Odio que te Amo

20

Capítulo 20.

28 de noviembre

La vida en Vancouver con mi tía Grace fue realmente lo que yo necesitaba para sanar. Desde el día que llegué todo había sido progreso para mí.

Mi preclamsia estaba muy bien monitoreada, mi estado de ánimo había mejorado muchísimo con ayuda de las terapias y los ejercicios de relajación y yoga que practicaba con mi tía cada hora de la tarde. Lejos del ambiente tóxico de Memphis y lejos de la presión de mi familia había logrado alcanzar la paz que tanto buscaba.

También me había apuntado a una universidad online, para sacarme el certificado de idiomas y de marketing digital.

Mantuve también el contacto con Maya con quien hablaba casi a diario y también con el Señor Elwoods con quien siempre hablaba después que su esposa murió... La muerte de la señora Elwoods fue muy dolorosa para mí, creo que después de lo de Kylian esa pérdida me ha marcado por completo. Ahora mismo me encontraba en una especie de retroceso emocional, porque estaba convencida de que la señora Elwoods alcanzaría a conocer a Milán, el nombre que juntos habíamos elegido como familia para nuestro hijo.

—Emilia— la tía Grace me llama desde abajo.

—¿Si?— contestó en un grito. Ya tengo 8 meses de embarazo, mi barriga está súper grande y me duele muchísimo la ciática.

— ¡Benji está aquí! — agrega en un grito. Me quedo paralizada.

«le dije que no viniera aquí, podía ir en tren»

Quiero caminar pero la ciática me paraliza. Ese dolor del más allá que cuado me agarra no me suelta hasta hacerme llorar. Me concentro en respirar para que el dolor pase, por eso no me molestó en contestar. Mi tía Grace se preocupa y enseguida sube las escaleras.

En un par de segundos los tengo parados a ambos dentro de la que es mi habitación.

—¡¿QUE SUCEDE?! ¿Viene el bebé?— Mi tía Grace cuestiona escandalizada. Y corre hacia a mi.

—¿Ahora? ¿De verdad?— Benji parece desorientado. Miró su lacia cabellera castaña despeinada y sus electrizantes ojos grises clavarse en mi.

—Es solo la ciática... Estoy bien — agregó sentándome con ayuda de ambos.

—Cielos Emilia, no me des estos sustos— agrega enojada, llevándose las manos al pecho en señal de alivió.

Benji también suspira aliviado.

—Estoy bien, joder.. No seas tan dramática — exhaló, aliviada de que él dolor pasé.

—No digas malas palabras, modifica ese vocabulario— la tía Grace me regaña.

—Vale, vale... Lo siento mucho — me disculpo no quiero armar una guerra, menos frente a Benji, hace un montón de tiempo que no nos vemos.

—Asi me gusta, ahora Alístate que tienen que llegar a Seattle antes de las 18— me presiona. Creo que no tiene ni idea que es tener a una personita en el vientre que pesa tanto como para dejarte sin aire.

—La verdad es que deberíamos irnos ahora. Te alistas allá... Debo conducir 143 millas, a 70 km por seguridad... Nos tomará como 4 horas llegar — Benji Musita con nerviosismo.

—¡Debí irme antes!— me quejo de pensar que estaremos tanto tiempo en carretera.

—Venga ya Emilia ¿que decimos de quejarnos y arrepentirnos? — La tía Grace usa la frase de más repetida de nuestras tardes de reflexión.

— no podemos cambiar las consecuencias de nuestras decisiones pasadas, pero sí podemos elegir aprender de nuestros errores para no repetirlos, conectar con nuestro presente es fundamental para calmar la ansiedad — repito nuestro lema de memoria.

—Muy bien— mi tía Grace me felicita y Benji aplaude, notó que hay cierto orgullo en su mirada. Me sonríe y yo le sonrió de vuelta, supongo que es nuestra forma de saludarnos. —Bien iré a empacarles comida decente para el viaje — mi tía Grace se levanta de la cama y sale con una rapidez tremenda de mi habitación.

— ¿Necesitas ayuda para empacar?— Benji de ofrece. Me niego con la cabeza.

—Te lo agradezco, pero hemos hecho la maleta ayer— señalo hacia su derecha, él sigue mi dedo con la mirada hasta encontrar mi maleta de pie en la salida de la habitación. —Mi tía Grace es una maniaca del orden.

—Ya veo... — agrega con un tono de voz distante. Algo sucede, lo notó — ¿Entonces te espero abajo?— Pregunta. Yo lo miro confusa, La última vez que hablamos (hace un par de semanas atrás) todo fue diferente.

—¿Estás saliendo con alguien?— le pregunto directamente. No quiero que sienta que debe guardarme alguna especie de respeto.Benji abre los ojos como platos. Está alucinado de que se lo pregunté tan de repente.

— No tenemos que hablar de eso precisamente ahora Emilia... Además las cosas se podrán incomodas— Mira al suelo con vergüenza. Quiero ahondar en el tema pero la tía Grace aparece e interrumpe nuestra conversación.

—aqui está el almuerzo, la merienda y bocadillos saludables para comer si les da ansiedad. No quiero que coman basura en el camino — agrega entregándole a Benji un maletín enorme.

—¡Esta pesado!— agregá quejándose un poco.

—no seas quejica, lo he subido yo sola— Mi tía Grace agrega y luego corre hacia mí. Me toma el rostro con sus manos y me habla. —No te estreses por situaciones que tú no puedes cambiar, ignora comentarios de personas que no aportan nada a tu bienestar, cuándo sientas angustia quédate cerca de Benji, y si la situación te supera llámame, cogeré un vuelo y me iré de inmediato a tú lado — asiento ante todas sus indicaciones con los ojos llenos de lágrimas. Amo a mi tía Grace, sin ella estaría hundida en el mismo hueco de antes.

Ella me da un beso en la frente luego un beso a mi panza. Después de eso yo la abrazó con fuerza. —Te amo tía Grace, gracias por todo, no me he ido y ya quiero regresar — le digo mirando de reojos a Benji. Parece incómodo mirando a todos lados.

—Pronto estaremos juntas otra vez, y con nuestro bebé Hygge— me arregla el cabello, sonrió a recordar cómo bautizo a mi hijo con esa palabra de origen danés que hace referencia al disfrute de lo cotidiano, Hygge es comodidad, calidez y sensación de felicidad en un lugar seguro. Para mí la tía Grace era también Hygge...




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