William
Reviso los mensajes de papá, viendo con indignación cómo vendió mi auto sin pedirme permiso.
Quiero reclamarle por eso, pero cuando me dice que está reuniéndose con otra persona que vende el suyo para comprarlo de una vez… opto por guardar silencio. Si algo tiene papá, es que le gusta resolverme muchos aspectos de mi vida. Mi transporte personal, principalmente, algo normal en padres supongo.
──¿Qué sucede? ──pregunta Luke, llegando a mi lado. Le muestro los mensajes en respuesta──. ¿Vas a llorar?
Ruedo los ojos.
──No, debo confesar que es un alivio tener un auto en mejores condiciones. ──Guardo mi celular en el bolsillo──. Es incómodo tomar el transporte público todos los días para ir al trabajo y de regreso.
Eso me hace pensar: vivo a una hora, y llego temprano. ¿Dónde diablos vive Sebastián? ¿En otro país o qué?
──¿Por fin me llevarás de paseo? ──cuestiona con emoción──. Podemos invitar a tu hermana.
Lo observo de reojo, otra vez ese interés en Willow.
──¿Por qué quieres…? ──no puedo terminar mi pregunta, porque otra voz a unos pasos interrumpe la mía.
──¿William? ──Giro hacia esa voz──. ¡Qué casualidad, encontrarte por aquí!
Una Edith muy sonriente se acerca, y honestamente tiene razón. Porque estamos en un centro comercial enorme, la probabilidades eran bastante bajas.
Parece que tengo mala suerte.
Además, ¿«William»? ¿Y esa confianza cuando se la di?
──Un placer verte ──respondo──. Pero ya debo irme…
──¡Espera! ──Toma mi brazo y entorno los ojos. Solo que Edith ignora el gesto y observa a Luke──. ¿Cómo estás? ¿Eres su amigo?
Mi amigo sonríe algo divertido por lo que ve en lugar de ayudarme. Para amistades así, ¿para qué enemigos?
──Bien, y sí. Soy el mejor amigo de este gruñón. ──le gruño y él ríe──. Te aconsejo que lo…
Pero Edith me mira rápidamente, ignorándolo.
──¿Me puedes acompañar un momento? Solo unos minutos.
Suspiro, puedo notar que no desistirá.
──Solo unos minutos. ──digo hacia Luke y él asiente.
Me lleva con ella con Luke a mi otro lado. Parece no notar lo incómodo que estoy, y si lo hace, por alguna razón, no le importa lo suficiente como para decirme algo.
──Sabes… ──Se abraza más a mi brazo──, me gustaría decirte que…
Eso me hace verla con atención, Sebastián está algo pillado por esta chica. Puede que no locamente enamorado, pero sí va en camino a estarlo. Y no es que quiera darle vía libre, pero debo ser honesto con algo.
──Edith, quiero decirte algo para que lo tengas en cuenta. ──Me mira algo ilusionada. Definitivamente debo decírselo──. Yo soy…
──¡Espera! ──me interrumpe──. Esos helados son muy buenos, te invito uno.
──Pero…
──Ven. ──Tira de mí.
──Niña, pero escúchalo. ──dice Luke algo estresado, volviéndonos a seguir.
Hago una mueca algo disgustado, estuve a punto de ponerme de mal humor como siempre cuando veo de lejos a alguien con los mismos rasgos de Don Gato. Intenté varias veces detallar con mejor precisión, pero al no tener los lentes puestos fue un fracaso.
Y sí, eso fue motivo suficiente para dejar que Edith nos acompañara por el centro comercial. Viendo a todas partes por si lo volvía a ver.
Me sentí ridículo.
¿Qué más me daba si estaba o no?
***
Han pasado dos días desde que obligué a Sebastián a ir por toda la ciudad, y sé perfectamente que me pasé ese día. Me siento hasta un poco mal, porque lo presioné tanto que hasta terminó por gritarme, claro indicativo que llevé todo demasiado lejos.
Así que me propuse a tomarlo con más calma.
Solo que veo la hora.
Siete y treinta, Dios mío. ¡Siete y treinta!
Él no pone de su maldita parte.
Estoy sentado en su escritorio de brazos cruzados, Sebastián está fuertemente sonrojado por la vergüenza. Y cuando abre la boca, solo dice:
──¿Y si… le digo que todo lo que me ha enviado está listo? ──Señala con timidez una carpeta en su escritorio.
Suspiro y la tomo, leyéndola con sumo interés.
Siempre que veo su trabajo, me relajo. Porque lo hace de maravilla, lo cual me pone en aprietos.
Ay, Don Gato. ¿Qué haré contigo?
Cierro la carpeta y le veo al rostro de nuevo, sus nervios ante mi mirada son notables. Sé que mi expresión debe parecer de lo más intimidante, y lo aprovecho para aumentar más sus nervios.
Un minuto después, decido que ha sido suficiente.
──Bien. ──acepto y se relaja──. Siéntate.
Me levanto para que lo haga y Don Gato simplemente obedece.