Ofelia

32.

Los días pasaron y los recuerdos siguieron llegando. No son agradables y, muchas veces, desearía no haber hecho esa consulta con la doctora Smith. Pero cada vez tengo menos preguntas, aunque cada vez hablo más con papá. Es como si el recordar de pronto hubiera generado una conexión especial en nosotros.

Para sorpresa de muchos, no estoy enojada porque papá me haya mentido. Sé que lo hizo porque creyó que era lo mejor para mí y tampoco le reprocharía, nunca más, su ausencia en mis primeros cinco años de vida, porque hizo mucho más después. Me cuido, me preservo de todo lo que podía lastimarme. Me dio amor, algo que nunca antes había recibido, me enseño sobre amor propio, me enseñó a valorarme y a ser fuerte. Papá me abandonó, es verdad, pero también me salvo la vida.

Pasaron casi dos semanas desde que volvimos de Boston. Continúe mis consultas, de forma virtual, con la doctora Smith y admito que, aunque nunca creí necesitarla, la terapia me hace bien.

La doctora Smith es, en parte, la responsable de estar tomando las cosas con calma, poco a poco estoy aprendiendo a manejar mis emociones, que son más confusas de lo que hubiera imaginado. No puedo creer como pase de idolatrar a Madison a odiarla con toda mi alma.

La otra parte de mi calma se debe al apoyo incondicional de Xander, aún sigo sin entender porque se queda a mi lado. Dice que me ama y le creo, yo también lo amo, es solo que... sería tan fácil para él alejarse.

Mi hermana y Claudia se transformaron en un pilar fundamental, no es que antes no lo fueran. Pero mi relación con Claudia cambio demasiado desde que descubrí la verdad, me siento libre para sentirla mi madre algo que me reprimí durante toda mi vida.

Sol no dejo de escribirme un solo día y me sorprende lo mucho que la extraño y lo ansiosa que estoy por volver a verla.

Una de las muchas cosas que la doctora me pidió es que trate de enfocarme en aquellas cosas que me dio la vida para intentar compensar aquellas que me había quitado y ¿Qué puedo decir? Soy una mujer muy afortunada, aunque no todo es color de rosa. Mis pesadillas disminuyeron pero aún me persiguen. Muchas veces me siento incapaz de comprender lo que siento y no sé cómo expresarlo, pero trato de convencerme que todo es parte de un proceso mayor, un proceso en el que finalmente seré libre de mi pasado, de Madison y de las pesadillas. El primer paso para poder superarlo es asumirlo –de eso trato de convencerme día tras día cuando me veo en el espejo-.

La relación entre papá y Xander es... ¿extraña? No es mala, de hecho se llevan demasiado bien. Creo que eso es lo que más me sorprende, Xander hace de todo por distraerme y papá se lo agradece infinitamente, nunca lo dijo delante mío pero si los he escuchado hablar más de una vez.

— Nena ¿Estas lista?

— ¡Llegaste! — dejo la computadora que estaba a punto de guardar y corro a abrazarlo.

Nos besamos y sonríe — Parece que no me vieras hace semanas nena...

— Ayer no te vi en todo el día Xander— lo miro molesta y ambos nos reímos.

— ¿Quién diría que me extrañarías tanto?

— ¿Quién diría que terminaría enamorada de un idiota?

Xander ríe y ataca con besos mi cuello, sabe que eso me provoca muchas cosquillas y mis gritos no tardan en llegar.

— Vamos— me da una cachetada en el trasero — Tu padre está esperándonos en la sala.

Xander toma mi valija y yo mi bolso. Estamos listos para viajar a Londres, nunca en mi vida había estado tan emocionada por pisar Londres. Tengo muchas ganas de ver a J, admito que Oliver me cae mucho mejor de lo que esperaba y no me entusiasma nada la idea de conocer a Blair, pero teniendo en cuenta que puede que en algún momento se transformé en la esposa de Oliver, no me queda más opción que soportarla y poner mi mejor sonrisa.

Cerca de las ocho pisamos Londres, estamos agotados. Me estresa demasiado viajar en avión es una de las cosas que más detesto en este mundo. Pasaremos la noche con mi familia y recién mañana iremos a casa de Oliver.

— ¿Pizza?— pregunta mi hermana con un montón de folletos que trajo de la cocina.

— Por mi está bien— dice Xander.

Claudia y papá asienten mientras todos nos acomodamos en los sofás, agotados.

— ¿Sabes la cantidad de veces que pase por esta casa? — habla Xander en voz baja.

— Seguro nos habremos visto algún verano...

Para nuestra sorpresa la casa de Xander queda a pocas manzanas de la mía. Podríamos habernos cruzado muchísimas veces en tantos años.

— Lo dudo, te recordaría.

— De verdad los adoro— habla mi hermana— pero son tan melosos que me saturan...

Los dos nos reímos mientras papá abraza a Claudia — Podrías haber traído a ese chico con el que estas saliendo...— las tres miramos sorprendidas a papá, no es como que el haya sido siempre un hombre que aceptara los chicos con los que salen sus hijas.

— ¿Jacob?— pregunto curiosa.

— ¿No era Noah?— pregunta Xander divertido.

Mi hermana lo observa con dagas en los ojos y todos estallamos en risas cuando el timbre nos anuncia que la pizza llego y, por supuesto, mi hermana se levanta a toda velocidad para escapar de la conversación.

— ¿Es su novio?— pregunta Claudia en voz baja.

Asiento en silencio con una gran sonrisa Eric y Romina salen desde hace unos cuantos meses — pero dicen que no son nada... se hace la difícil.

— ¿A quién me hace acordar?— pregunta mi novio.

Cenamos temprano, el vuelo nos tenía a todos bastante cansados pero decidimos quedarnos viendo una película. Claudia y Romi se habían quedado dormidas. Papá, Xan y yo seguíamos concentrados en la tele cuando una llamada suena en el teléfono de Xander y este se levanta para hablar en el comedor.

— No te lo dije antes— habla papá pasando su brazo por mis hombros— pero Xander es un buen chico y tengo que agradecerte por abrirme tanto los ojos Ofelia.




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