Ofelia

7.

"Todos nos volvemos un poco locos a veces..."
Psicosis - Alfred Hitchcock
 


"—Ofelia...

Me remuevo incómoda, tengo frío.

— Ofelia, mi amor...

Mis ojos se separan en una mínima rendija para dejar pasar un poco de luz y sus enormes ojos color esmeralda me reciben. Sonrió.

— Es un hermoso día. Tenemos que comprar nuestro árbol cariño.

Sin decir una palabra me levanto corriendo y mamá se ríe.

Caminamos de la mano por las calles de un pintoresco pueblo, la gente nos saluda y mamá es feliz. Yo soy feliz.

Compramos un bonito árbol que decoramos cuando llegamos a casa.

Mamá trae galletas y sonríe mientras las deja en la pequeña mesa frente a la chimenea. Pero todo se oscurece y solo las luces titilantes del árbol iluminan la sala.

— ¿Mami?— mis ojos se llenan de lágrimas.

El frío se apodera de la sala. La puerta se abre con un golpe seco y la mujer de blanco camina hacia mí con un enorme libro en la mano.

— Ofelia— sonríe tomando asiento en su enorme y oscura silla mecedora — ¿Sabes porque tu madre te puso así?

Mi silencio es por el miedo, no me gusta hablar en su presencia.

— ¡Responde bastarda!— me grita escupiendo.

Niego con la cabeza, sosteniendo mis pequeñas piernas entre los brazos.

— Ofelia era obediente, callada y sumisa — sonríe y su rostro se llena de arrugas— así es como debes ser, pequeña bastarda...— sus cuencas vacías me observan, es como si en realidad pudiera verme a través de ellas — ¿Sabes que paso con Ofelia en la historia?

Vuelvo a negar con la cabeza.

Ella sonríe, su sonrisa es horrible, toda ella lo es.

De pronto dejamos de estar en la sala. Estamos en un bosque, un río... hace frio, mucho frio y estoy completamente mojada.

— Se ahoga como una perra— sostiene mi cabeza debajo del agua — ¡muérete! — me grita tan fuerte.

No tengo aire, no puedo respirar....

— ¡Fifi! ¡Fifi!"

— Ofelia— alguien sacude mis hombros y me despierto agitada, llevo las manos a mi cuello...

— Estas bien amiga— los brazo de Beth me contienen. Lloro, estoy ahogada con mi propio llanto.

— No pasa nada— es la voz de Sol la que me sorprende a mi costado.

— ¿Qué paso?— me obligo a calmarme.

— Comenzaste a gritar de la nada y llorabas.

— Lo... lo siento— tengo mucha vergüenza por haber interrumpido su sueño.

— ¿Qué fue eso?— Sol me observa como si tratara de leer mi mente.

— Una pesadilla demasiado real, supongo.

Ambas asienten y Beth se ofrece a acostarse conmigo. La observo extrañada, nadie había hecho eso antes. Asiento y le hago lugar a mi lado. Sol se acomoda en un costado y para cuando nos queremos dar cuenta las tres estamos dormidas hasta el día siguiente.

Ya paso una semana completa desde que pague mi apuesta con Xander. Él no volvió a molestarme con la música, tampoco me dirigió miradas con su, insoportable, sonrisa. No hubo golpes en mi pared, ni mensajes en mi celular. De hecho, podría decir que hizo de cuenta como si esa noche no hubiéramos compartido un montón de cosas.

No me molesta, creo que es lo mejor. El continúa sus días con el brazo de su chica colgando del suyo y con todos sus amigos que parecen salidos de una revista de moda. Si, de vez en cuando lo observo, es hipnótico. Cuando escucho su risa no puedo evitar buscarlo con la mirada, es solo que quiero volver a ver una sonrisa verdadera. Pero no la hay ¿a qué me refiero? Esa noche que salimos Xander sonrió de forma diferente, cuando estábamos en el césped su sonrisa no era irritante, era cálida y cuando está con los demás no lo veo sonreír así ¿Por qué? No es que me importe, solo soy muy curiosa y mamá decía que la curiosidad mato al gato. Entonces ¿Por qué no hago caso al único recuerdo que tengo de mamá? Siempre que me metía a escondidas en su cuarto para sacar chocolates me decía que no estaba bien hurgar en las cosas de los adultos y que la curiosidad había matado al gato por no medir los riesgos y acá estoy, tratando de adivinar porque Xander Hunter no se ríe con los demás como lo vi sonreír la semana pasada.

— Listo— Jay me devuelve los apuntes de álgebra que había tomado y me obliga a volver al mundo real — gracias ¿estás bien?— pregunta con curiosidad.

— Si, solo un poco distraída. No dormí bien.

Sol y Beth se suman a nosotros, estamos los cuatro tomando un café debajo de un árbol. Cuando veo a lo lejos asomarse a mi hermana con su amiga Kiara. Su sonrisa se ilumina cuando me ve y me pongo de pie para abrazarla.

— Si sabía que te vería menos ahora que antes te hubiera convencido de ir a estudiar a otro país— susurra mientras me abraza — ¿Estas bien?— me observa con cautela— ¿Otra pesadilla?

Asiento en silencio, de todas las personas del mundo ella es a la única que no puedo engañar.

— Ya pasaran, necesitas relajarte.

Nos acomodamos con Kiara junto a mis amigos y comenzamos a charlar de las clases y las últimas novedades de dramas amorosos de los alumnos, aunque no conocemos a la mitad.

— Hablando de eso... — Mi hermana sonríe y arranca una pequeña cantidad de césped— ¿Qué pasó en tu cita? No me contaste...

— ¿Qué cita?— Jay parece sorprendido y es que claro, no se lo había contado.

— No fue una cita...— los corrijo.

— Sí, claro— Sol toma un sorbo de su bebida y me mira con sorna.

— Xander y yo apostamos, perdí la apuesta y tuve que ir a una cita con él.

— Entonces si fue una cita.

Lo observo divertida, si no fuera porque sé que está enamoradísimo de su novia creería que esta celoso.

— No, no es una cita si solo una parte quiere salir y la otra no. Yo no quería salir...— aclaro.

— ¿Pero cómo te fue?— pregunta Romina interrumpiendo mi estúpida, e incomprensible, necesidad de darle explicaciones a Jay.




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