé a Portugal hace un mes.

Durante estos dos años, decidí hacer un intercambio en Estados Unidos para prepararme completamente para lo que me esperaba.

Extrañé mucho a mi familia durante ese tiempo, pero aprendí a vivir sola y por mi cuenta.

No he tenido novio, pero eso no significa que no haya salido con algunos chicos.

En este momento, no tengo planes de tener una pareja, ya que creo que sería una distracción total y no quiero eso.

Justo cuando salí del baño después de ducharme, mi celular sonó con la foto de Vicente en la pantalla.

— “Hola” - escuché su voz decir.

— ¿Ya estás lista para iniciar este nuevo reto en tu vida?

— Hola, la verdad es que estoy un poco nerviosa, pero me siento lista.- respondí.

Escuché su risa y dijo: Esa era la respuesta que esperaba.

¿Cuánto te falta para arreglarte?

— Dame 30 minutos y estaré lista - le respondí.

— Muy bien, entonces te veo en treinta.

— Te quiero - dijo de manera tierna y amorosa, como siempre.

— Yo también te quiero. Nos vemos - dije y colgué la llamada, apurándome para estar lista.

Escuché el sonido de una bocina de auto, sabiendo que era Vicente.

Tomé mis cosas y salí del departamento para tomar el ascensor, ya que vivo en el quinto piso.

Al salir del edificio, vi a Vicente saludándome desde el auto.

— ¿Cómo estás? ¿Qué tal la reunión que te organizaron tus amigos? - me preguntó Vicente, dándome un beso en la mejilla y poniendo en marcha el auto.

— Ash, ni me lo recuerdes. Les dije que no quería ninguna fiesta y me sorprendieron con un Stripe vestido de policía - dije, agarrándome la cabeza.

— Según Alana, era necesario celebrarlo - añadí, mirando hacia adelante mientras escuchaba su risa.

— Alana y tus amigos siempre tienen ideas locas - comentó Vicente.

— ¿Ya desayunaste?

— No, no tuve tiempo para desayunar.

— Bueno, le diré a mi secretaria que nos traiga algo después de la reunión con los socios - estacionando el auto frente a un edificio de 30 pisos.

Al entrar, vi a las personas saludando a Vicente con mucho respeto y también a mí, ya que sabían que soy hija de su actual esposa, aunque ella ni siquiera ha tenido la cortesía de llamarme.

Pero según ella, soy la mujer sin corazón.

Entramos a la oficina de Vicente y vi a su secretaria, Lucía.

Me agrada mucho, es muy eficiente en su trabajo.

— Buenos días, señor Miller y señorita Carrera - saludó Lucía.

— Buenos días, Lucía - respondimos al unísono.

— ¿Qué tienes para mí en la agenda? - preguntó Vicente.

— Bueno, señor, a las ocho tiene...- fue lo último que escuché, ya que me quedé contemplando el paisaje que se veía desde la altura del edificio, que era enorme por cierto.

— Ah, y una última cosa, Lucía, tráenos el desayuno para los dos. Ya sabes que mi hija no toma ni café ni té.- escuché decir a Vicente.

— Si señor, tendrá su desayuno después de la reunión. Con su permiso - se retiró, cerrando la puerta.

— ¿Ahora soy tu hija? - pregunté, sentándome frente a él, cruzando las piernas y los brazos bajo el pecho, con la ceja levantada.

— Pues sí, lo eres, te guste o no - respondió, mirando la computadora frente a él.

— Ya quisiera…

Minutos después, escuchamos el teléfono sonar en el escritorio.

— Lucía, dime - dijo Vicente.

— Bien, entonces cuando ya estén aquí, llámame - dijo y colgó la llamada.

— ¿Qué pasó?

— Los socios tardarán un poco. Hubo un accidente en la carretera y los autos tuvieron que detenerse, así que tardarán.

— Bueno, ya que tardarán, daré un paseo por el edificio para ver cómo quedó la remodelación.




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