Capítulo XI

Entro a la oficina con el encargo.

──Ya era hora, Don Gato. ──dice él al recibirla, me mira mientras bebe un trago──. Trabaja.

No, pues. De nada por el café, un placer, un gusto…

Mejor no respondo, solo me voy de allí para comenzar con mi castigo del día.

No puedo negar que me siento incómodo, porque parezco estar supervisando a los dos y eso no me gusta. No es mi rol; dar órdenes siempre me ha hecho sentir fuera de lugar, como si no lo mereciera. Debido a que nunca he podido completar una carrera universitaria.

En un descuido, observo a Edith acercándose a la oficina de William.

Me asusto y corro para detenerla.

──¿Qué pasa? ──me cuestiona.

¿Cómo que «qué pasa»? ¿No ve que estoy a nada de mi tercera sanción?

──¿Terminaste con lo que te di para hacer?

Ella asiente.

──Sí. Por eso quise aprovechar y preguntarle a William…

──¿Y actualizaste las tablas de Excel con las fechas correctas?

Queda con la boca abierta.

A pesar de todo, se ve tierna. Sonrío al verla así.

Solo que de pronto Edith se acerca a mí, haciéndome un gesto… extrañamente adorable con los labios. Y por primera vez desde que la conozco, envuelve mi brazo con los suyos.

──Es que no sé cómo hacerlo ──se lamenta──. ¿Puedes ayudarme?

Me pongo tan nervioso que apenas puedo hablar.

──B-bueno, puedo explicarte…

──¿Puedo ver cómo lo haces? ──pide.

Suspiro, asintiendo.

Al final terminé haciéndolo yo, y no sé si ella me prestó atención o no. Pero apenas hice toda la tabla, solo me dedica una sonrisa antes de devolverse a su escritorio.

──Sebas, eso debió hacerlo ella. ¿Lo sabes? ──cuestiona Noah.

Bajo la mirada.

Creo que es muy obvio que fui muy patético.

──Lo sé… ──admito.

No puedo seguir hablando, el gruñón abre la puerta de su oficina de golpe. Y me asusto tanto, que me levanto de un salto.

Me mira, intrigado.

──Supongo que ya terminaste si te levantaste. ──murmura, saliendo de su oficina para dirigirse a Noah.

Ay, Dios me ampare.

──E-espere, no he visto si…

──Noah, ¿qué haces? Explícame a detalle. ──William toma mi silla y se sienta al lado de mi amigo, viendo con atención la pantalla.

Cuando Noah comienza a hablar con una seriedad que reserva para momentos así, noto algo en el gruñón. Está acercando su rostro más de lo habitual a la pantalla, arrugando ligeramente los ojos.

Ah.

Entro a su oficina sin permiso, encuentro sus lentes con facilidad y se los llevo en silencio.

William alza una ceja al verme ofreciéndoselos.

──Gracias, secretaria.

Noah suelta una risa nasal, una que es interrumpida por mi zape en su cabeza.

El gruñón se levanta y se los pone, es increíble cómo su rostro cambia con el accesorio.

Ahora se acerca a Edith y allí sí que volví a ponerme de mal humor, porque ella se acerca por completo sin intentar disimularlo. Y él la dejaba estar, no sé si porque también le interesa o simplemente le da igual, pero… me molesta verlos.

Vuelve a levantarse cuando la chica termina de hablar. Me enderezo en mi lugar cuando me observa.

──Espero la agenda de las reuniones apenas las tengas.

──Claro ──aseguro.

Asiente y se encamina. Solo que, al pasar a mi lado, vuelve a hablarme en el oído.

──Bien hecho.

El mal humor se va por arte de magia.

Puede que lo odie, pero cuando me felicita es…

──Sebastián, lo hice muy bien hoy. ¿Cuál es mi premio? ──ronronea Noah.

──Trabaja ──le espeto.

──Vaya, has pasado demasiado tiempo con nuestro jefecito.

Esas palabras me hacen tener el reflejo de verlo, ya que había dejado la puerta abierta. Y lo encuentro allí sentado, ya viéndome con cierta diversión, había escuchado lo que dijo Noah.

Agh.

Tomo asiento de nuevo, notando algo en mi pantalla que no estaba allí. Una nota abierta de la aplicación que suelo usar:

No olvides comer.

Estaba tan nervioso, que no me di cuenta cuando escribió eso.

***

Llego a casa con cierto agotamiento donde solo quiero recostarme y cerrar los ojos. No porque esté cansado, sino porque tanto tiempo observando una pantalla del computador, me vuelve loco.

Abro la puerta y me agacho para atrapar a Lalo en su intento de escapar.