A las ocho de la mañana golpeó sutilmente la puerta del cuarto de Xander.
Nadie sale, me apoyo en la pared y espero. Un minuto más tarde Xander se asoma y sonríe, no es su sonrisa soberbia. Es su sonrisa sincera, esa que me encanta.
— Hola Ofelia— se acerca y sujeta mi cintura.
— Hola Xander— sello nuestros labios y en segundos su lengua había invadido mi boca para encontrarse con la mía.
Su cuerpo presiona el mío contra la pared y un gemido es ahogado por nuestros labios.
—Hunter...— lo obligo a calmarse — estamos en el pasillo — susurro.
Sonríe, se aleja y entrelaza sus dedos con los míos.
Caminamos hasta el estacionamiento y entramos en su auto.
— ¿Lista?— pregunta encendiendo el motor.
— ¡Sí!— exclamo entusiasmada.
Realmente me entusiasma conocer a Xander en un entorno diferente al de la universidad. En el poco tiempo que lo conozco, aprendí que es una de esas personas a las que no puedes juzgar por lo que se ve a simple vista. Es como Sol y, tal vez, un poco como yo. No nos mostramos como realmente somos.
Mientras salimos de la zona trasera de la residencia, vemos llegar a Jay trotando. Se quita los auriculares, se frena y nos observa. Solo levanto mi mano y lo saludo con una sonrisa.
Él ni siquiera responde.
— ¿Qué le pasa? — El gesto de Jay no pasó desapercibido para Xander tampoco.
— Sinceramente... no lo sé— susurro mirando a Jay por la ventana mientras nos alejamos.
— Creo que le gustas...— anuncia con la mirada fija en el camino.
— ¿Qué? ¿Cómo?— su comentario me toma tan de sorpresa que no consigo asimilarlo— ¿Estas celoso Xander?
— Si fueras mi novia lo estaría...— responde sin siquiera mirarme y me siento incomoda. Muy incómoda. No quiero que piense que me estoy dando un lugar que no me corresponde, esa no era mi intención.
— ¡Jódete!— respondo molesta, volviendo a mirar por la ventanilla.
— Ofelia...— lo ignoro — Ofelia— su mano se apoya en mi rodilla y lo observo molesta — Lo siento, no era eso lo que quise decir ¡Mierda! Soy malísimo en esto.
— ¿En qué?
— Me gustas y solo quiero saber en qué situación estamos.
— Es más fácil que lo preguntes y no que seas tan idiota Xander.
Su mano presiona mi rodilla — Lo siento ¿En qué situación estamos?
Lo observo y lo noto nervioso por primera vez. Eso me provoca una carcajada que termina contagiando la suya.
— ¿Desde cuándo necesitas ponerle títulos a las cosas? No pareces de ese tipo Xander.
Asiente divertido — No lo era... — Prende el reproductor y suena la canción American Idiot— No sé qué estás haciendo conmigo Ofelia.
Dejamos la conversación. Ninguno dice nada más.
Media hora después estamos en un bonito barrio residencial. Las casas son todas iguales y se lo nota un lugar muy tranquilo.
Estacionamos frente a un enorme parque. Bajamos del vehículo, Xander toma mi mano y cruzamos juntos la calle hasta una hermosa casa con un pequeño jardín delantero y una llamativa puerta verde.
— ¿Lista?— pregunta.
— Lista— respondo con seguridad.
— ¡Chicos!— anuncia mientras abre la puerta, pero nadie responde.
— Xander— sujeto su brazo— tal vez duermen, es temprano— lo incito a bajar la voz.
— Imposible— comienza a adentrarse en la casa y como no suelta mi mano lo sigo— ¡Chicos!— grita nuevamente mientras dejamos nuestros abrigos en un enorme armario lleno de cosas de niños.
Caminamos un poco más y cuando estamos pasando a la cocina:
— ¡Sorpresa!— grita un grupo de personas amuchadas en un rincón de la cocina.
"Felices dos meses" anuncia el cartel que sostiene uno de los niños, que parece ser el más pequeño.
Xander sonríe y me suelta para abrazarlos. Después de una ruidosa bienvenida y mucho papel picado llega el turno de presentarme.
— Chicos ella es mi...— se detiene un segundo a pensar— Ella es Ofelia— me observa y sonríe sosteniendo mi mano— Ofelia ellos son David, Archie— señala al pequeño que tiene en brazos— Ian, Leo y Marco.
— Encantada— saludo a todos los niños de diferentes edades.
— Ellos son Máximo, es el encargado de la casa y el tutor de los niños— señala a un hombre de unos cuarenta y largos años, con el cabello negro con algunos manchones blancos— y ella es Adrika, la mejor cocinera de todo Boston.
— Creí que era la mejor del mundo— señala molesta la mujer. Es una mujer morena, regordeta y con un rostro amable.
— Si dijera eso, mi abuela viajaría hasta aquí para patearme...
Todos nos reímos.
— Es un placer conocerte Ofelia— Máximo extiende su mano y la acepto— Finalmente.
Lo observo curiosa y miro a un Xander completamente sonrojado.
— ¿Finalmente?— pregunto
— Esta última semana no dejo de hablar de ti...— anuncia uno de los chicos, creo que es Leo, el mayor.
— Insoportable— anuncia Adrika acercándose mientras extiende sus brazos para abrazarme — Aunque eres más guapa de lo que te describió— susurra en mi oído.
— ¿Están listos para ir al parque?— pregunta Xander evidentemente incómodo.
En menos de diez minutos, estaban todos los chicos abrigados, esperando en la puerta. Adrika apareció con un enorme bolso lleno de comida, según dijo, y Máximo hizo sonar la bocina desde fuera.
Todos los chicos y Adrika se montaron en una furgoneta y nosotros en el vehículo de Xander.
— ¿Hablaste de mi con ellos?— pregunto con una enorme sonrisa triunfante.
No me mira, pero sonríe — Exageran...
— Exageran— respondo con ironía.
— ¿Qué?— está nervioso y eso me agrada.
— Nada Hunter— sonrió y me quedo en silencio mirando el paisaje pasar.
Finalmente llegamos a una feria, se la ve bonita. Los chicos más pequeños bajan de la furgoneta corriendo seguidos por Adrika. Los mayores, Leo y Marco, se encuentran con un grupo de chicos y se alejan saludando a Máximo.