Odio Amarte - (en Edición)

CAPÍTULO 38

Bajando del ascensor y salir por completo de mi edificio, puedo notar a Max esperando afuera del auto.

Amor.- lo saludo cuando ya estoy cerca a él.

Hola mi amor.- me corresponde él dándome besos junto con un abrazo de oso que se sintió demasiado bien.

¿Estás bien?, te noto con los ojos brillosos.- le pregunto tocando su rostro a ver si no tenía fiebre.

Estoy bien cariño, solo me duele la cabeza.- me responde él, abrazándome fuerte y pegando su pecho con el mío, escondiendo su cara entre mi cuello.

Ok, esto es raro, el seguro no se siente bien y solo me dice que solo le duele la cabeza para no preocuparme. 

Max, no te noto bien, amor, Vamos yo manejo.- lo alejo un poco de mí y le quitó la llave de su auto, Max me miró un poco sorprendido por el hecho que voy a manejar después de un buen tiempo, lo bueno es que si tengo licencia, pero no me gusta mucho manejar, ya que suelo tener mucho estrés cada que manejo por los idiotas que no saben respetar y más si una es mujer quien está al volante.

¿Qué?, vamos de una vez.- pregunto y lo jalo para abrir la puerta y hacerlo ingresar al auto.

Tendré que darle algunas pastillas para el dolor de cabeza y darle algo ligero para que él pueda cenar.- pensé mirándolo de reojo cuando ya estaba dentro del auto.

Él se encontraba recostado en su asiento con los ojos cerrados, pero sin querer soltar mi mano. 

Inicié nuestro camino dentro del auto hasta su casa que no fue tan difícil como creí, lo único malo fue que tuve que adelantar mi asiento más adelante para poder llegar hasta el timón y los frenos, por qué soy muy chiquita y Max muy grande es una jirafa reencarnada en un hombro.

Todo el camino fue muy silencioso, pero sin ser incómodo, pues Max se quedó dormido en todo el camino sin llegar a soltar mi mano, en ningún momento fue un poco difícil, pero logré conducir con una sola mano (Un aplauso para mí).

Max, cariño ya llegamos.- lo desperté despacio para que no se levante de una con el corazón acelerado.

Mm, me quedé dormido.- me respondió moviendo su cabeza de un lado a otro, al parecer durmió en una mala posición.

Si, pero vamos, bajemos para que puedas cenar y echarte a tu cama.- le dije para luego bajar del auto y abrirle a él su puerta para que pueda bajar.

Él al bajar se aferró a mí y no me soltó hasta que llegamos y entramos a su casa.

¿Quieres cenar algo o prefieres dormir?.- le pregunto dejando mis cosas en su mueble.

Vamos a la cama.- contestó sin ganas de nada y lo entiendo, los Dolores de cabeza son muy fastidiosos.

Ok.- dije subiendo las escaleras junto con él al segundo piso para dirigirnos a su habitación y entrar en este.

Max no dudó ningún segundo en tirarse en su cama luego de ingresar, pero aún estaba con su traje puesto, así que decidí entrar a su clóset para sacar una pijama para él, por cierto casi me pierdo con tanta ropa y zapatos aquí.

Max, amor, siéntate por favor, es para que te cambies por algo más cómodo.- le dije al llegar a él y acariciar su rostro que estaba un poco rojo.

Mmh.- fue su respuesta, pues estaba un poco adormilado.

Hasta dormido y despeinado, se ve sexi el condenado, quien no como él, yo me despierto y parezco una bruja despeinada.

Vamos amor, ayúdame a cambiarte.- le pedí jalándolo de sus brazos, es tan grande que no puedo levantarlo.

Max, todo resignado con los ojos cerrados, se sentó en la cama abrazándome la cintura y colocando su rostro en mi estómago.

Vamos, déjame sacarte el saco y la camisa.- me alejé de él y empecé a sacarle el saco junto con su corbata y camisa, quedando solo con el pantalón y zapatos puestos.

Concéntrate Emily, le duele la cabeza, no mires su cuerpo.- me aliente a mi misma.

Luego de sacarle toda la parte de arriba, le coloqué, una camiseta Blanca para que él no sienta tanto el frío.

Ahora llegaba la parte de abajo, ahora si no mires de más por favor mujer.- pensé tragando saliva a la hora de irle sacando el pantalón junto con sus zapatos.

Tienes que pararte y colocarte tu pantalón de dormir.- le hablé suave, besando su cabeza.

Y así fue, Max se levantó y se colocó su pantalón y ayudarlo a echarse a su cama.

Ahorita vengo voy por unas pastillas, sí.- le dije arropándolo.

Cuando ya estaba por alejarme y salir, Max me jalo de mi brazo y me acercó a su rostro y me dio un beso.

Te amo.- me dijo él rozando sus labios con los míos, haciéndome sonreír.

Yo también, ahora si voy por las pastillas.- dije y me aleje de él para luego salir e ir por unas pastillas de paracetamol que tengo en mi cartera pues, mujer prevenida vale por dos y no solo eso las pastillas para los días rojos también están ahí.

Cuando encontré la pastilla las saqué y me dirijo hasta la cocina por un vaso de agua y algo para comer.

Yo dejé una bolsa de papas aquí.- me dije, ya que me acordé.

No tenía ganas de cocinar algo, así que preferiría lo más rápido, aunque sabía que no era sanó.

Juro que no me demore tanto abajo, porque cuando llegue me encontré un Max desnudo y cuando digo desnudo es por qué lo está como Dios lo trajo al mundo echado en su cama, todo destapado con los brazos y piernas abiertas a cada lado de la cama.

Max!, ¿Qué estás…?.- no termino de preguntar cuando él me dice.

Tengo calor, ven.- me responde haciéndome una seña con su mano derecha.

Amor.- trato de no reírme por la escena que me está regalando él, debería ser un momento caliente y erótico talvez, pero es que es muy gracioso la forma en la que Max está.

¿Esas, son las pastillas?.- pregunto en voz baja.

Si lo son, siéntate para que las puedas tomar.- le digo acercándome a él y tratando de no mirar de más.

(Este hombre es un sinvergüenza, no tiene nada de pudor).- Pero, que bien que te gusta mirar.- dijo mi mente.

Cállate, nadie pidió tu opinión.- me respondo.

Max se siente en la cama muy obediente y le entrego las pastillas junto con el vaso de agua que no duda en tomar la pastilla y el agua dejando el vaso en su mesita de noche.




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