Oficialmente No Profesional

Capítulo I

Me termino mi taza de café con algo de prisa y la dejo sucia en el fregadero, no tengo tiempo ni de enjuagarla. Siempre me las ingenio para perder el tiempo toda la mañana antes del trabajo, y lo que empieza con un «aún tengo tiempo», termina en un «mierda, hoy sí me despiden».

Tomo todas mis cosas lo más rápido que puedo y me dirijo a la puerta.

──Lalo, por el amor a Dios. Quédate allí. ──imploro mientras meto la llave en la cerradura para abrir la puerta──. Hoy no tengo tiempo de perseguirte por todo el vecindario.

Lalo me observa solo un segundo, y como si me entendiera, vuelve a recostarse en su camita. Se duerme casi al instante.

Sonrío, aliviado de eso.

Pero también algo embobado, adoro a los gatos. Lalo ha estado conmigo casi desde el inicio, es mi única compañía en la antigua casa de mis abuelos ya que vivo solo. Desde el primer día lo he tratado como a un rey… y él me paga con intentos de fuga dignos de película.

Recupero el sentido de la realidad y vuelvo a apresurarme, corriendo en todo el camino al trabajo.

Hoy sí me toca escribir mi carta de despedida.

Sabía perfectamente que hoy tenía que llegar con tiempo, pero ni aun así pude cumplirlo. Ya puedo ver a Julián tirándome algún tipo de brujería.

Reviso mi celular en el autobús de camino, si todo va bien y no hay ningún incidente, estaré llegando en menos de cinco minutos. Por lo que voy bien de tiempo, porque tengo un plazo de seis minutos en llegar.

Siendo honesto, odio tener el tiempo tan justo. Me da ansiedad.

Mi cerebro está en otro planeta cuando el autobús decide hacer parkour, causando que me vaya hacia adelante. Creí que me caería, solo que me toman del brazo antes de que haga el ridículo.

──Lo siento ──comienzo a balbucear──. Gracias por…

Dejo de hablar al reconocer al mismo chico de ayer, viéndose igual o más fastidiado que ayer al devolverme a Lalo. Aquello me confunde.

¿Para qué me salva la vida si luego se va a poner así?

──Parece que la torpeza te persigue ──murmura, con lo que creo que es: burla.

Y no estoy seguro porque, nada en él tiene sentido, es como si fuera un personaje secundario escrito por una guionista en crisis. Me mira con claro desdén, pero también con curiosidad, y su forma de hablar es… algo diferente.

Pero me ofendo con lo que dijo.

O sea, la torpeza sí me persigue, pero yo soy más rápido.

Recuerdos de mí ayer intentando alcanzar a mi propio gato por la calle y teniendo una derrota impresionante vienen a mi mente. Es claro que no tengo nada de rápido.

──Bueno, lamento haberle molestado la existencia. ──hablo con sarcasmo y vuelvo la mirada al frente.

Bufa.

──¿Vas a llorar o algo así?

Giro los ojos, ni voltearé a verlo.

──Ya quisieras, ¿no?

──¿Así me agradeces que te haya salvado al gato de una muerte segura?

Quería agradecerle por lo de Lalo, pero no pienso hacerlo sí se comporta de esa manera.

──Mírelo como el claro ejemplo de: «recibes lo que das».

Suelta una risa, algo que en parte me sorprende, pero no lo suficiente como para ceder y mirarle.

Intento ignorarlo el resto del camino, pero el universo no coopera. Porque el autobús no hizo más que llenarse en los pocos minutos de lo que quedaba de viaje, forzándonos a estar juntos y eso solo lo hizo más incómodo para los dos.

Hasta siento pena por él, porque el chico para intentar ganar algo de distancia, se apoya en los asientos a mi lado para resistir la presión que ejercen el resto de personas. Aun así, podía sentir con claridad su aliento en mi cabeza, poniéndome muy nervioso.

Pero gracias a Dios llega mi parada.

Comienzo a luchar por bajarme entre tantas personas, ni siquiera pienso en devolverle la mirada a ese chico. Pero apenas logro bajar, mi poca calma se va cuando lo veo bajarse también.

Eh…

Me alza una ceja cuando no dejo de verlo.

──¿Tengo algo en la cara?

Decido ignorarlo y retomo mi camino, estoy a nada de llegar tarde de nuevo, lo cual no es bueno. Julián no por nada me amenazó ayer para que no llegue tarde al primer día del nuevo encargado, no quiero dar una mala imagen hoy.

Pero mi inquietud crece cuando al tomar el ascensor, él entra también.

¿Dónde está la cámara oculta?

──¿Vienes a una entrevista o algo así? ──pregunto finalmente.

Ni me mira, y ese hecho me hace sentir como si no fuera digno de ser reconocido o algo.

──Primer día.

Bueno, puede ser casualidad y que vaya a otro departamento de la empresa. No creo tener tan mala suerte y que vaya al mismo piso que voy yo.

Pero… para ser primer día tuvo que haber entrado a mi oficina con anterioridad para una entrevista. Estoy totalmente seguro de que lo reconocería de haberlo hecho.



#3043 en Novela romántica
#1013 en Otros
#388 en Humor

En el texto hay: comediaromantica, slowburn, gaybl

Editado: 10.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.