EMILY
Había sido días difíciles estando dentro del hospital, haciéndome pruebas respiratorias para ver cómo estaba mi pulmón dañado por aquella bala.
Fue una prueba muy difícil para mi dolorosa y muy desesperante, pues tenía que controlar mi respiración por mí misma, sin la ayuda del oxígeno, quien fue mi amigo y compañero en todos estos días 4 para ser exactos.
Sé que no fui la única que sufrió en todos los procesos, pues Max estuvo conmigo en todo momento, pues mi madre se salía de la habitación para no ver que es lo que me hacían.
Pues el doctor dijo que si no se me controlaban aquel daño, tarde o temprano podía tener una enfermedad en el pulmón y obviamente yo no quería eso, así que con toda mi valentía y fuerza agarrada de la mano de Max pase cada prueba.
A pesar del dolor y la falta de aire, me daba cuenta de que Max se hacía el fuerte, aunque podía notar que sus ojos se llenaban de lágrimas cada vez que me tocaba un examen.
A pesar de quedar tan exhausta, podía escuchar su voz cada noche pidiéndome que lo perdonara por qué, según él era su culpa y por más que yo le decía que no era así, no entendía razones.
Hoy es mi quinto día de estar aquí encerrada en esta habitación blanca y fría que ya no veo la hora de poder irme a casa.
Pues, aquel examen la pasé hace 3 horas y no me fue tan mal como aquellos 4 días atrás, pues hubo buenas noticias y es que ya puedo respirar mejor y con menos ayuda del oxígeno y eso quiere decir que en unos días posiblemente pueda salir de aquí e ir a casa.
He acabado de salir de la ducha con ayuda de una enfermera quien ha estado al pendiente de mí a pedido de Max, pues resulta que era un enfermero hombre quien me iba a ayudar, pero cuando el señorito supo de eso, por poco mata al pobre muchacho que solo hacia su trabajo.
Me pareció por un momento gracioso ver a Max muy celoso quien se enojó conmigo por 10 minutos y no aguanto más, pero, por otro lado, si me incomodaba mucho saber que un trabajador médico hombre me tenga que ayudar a bañar, lo cual se lo agradezco a mi King kon por dar el grito al cielo.
Hoy vendría Matilda sola, pues a pesar de que Max no ha querido decirme, sé que su hermana nos odia por todo lo que ha pasado, por un lado, la entiendo perfectamente, pero por otro nadie tiene la culpa de todo lo sucedido.
Bien, ahora ya está lista, le diré a su esposo que ya puede entrar.- me dijo la enfermera una vez que me ayuda en recostarme en la cama ya lista para tener visitas.
Yo al escucharla solo atine a reírme, pues sé que esto es obra de Max, pues se ha encargado de que toda especie masculina de este lugar sepa que estamos casados, aunque no es así, aún no lo estamos, pero pronto le podré decir esposo con todas las de la ley.
Ok, dígale a mi “Esposo” que ya puede entrar.- le contesté tratando de aguantar la risa, ya que si yo me reía me dolería hasta el alma por hacer algo tan sencillo.
Está bien, la veo después…- dijo dándome una sonrisa y saliendo de la habitación.
1,2…- fue contando en tiempo en la que él podía tardar en ingresar, hasta que veo la puerta que es abierta bruscamente, siendo mi “Esposo” el que entra por ahí.
Y wau, tardo solo 2 segundos desde que la enfermera salió.
Mi amor.- dijo al verme y cerrar la puerta detrás de él.
Guapo.- le dije al verlo con su traje negro hecho a su medida.
Pues había tenido una reunión importante sobre las acciones disponibles que dejaron los Ferreira, pues renunciaron a aquella alianza y han dejado a la empresa a cargo de ello, si estuve superpreocupada, pues eso podía hacer que la inversión y las ganancias se vean afectadas a causa de eso.
Por lo que sé, Vicente ha ido también junto a mi abogado como mi representante, pues por obvias razones no pude estar ahí.
¿Cómo estás?.- pregunto acercándose a mi dándole un beso.
Bien, no hace mucho, he salido de la ducha.- le contesté.
Mm... como me hubiera gustado ser yo quien te haya duchado.- ronroneo entre mi oído y cuello dando besos húmedos ahí.
Max…- murmuró su nombre al sentir cosquillas y la sensación de mi lívido subiendo a causa de eso.
¿Max qué?.- susurró en mi oído besando mi barbilla hasta llegar a mis labios.
Sabes que aún no puedo.- susurró agitada frente a él y a sus hermosos ojos azules y rozando mis labios con los suyos, oliendo aquel perfume que tanto me gusta de él.
Lo sé, pero en cuanto tú te recuperes, tú y yo haremos el kamasutra como yoga.- rozó sus labios con los míos.
Aja y yo te pondré en 4 y zurraré ese lindo trasero que tanto me encanta.- dije mirándolo a los ojos, tratando de aguantar la risa.
Ash, contigo no se puede, me quitas la calentura.- gruño.
Pues, si seguimos así, todos verán aquel pene erecto que tienes y tal vez una enfermera te pueda inyectar algo y te viola.- dije señalando su lindo bulto en donde estaba mi mejor amigo dueño de todos mis orgasmos.
Ok, tú ganas.- me respondió viéndolo reírse.
No quería quitar aquella hermosa sonrisa que él tenía, pero la angustia por saber qué había pasado, podía más que yo.
Quede hablar luego con mi abogado, pues él sabía muy bien que Max iba a contarme todo.
Amor, ¿Qué pasó?.- le pregunto tratándome de sentar.
Déjame te ayudó.- camino rápido hacia mí para ayudarme.
Y bien, ¿Me dirás?.- pregunto una vez más con una ceja alzada, escuchando un suspiro por parte de él.
Primeramente, estamos en las noticias.- dijo con su voz ronca, sentándose a un lado mío.
¿Qué?, ¿En la televisión?, esa era la razón por la cual mi familia ni él querían que yo viera la TV.
¿Cómo así?.- pregunto preocupada.
Los Ferreira quisieron denunciarme por asesinato.- me respondió.
¿Qué?, ¿Cómo es eso posible?.
A ver, ¿Qué?, ¿Por qué no me digites nada Max?.- dije enojada sintiendo cómo el enojo subía y la respiración se aceleraba.