"Un amigo es aquel que te da la libertad
de ser tú mismo."
(Jim Morrison)
*
- ¡Bienvenida!
La chirriante voz de mi hermana me ataja en cuanto abro la puerta del vehículo.
Nos perdemos en un abrazo interminable. Hace solo dos semanas que no la veo, pero la extrañe demasiado.
Desde que Romi se mudó a Harvard me sentí un poco vacía, teníamos pequeñas costumbres como la de estar hasta cualquier hora en el cuarto de la otra hablando de lo que fuera, o ir juntas a clases de yoga o Pilates. Aunque soy malísima, y ella es espectacular, nunca deje de intentarlo porque era una excusa para estar juntas. O como cuando me despertaba una pesadilla me metía en su cuarto y dormía en la cama libre que había puesto específicamente para eso. Ella nunca me preguntaba por mis pesadillas, esperaba que fuera yo quien se abriera y si no lo hacía, me respetaba. No sé, compartíamos cosas...
El día que la conocí ella era casi tan alta como yo. Estaba nerviosa y me miraba con recelo.
Claudia y papá nos dejaron solas en mi cuarto. La invite a jugar con mis muñecas y ella se sentó con miedo pero después de unos minutos abrió una pequeña cartera, que traía consigo, y sacó una barra de chocolate con pasas, lo partió y me dio la mitad.
Fue nuestra ofrenda de paz.Odio el chocolate con pasas, pero lo comí.
Todavía lo odio. Ella no lo sabe, pero siempre que me regala uno lo acepto. Solo lo haría por ella.
- Gracias- susurro en su oído mientras mis ojos se pierden en el enorme edificio que estas a sus espaldas.
- Lamento que mamá y Byron no hayan podido venir...
- Yo también- respondo resignada y me giro para sacar mi bolso del vehículo.
- Tendrás que conformarte conmigo - Sus manos se levantan en el aire y gira como si tuviera la necesidad de que la notara, aunque con eso se gana las miradas de varias personas a nuestro alrededor.
Niego con la cabeza, Romina no conoce lo que es el pudor. Supongo que se acostumbró a no ser invisible por su belleza latina. Los padres de Romina son Argentinos, aunque ella es americana, norteamericana, Claudia me reprendería diciendo que los americanos son todos los de América y no solo nosotros. Volviendo a mi hermana, ella es de estatura baja, pero tiene curvas llamativas para lo pequeño de su cuerpo. Siempre lleva el pelo negro, su color natural y largo por la cintura, sus ojos son negros y enormes, aunque le encanta llevar lentillas a veces verdes, otras azules. Pero lo que más destaca de ella es su personalidad, es simpática por naturaleza, la gente se siente atraída a ella como si fuera un foco y todos los demás fuéramos polillas dispuestas a quemarnos.
- ¿Estas segura que quieres quedarte aquí?
Romina entrelaza su brazo con el mío y ambas miramos la enorme edificación que será mi hogar por el próximo año.
- SI, quiero llevar una vida normal y por aquí se empieza ¿no?
- Podrías quedarte conmigo...
Todos los alumnos de primer año conviven en una residencia compartida y a partir del segundo año se les asigna una casa, se supone que es al azar pero papá ya se encargó de tener reservada mi plaza en Dunster, la casa que eligió mi hermana.
- Podría, pero quiero vivir la experiencia completa.
Ayudamos al chofer, que me trajo hoy, con las valijas y subimos al que será mi cuarto. Está claro que no puedo escapar de los privilegios de ser una Brown por lo que mi habitación es una de las pocas con baño privado y lo comparto con dos chicas, que todavía no conozco.
Apenas pasamos la entrada del edificio me llega una notificación al celular. Se me agrego a un grupo cuyo nombre es "COMPIS"
Número desconocido: Hola! Soy Bethany, las espero en el cuarto.
Número desconocido: Tu energía positiva me da nauseas. Soy Soledad.
Bethany: Jajaja nos vamos a llevar bien.
Soledad: Seguramente no.
Sonrió y guardo el celular en mi pantalón vaquero antes que la caja con porquerías que traje se caiga al suelo y desparrame todas mis vergüenzas.
- ¿Golpeo?- pregunto nerviosa dirigiéndome a mi hermana.
- ¿Para qué?- Romina levanta sus hombros- es tu cuarto.
Suspiro y hago malabares con la caja para meter la llave pero la puerta se abre de un movimiento brusco.
- ¡Hola, hola!- una voz, demasiado, alegre me recibe en la entrada.
- Hola
Sonrío abriéndome paso mientras la chica me quita la caja de las manos y camina unos pasos por delante.
- Elegí la cama más cerca del baño, espero no te moleste- señala una cama a medio hacer llena de cajas - Si la quieres puedo cambiarla ¿Eres Ofelia? - Estaba por responder cuando me interrumpe- Si, debes ser Ofelia, Soledad no parece del tipo que sonríe.
Me quedo en silencio observándola, porque no sé si se detendrá o continuará hablando. La chica deja la caja en una de las camas deshechas y se gira sobre sus pies, colocando ambas manos en su cintura.
- ¿Hable demasiado?- su rostro parece desilusionado - Lo siento, siempre lo hago.
- Me agrada- le digo mirando todo a mí alrededor- Y sí, soy Ofelia. Supongo que tú eres Bethany.
Bethany es una chica exótica, es guapa, muy guapa de hecho, y si tuviera que definirla en una palabra en estos pocos segundos sería ALEGRÍA. Bethany es alegría. Tiene un cabello maravilloso. Es mota, con volumen y rojo intenso que, por las pecas de su pálida piel, supongo que debe ser natural. Sus ojos son de un verde extraño, supongo que pueden ser lentillas.
Su mirada de pronto se posa en mi hermana y sus ojos se abren como platos.
- Lo siento, no te había visto...- se disculpa y un tierno rosa tiñe sus mejillas - Por favor dime que no eres Soledad...- la súplica en su voz nos hace reír a ambas.
- Tranquila- Romina sonríe y sé que habla en serio- Soy su hermana - me señala con el pulgar y comienza a sacar maquillajes de mis cajas y a acomodarlos en una pequeña cajonera que hay a los pies de mi cama.