36. Parte 2

Final parte 2

Emilia

—¡Benji!— exclamó, le miro con tristeza. No me gusta que me trate así. Me mata su indiferencia.

—Revisalos, luegos los dejas ahí, firmaré después de ducharme — Me acercó para ayudarle porque lo veo caminar mal.

— estoy bien, concéntrate — me rechaza. Se presiona por demostrarme que aunque se este muriendo de dolor, no recibirá mi ayuda. Primera vez que lo veo tan decidido a dejarme.

Toma ropa del bolso y entrá al baño.

Lo amo pero no puedo decirle lo que siento, cada que lo intento me quedo muda, las palabras no me salen. Es como si tuviese una especie de bloqueo emocional que me impide avanzar. Se que Benji solo necesita escucharme decirle que después de Milán, el es la persona más importante en mi vida, y que no deseo estar con nadie más que no sea él.

Doy vueltas de un lado a otro y camino en círculos por toda la habitación. Kylian me hizo tanto daño que hasta ahora pago las consecuencias. Me volvió tonta, insegura, introvertida e incapaz de decir lo que siento.

—¡Tienes que poder Emilia!— me animo a mi misma. Escuchar que la ducha se apaga.

Me invade el calor, me quitó el Blazer, paso las manos varias veces por la falda ajustada de mi vestido vinotinto floreado, me arreglo un poco el cabello. Luego suelto varias veces el aire intentando calmarme pero nada funciona.

La puerta de abre y Benji sale con una expresión más relajada como su ropa: pantalones de algodón con patrón de ajedrez clásico, en un tono rojo con negro, y una camiseta de algodón blanca de mangas cortas.

Aún así pasa de mí y camina hacia la carpeta. La toma y se sienta con un poco de dificultad en el sillón que está justo al lado de la cama de hospital. Luego me mira por fin con una frialdad que no es propia de él.

— ¿Ya está?— me pregunta.

—No...— contesto mirándole embobada.

—¿No?— cuestiona

—No— le contestó.

— Bueno, entonces firmaré yo— Se intenta levantar otra vez. Camino hacia él. — dije que no quiero tú ayuda Emilia, gracias — agrega con desagradó.

— Tampoco iba a ayudarte — reclamó y lo empujó para que vuelva a sentarse sin ni una pizca de sutileza. Benji se queja del dolor.

—¡joder! ¿Que hacés? ¿Estás loca?— me reclama llevándose las manos a donde evidentemente le duele. Se que no está bien pero perdí la paciencia. Su actitud y la mía me dan vergüenza. Esto no es lo que fuimos, no es lo que somos, ni lo que seremos.

— Ya basta, acabemos esta tontería de una vez por todas — le digo atracandole la carpeta de las manos y sacando los papeles del divorcio para proceder a romperlos en pedazos. Él me mirá.

—¿!Por qué los rompiste Emilia!? ¡¿Que sucede contigo!? —

—Es que no lo quiero Benji— me colocó a su nivel.

—¿Cómo qué no lo quieres? Estuviste insistiendo varias veces cada que yo intentaba retrasarlo. Ahora que por fin lo puedo firmar, y que puedo dejarte libre, de repente ya haz cambiado de opinión por arte de magia... — hace una pausa y me mira con el ceño fruncido, está esperando que diga algo pero yo estoy muda otra vez — ¿Solo porque tuviste un estúpido ataque de celos? Eres egoísta y realmente no me quieres ni un poco Emilia— agrega

— Te amo...— lo suelto por fin. Mirándole a los ojos. El corazón me late con fuerza y me siento como una niña que se confiesa por primera vez a su Crush.

—¿Me amas? — él alza una ceja incrédulo y sonríe con sarcasmo. No parece creerme y no entiendo porqué...

— Es lo que acabo decirte ¿ acaso te causan gracia mis sentimientos?— estoy enojada y mucho, me ha costado tanto poder decirle lo que siento y su respuesta ha sido una interrogante y una sonrisa sarcástica. Me voy a levantar, és evidentemente que está enviciado por lo que la otra le da, que al final siempre pesa más que el amor.

Benji me toma del brazo y me vuelve a halar hacia él con tanta fuerza que caigo de culo encima de él.

— Jamás me burlaría de tus sentimientos Emilia — me susurra en el oído y puedo sentir como mi pulso se acelera.

Siento su respiración en mi cuello y la piel se me eriza ante el simple contacto del aire. Deseo que sus manos bajen a mi cintura, pero están ocupadas sosteniendo mis hombros para que no me escape ¡JA! como si fuera a ir algún lado, realmente no cree que lo amo de todas las formas en las que se pueden amar a alguien.

Me liberó de su agarre y me pongo de pie con la única intención de volverme a colocar en la misma posición de antes pero está vez de frente. Me levanto un poco el vestido y abro las piernas para poder sentarme. Me acomodó como puedo, no hay necesidad que le diga lo que quiero que haga, porque coloca sus manos en mi cintura para sostenerme y me atrae hacia él. Mis manos quedan libres coloco una en su rostro y la otra en enredó en su cabello húmedo, luego me acerco con la intención de besarlo con unos nervios terribles de que me rechace. Si lo hace, no lo soportaría. Clavo mis ojos en los suyos, luego pego mi frente a la suya.

Benji suelta una exclamación ahogada y se queda sorprendido durante unos instantes, como si mi reacción lo hubiera cogido por sorpresa. Tomo un poco de aire y también valor, quiero besarlo y no me importa si me rechaza, o se arrepiente luego.

Para mí enorme fortuna, eso no sucede. Nuestro labios no solo se buscan, sino que se se juntan en el beso más deseado, intenso y profundo que haya tenido alguna vez en mi vida. Uno que ata y desata al mismo tiempo lo que estaba oculto, y se añoraba. Uno que despierta en mi un cosquilleo que recorre mi cuerpo entero, desde el pelo hasta la punta de los pies y que me hace presionar su cuerpo contra el suyo. Noto un calor repentino en las mejillas que se traslada hasta mi parte entrepierna. La ropa me molesta quisiera que me la quitara. Benji mete las manos por debajo de mi vestido y me acaricia la espalda, yo hundo las manos en su pelo, separo mis labios se los suyos y los clavo en su cuello. Siento el como el bulto se tensa en sus pantalones, me quedo sin aliento y es más que obvio que la situación se salió de control, pero no me importa. Vuelvo a besarlo y del fondo de su pecho surge un gemido, pero la incomodidad del dolor parece ganarle la batalla y le hace retirarse hacia atrás.