EMILY
Aún era todo un sueño para mí, la gran sorpresa que me había dado mi King kon aquella noche, una inolvidable sin ninguna duda.
Pues, seguimos festejando los dos solitos en su habitación, testigo de nuestro amor.
Contemplo aún aquel precioso anillo que tengo en mi dedo anular de la mano izquierda, no he podido dejar de verlo, pues esto representa mi compromiso con mi hombre de ojos azules que ahora puedo llamar prometido.
Sé que, tal vez, les parezca muy pronto y no solo a ustedes, sino que a los demás el día que se enteren de nuestro compromiso.
Pero, Max y yo sabemos que, cuando hay más que solo amor, ya para que alargar algo que en algún momento iba a pasar.
Tú eres más hermosa que ese anillo.- escuche la voz de Max detrás de mí, ingresando al baño en donde yo estaba frente al gran espejo, pues recién acababa de despertar, después de una noche de sexo desenfrenado.
¿Seguro?.- pregunto mirándolo desde el espejo.
Más que seguro mi amor.- me contesto él abrazándome desde atrás, apartando una parte de mi bata para besar mi hombro desnudo.
Aún, no puedo creer que serás mi esposa.- dijo besando mi cuello y hombro, mirándome desde el espejo, presionándome más a su cuerpo.
Y yo aún, no puedo creer que serás mi esposo.- le seguí, cerrando mis ojos y disfrutando de sus caricias en mi abdomen y de sus deliciosos besos húmedos que repartía por gran parte de mi cuerpo.
Él ya se había bañado y alistado para el día de hoy, con un traje gris oscuro a su medida, con una linda corbata azul que le regale el día que me quede en su casa.
¿Por qué, no me despertaste?.- le pregunto dándome la vuelta para mirarlo cara a cara.
Te veías, tan hermosa, dormida, después de una noche deliciosa que no quise despertarte.- me respondió acariciando mi mejilla con mis manos en su pecho, donde se podía apreciar mi anillo que no dudo en besar mi mano en donde se encontraba su hermoso regalo y detalle.
Mm, pero no te pusiste a pensar que me quería bañar contigo.- susurró al rozar mis labios con los suyos.
Mm, no me provoques, que sabes que soy capaz de dejar todo por ti.- soltó un gruñido, presionándome mucho más a su cuerpo.
Además, tenía que terminar de organizar todo para esta noche.- dijo esto último haciendo que me separara de él, soltando un resoplido.
¿Por qué, no me dejas estar contigo esta noche?.- le pregunto ya sería, cruzada de brazos.
Amor, ya hablamos de esto, no quiero que te arriesgues, puede ser peligroso.- me contesto, tratando de buscar mi mirada.
Pero, puedo estar en otro lado, Henry y Rafael estarían conmigo.- le protestó mirándolo a los ojos.
No, aquí estás más segura.- se negó una vez más en dejar que yo esté presente esta noche.
Ya había pasado más de una semana desde nuestro compromiso, situación que fue la más hermosa, pero muy corta a la vez, pues hoy era el día en donde él enfrentaría a Jimena sí o sí.
He tratado de convencerlo en que me deje estar con él, pero el hombre es tan terco que decidió por los dos y aquí me tiene tratando de poder convencerlo una vez más.
Yo me enojé y no estuve para nada de acuerdo de que él esté solo en ese momento, no cuando nos enteramos de que Jimena no hace esto sola.
Hey, hey, mírame.- dije agarrándome de mi barbilla para que lo mirara.- Te prometo que estaré bien, no pasara nada, yo podré estar más tranquilo, sabiendo que tú estás bien y segura aquí.
Tú eres mi vida, ¿Acaso no lo entiendes?, me muero si a ti te pasa algo, no podría estar sin ti, mi pequeña, no puedo y me niego a que te pase algo.- dijo con voz entrecortada pegando su frente con la mía.
¿Y tú, crees que a mí no me dolería si a ti te pasa algo?.- le pregunto soltando pequeñas lágrimas, envolviendo mis brazos en su cuello.
Mientras que tú estés bien, yo no importó.- contesto serio y seguro de lo que hablaba tanto a sí que una sensación no tan agradable paso por mi pecho.
No hables así, tú tienes que estar bien, tenemos una boda que organizar, por qué tú no me dejaras sola aquí.- lo regañó apuntándolo con mi dedo en su pecho, escuchándolo reír.
Por supuesto que sí, mi amor, después de todo lo que hemos hecho anoche, creó que ya estamos haciendo un bebé.- río, para luego besarme intensamente, pero con mucho amor y sentimientos encontrados.
No sé por qué, pero siento que algo no está bien, y yo sé que no es reciente, pues este mal presentimiento y esos sueños horribles, no son para nada insignificante, al contrario, creó fielmente que es una advertencia.
Pero, como me hubiera gustado decírselo aquella mañana.
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MAXIMILIANO
¿Ya está todo listo?.- pregunto a Luca, quien estaba frente a mí y de mi escritorio dentro de mi despacho de mi casa.
Sí, ya tu papá, mando a tu mamá de viaje y ya los demás muchachos estar viendo todo el perímetro.- me respondió él seria y parado con sus brazos detrás de él.
¿Y Matilda?.- pregunto por ella, pues ya son varios días que no tengo comunicación con ella.
Están bien, no saldrán de casa para nada, ya se enviaron a un grupo de los muchachos con ella, están camuflados, nadie sabe quienes son.- volvió a responder, notando que sus ojos brillan al hablar de ella.
Hay pude darme cuenta, que Luca ya cayó y está más que coladito por ella, solo que el muy tonto es tan reservado que se niega a aceptarlo.
Mi nena tiene razón, ya lo perdimos.- pensé riéndome en mi mente.
Perfecto, entonces también avísame cuando mi papá y hermano lleguen, si, yo iré a ver si mi mujer ya despertó.- le digo parándome de mi lugar, pues ya eran más de las 5:30 p.m.
¿Qué volvió a dormir?.- pregunto al verme salir de mi despacho.
Sí, tenía el sistema nervioso muy alterado que la hice a que vuelva a dormir.- le respondo muy preocupado por ella.
Pues, la entendía, yo también tenía algo de inquietud, pero quise creer que era por lo de más tarde.