Ofelia

6.

"El destino es sabio, 

sabe bien a quien ponerte en el camino, 

ya sea para que se quede contigo, 

o para que te deje una gran lección."
(El sombrerero loco, Alicia. Lewis Carroll)
 


*

El día corrió a paso lento, de alguna manera no quería que llegara la hora de mi falsa cita. Estoy nerviosa, ansiosa o no sé cómo. Soy una mezcla de sentimientos, lo único que tengo claro es que elegiría no salir, porque en el fondo odio a Xander.

Pase todo el día sin entrar a Instagram, simplemente para no ver el odioso, pero nada desagradable, rostro de Xander Hunter. Es que no puedo creer como tiene tiempo de subir tantas historias ¿Acaso no estudia? ¿Qué? No se sorprendan porque también lo siga, él no va a hurgar en mi privacidad sin que yo me lleve una tajada de la suya también. Solo es eso...

No soy muy fanática de la aplicación. Tengo miles de seguidores, por mi apellido, de los cuales solo debo conocer unos cien, pero me gusta estar al tanto de la vida de mi familia y mis pocos amigos o sea: Liz. Bueno, ahora tengo a Sol, Beth y Jay, pero no cuentan si los veo todos los días. En cambio Xander tiene unos cuantos más que yo y parece interactuar con muchos de ellos, sobre todo con las mujeres. No sé porqué me sorprendo.

No sé dónde iremos, por lo que tampoco sé qué ponerme. Pero no pienso darle libertad para que piense que me pase el día pensando que usar para impresionarlo, por lo que mi elección fue simple. Un jean arremangado, unas converse negras y una remera batik negra y blanca. Deje mi pelo suelto con sus ondas naturales y mi maquillaje natural. No uso perfumes muy fuertes, mi favorito es una mezcla de coco y lima, exquisito.

— Me voy— aviso a mis amigas que estaban cada una metida en sus libros.

Ambas levantan la mirada con una sonrisa pícara. Agradezco que ninguna diga nada.

En mi bolso guardo la billetera, el celular, las llaves y mi gas pimienta.

— ¿Y eso para qué?— pregunta Beth divertida.

— ¿Cómo sé que no es un degenerado?

Hablo enserio y no entiendo porque mis amigas estallan en risas.

— ¡Ofelia, por favor! — Exclama Sol divertida— No seas exagerada...

— Cuando no vuelva, no quiero que pongan carteles con mi foto pidiendo por mi eh...— digo en tono dramático con una enorme sonrisa — el gas se viene conmigo y si intenta acercarse, los juro por mi vida que lo baño completo.

— Fifi si vas con esa actitud no disfrutarás...

— Beth, no voy a disfrutar. Les recuerdo que esta cita solo sucederá porque Xander me gano haciendo trampa.

— Claro...— el comentario de Sol me hace mirarla con odio, pero ella no me mira. Su mirada está clavada en su libro de Mates.

Niego con la cabeza y abro la puerta.

— ¡Suerte!— exclaman las dos.

Les enseño mi dedo medio y salgo.

Xander me pidió que lo buscara abajo, algo ridículo teniendo en cuenta que nuestros cuartos están pegados. Pero, mientras bajo en el ascensor y reviso mi Instagram lo entiendo. Una de sus historias es con la chica de la clase de Economía, están abrazados y ella deja un beso en su mejilla. Tiene lógica, tal vez no quiera que ella nos vea salir juntos ¿Por qué insistiría en salir si está con ella? Niego con la cabeza, es imposible intentar entender a la persona más irritante que conozco.

Cuando salgo del edificio me encuentro a Xander con la cabeza metida en su celular, como es de esperarse en él. Me quedo de pie en la puerta observándolo y no sé muy bien porque lo hago. Está apoyado en su vehículo, el que habría ganado si no hubiera hecho trampa, es un hermoso Mustang negro con franjas blancas en el capó. Él está vestido como siempre, bien. ¿Qué? Tampoco voy a decir que se viste mal solo porque me cae fatal. Tiene un vaquero negro y una camiseta blanca con una chaqueta de cuero, simple pero le queda bien. Va con su estilo relajado.

Para mi desgracia, levanta la mirada y me encuentra viéndolo desde la puerta de la residencia y en 3,2, 1... si, su maldita sonrisa soberbia. Pongo los ojos en blanco y camino hacia donde esta él.

— ¿Deleitándote con la vista?

Ladeo la cabeza y lo miro a los ojos...

— ¿Siempre fuiste así de engreído?

Sonríe. Siempre que lo hace parece que toda su arrogancia se pierde y solo queda un niño bonito. Para mi sorpresa camina hasta abrirme la puerta e invitarme a entrar a su vehículo. Mi cara de sorpresa debe ser monumental porque sonríe y baja la mirada al piso, luego la levanta y sin que me lo espere me deja un beso en la mejilla.

— Aunque no lo creas soy un caballero— susurra en mi oído.

— Tengo gas pimienta, si vuelves a hacer eso terminaras en el hospital.

Su carcajada casi contagia mi sonrisa pero la contengo. Me siento y con una sonrisa, imposible de contener, lo observo dar la vuelta por el espejo retrovisor. Cuando se acomoda en el interior mi rostro volvió a estar serio, como debió estar siempre.

— ¿Dónde vamos?— pregunto colocándome el cinturón.

Xander da arranque al vehículo y el motor me hace vibrar de una forma intensa. Tanto que tuve que presionar mis muslos y ruego que no se haya dado cuenta.

— A jugar billar...— sonríe y acelera, dejando atrás la residencia — el otro día parecías muy segura de jugar al billar.

No respondo.

— ¿Te parece bien?

Levanto mis hombros, pero no saco la mirada de la calle.

— Da igual, si haces trampa todo da igual— no lo observo pero noto cuando sonríe y larga el aire por la nariz.

— Prometo no hacerlo esta vez...

— ¿Entonces admites que hiciste trampa?— me quito el cinturón y me acomodo para mirarlo.

— Puede ser que tal vez haya habido un movimiento involuntario de la mesa de futbolín...

— ¿Involuntario?— levanto un poco la voz.

— Involuntario— asiente con la cabeza.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.