Oficialmente No Profesional

Prólogo

──¡No, no, no…! ──Esquivo a una persona en un intento de ser más veloz, pero es inútil. Apesto en el arte de correr──. ¡Lalo!

Pero el ingrato ni voltea a verme.

Malagradecido.

Se me hiela la sangre cuando lo veo llegar al final de la acera, cruzando la calle sin ningún tipo de preocupación en los autos que puedan pasar. ¿Cómo un ser vivo puede tener nulo sentido de supervivencia?

Lo doy por muerto.

Aun así, la esperanza es lo último que se pierde. Corro con más ganas, que serán como una patética diferencia de un segundo cuando mucho, cuando veo a un chico tomar a Lalo con sus manos antes de que llegue a mitad de la calle. Voltea a verme sin ningún tipo de expresión en el rostro.

Me detengo con algo de duda.

¿Lo habrá salvado o me lo va a robar?

Ni puedo responder; él ya se encuentra caminando hacia mí sin cambiar la expresión de su rostro. Bien puede matarme cuando llegue a mí y yo no podría haberlo visto venir.

No le he dirigido la palabra y ya siento que me odia.

──Supongo que es tuyo ──dice, casi fastidiado.

Me ofrece al gato con impaciencia.

Lo que nos haces Lalo, molestamos a todos por tu culpa.

──Ah, sí. Gracias. ──murmuro, tomando a mi gato diabólico causador de mil infartos──. Perdone la molestia.

──No hay de qué ──responde.

No lo pareciera, diría que le he arruinado el día.

Solo por intentar ser educado, le sigo hablando.

──Si hay manera de que pueda agradecerle… ──menciono.

Pero me interrumpe con cierta dureza.

──No te tomes tal molestia.

Ni puedo decir otra cosa, se va sin hacer otro reconocimiento a mi existencia.

Giro para verlo alejarse, creí que él haría lo mismo en algún punto de su camino, pero no lo hizo. Siguió caminando con decisión todo el tramo hasta que lo pierdo de vista.

Suspiro y levanto a Lalo para verle fijamente al rostro.

──Eres un pequeño demonio ──gruño──. ¿Por qué me das estos sustos? Eres el peor gato del mundo, te voy a regalar a la primera persona que vea.

Pero maúlla suavemente y el enojo se pasa.

Bueno, lo perdono.

Solo por esta vez.

Lo abrazo como siempre y suspirando, me regreso a mi casa a un par de calles de allí. Solo bastó que Lalo viera la puerta abierta medio segundo para que saliera volando como si sufriera de maltrato animal.

Me da algo de vergüenza con el otro chico. Si hubiese tenido un poco más de cardio y menos galletas de desayuno, tal vez habría logrado llegar antes. Pero bueno, al menos no me denunció por negligencia felina. Igual, si lo vuelvo a ver, podría invitarle a un café.

Eso o una sesión de terapia por el susto.

Aunque con esa cara que tenía lo dudo, parece odiarme y ni siquiera le he dado tantos motivos para hacerlo.

Nuevo récord, señores.

Lo malo de todo esto es que de nuevo se me hace tarde para trabajar. Siempre que estoy listo a tiempo, ocurre esto. Termino corriendo tras Lalo por calles a la redonda para regresarlo a casa, ya mi jefe no quiere escuchar más esa excusa.

Voy a la oficina una vez lo dejo en casa. Soy parte del departamento de Administración y Recursos Humanos de la central de una firma de franquicias, algo muy bien para mi edad, ya que sigo siendo joven. Y aunque sigo siendo asistente… estoy satisfecho con lo que he logrado, es el mejor trabajo que he tenido hasta la fecha.

Veo al CEO de la empresa, Julián García, de espaldas y me agacho para ser lo menos detectado posible. Solo que mi suerte apesta.

──Sebastián, vuelves a llegar tarde ──habla con esa voz en la que sé perfectamente que no tengo escapatoria.

Me enderezo, maldiciendo mi suerte.

──Es que…

──Sí se trata de tu gato, te llevaré a firmar tu sanción.

Intento hacerme pequeñito, pero no funciona. Lamentablemente soy algo alto.

──… tráfico ──termino diciendo.

Resopla.

──Tienes las peores excusas, solo ve a trabajar antes de que sí te haga firmar la sanción. Hablo en serio, Medina.

Ni respondo, camino rápido para huir de allí.

Es solo entrar en el departamento donde trabajo e inhalo profundamente. Porque su aroma está por todas partes.

Edith se encuentra a un lado de la oficina preparando papeles y carpetas, todo con una sonrisa de lo más tierna. Solo puedo pensar en lo adorable que se ve allí, trabajando con una sonrisa. Tiene solo un mes como pasante en la empresa, pero el flechazo que sentí fue inmediato.

Un carraspeo me hace reaccionar.

──Límpiate, se te ve la saliva escurrir.

Le hago caso, solo porque sé que me veo ridículo. Al menos estamos lo suficientemente lejos de Edith para que no nos escuche.



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En el texto hay: comediaromantica, slowburn, gaybl

Editado: 10.11.2025

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