Capítulo 25.
Emilia
Son las 4 y media de la mañana y Milán no deja de llorar. No se que tiene, ya he revisado su pañal, le he dado de comer, lo he abrigado bien para que no sienta frío, lo he arrullado y nada... No se calla.
Estoy llorando también, estoy al borde del colapso. No se qué hacer, no estoy preoara para esto, Dios soy una madre horrible, ni siquiera puedo cuidar bien de mi bebé.
Salgo desesperada del cuarto en busca de mi tía Grace, de mi madre, de Crystal o de alguien que me pueda ayudar a calmar a Milán.
Todos duermen, todos a excepción de Benji que está sentado mirando a la nada en la cocina. Parece que algo le sucede pero no hay tiempo para hablar.
— ¡No se que le sucede! ¡No deja de llorar! — estoy desesperada.
—Voy por ayuda, no te muevas — Dice caminando en dirección al salón.
—No, no por favor cógelo— estoy demasiado nerviosa las piernas me tiemblan, también las manos. Estoy al borde del colapso.
—Bien, tranquilízate...— Benji toma Milán quien continúa enojado llorando y Comienza a darle un par de palmadas suaves en la espalda. Un erupto enorme sale y el niño deja de llorar como por arte de magia. — Parecía que tenía un gas... — agrega sonriendome levemente.
Siento alivió de que haya sido algo tan fácil como eso,pero me da vergüenza que no se me haya ocurrido eso... Soy una madre horrible... Siento ganas de llorar y no lo puedo controlar, cosa que me hace sentir mucho más avergonzada.
— No pensé en eso, vamos no pensé en nada. No soy buena en ésto. Que vergüenza... Digo hasta tú que eres un chico lo has resuelto ya iba a despertar a todos...—
— Tengo un hermano menor Emilia, he visto a mi madre cuidar de él, en cambio este es el primer bebé que has visto en tú vida. Creo que lo estás haciendo muy bien — me sorprende lo cómodo que está mi hijo en sus brazos...
—Lo dices para hacerme sentir mejor...— agregó limpiandome las lágrimas con vergüenza.
Me alegró que mi madre aparezca en el humbral de la cocina.
—Escuché al bebé llorar ¿Está todo bien? —pregunta.
—Si, Ahora a soltando un gas pero se sigue quejando —
—puede ser cólicos ¿has logrado que tomé el pecho Emilia?— Me niego con la cabeza.
— No consigo que el niño pueda engancharse al pecho— agrego triste. Mi madre toma a Milán.
—Pues debes hacerlo, esa leche que está tomando no le sienta bien...— agrega tocando levemente su estómago. Me asustó al ver que el niño comienza a llorar otra vez.
—¡¿Que hago?!—Estoy desesperada.
—Hay que llevarlo a urgencias...— Madre agrega y entró en crisis.
— ¡Ve por tus cosas! Voy a encender el auto!—Benji Musita y yo reaccionó. Corro por el bolso del bebé, mis zapatos y también una manta.Cuando bajo, mi madre, Benji y Milán ya estaban dentro del auto.
El camino al hospital es corto pero muy difícil, Milán vuelve a llorar descontrolado. Y yo siento que mi corazón se sale con cada lágrimas suya. Apenas llegamos nos atienden de inmediato.
—¿Sois los padres?— el pediatra se dirige hacia nosotros. Asentimos.
—¿está bien mi bebé?— cuestionó con angustia.
—Si, que bueno que lo han traído. Han tomado una buena decisión a pesar de ser muy jóvenes para esto...— El doctor nos mira con un tanto inconformidad, seguro se le pasa por la cabeza que somos dos niños intentando cuidar a otro niño. — ¿Cuantos años tienen?— cuestiona sin tapujos. Comienzo a dudar de mi, seguro he hecho algo mal y por eso mi bebé está aquí.
—¿Eso es relevante?— Benji me toma de la mano y se coloca a la defensiva.
— Si, lo es. Necesito cerciorarme de que pueden cuidarlo y que saben como hacerlo—
Agrega mirándome con un ápice de desprecio.
—¿Que tiene nuestro hijo?— preguntó sumida en la angustia.
—deficiencia de lactasa del desarrollo. Esta afección, por lo general, dura solamente un corto tiempo después del nacimiento. Aun así es molesta porque causa cólicos, diarrea en intolerancia— el Doctor nos da el diagnóstico de una vez.
— ¿Que debemos hacer?— preguntó.
—Ves que la edad si es relevante, si hubiesen planificado el embarazo tendrían información de todas estas cosas — el doctor me da un golpe a la moral.
—¿Nos está diciendo que todos los niños recién nacidos nacen con deficiencia de la lactasa del desarrollo y que todos los padres primerizos saben que hacer en estos casos?— Benji contesta cabreado.
—No, yo no he dicho eso. Muy pocos bebés pasan por este cuadro. Solo digo que sois muy jóvenes — el doctor parece intimidado.
—Y vuelvo a preguntar ¿En que es relevante nuestra edad? — el doctor iba a contestar Benji lo interrumpio—Ha dicho que hemos hecho bien en traerlo, que no es algo que le da todos los bebés por ende no tenemos por qué saberlo... Y pese a todo, ve que estamos angustiados, que mi esposa tiene no sé cuántas horas sin dormir, y viene usted a tocarnos los cojones con mierdad moralistas ¿De verdad? —
—Benji, está bien...— intercedo el Doctor nos mira avergonzado.
—Lo siento. Fue inapropiado. El bebé está bien, le hemos cambiado la leche para una especial sin lactosa, pasará lo que queda de madrugada noche aquí solo por medida de seguridad, y en la mañana lo verá un especialista para indicarle la dieta que debe seguir la madre— se levanta y se marcha sin más.
—¡Esto es increíble!— Benji se levanta de la silla molestó.
—Ya paso, solo cálmate un poco...—le digo dándole la mano. Él solo suspira. Y antes de que pueda decirme algo la enfermera llega y nos lleva a la habitación con Milán.
Mi bebé está tranquilo en una cunita durmiendo plácidamente y siento un alivió tremendo de que sea así. Lo beso tiernamente y no puedo evitar llorar de felicidad.
—él está bien Emilia tranquila— Benji me abraza y Siento mucho alivio de que él esté conmigo.
—¿Pero que te ha pasado en el cuello?— me sorprendo mucho de ver marcas. El se aparta de inmediato y se acomoda la sudadera.