William
Ya estamos a mitades de noviembre, han pasado solo tres meses desde que comencé a trabajar aquí, y he notado muy buenos avances en los tres. Eso es bueno, porque cuando llegué, parecían estar caminando a ciegas.
Sobre todo, Don Gato.
Ha estado llegando entre las seis y quince y seis veinte, pero no más. Siempre tengo que esperarlo en la entrada para darle un regaño, más que todo por apariencia.
Porque su horario legal sigue siendo a las siete.
──Disculpa. ──murmura Edith, me acerco a su escritorio para ver lo que necesita──. Uno de los franquiciados pregunta esto y…
Al escuchar con atención, le explico con tranquilidad todo lo que debe saber para poder guiar y resolver esa situación. Son dudas que te aprendes de memoria luego de que las pregunten tanto, o al menos eso me dijo Sebastián cuando me lo explicó a mí.
──Gracias ──dice ella──. Eres el mejor.
Por puro instinto, levanto la mirada para ver a Sebastián.
Considero que el mejor es otro por ahí.
Porque nadie ha notado que Don Gato me sigue explicando una que otra cosa, que a veces se queda en mi oficina mientras ordena archivos y yo aprovecho para preguntarle cualquier cosa. Él no se queja y a mí no me molesta que me enseñe.
Fue uno de esos días buenos, donde habíamos adelantado tanto que estábamos tranquilos. Todo estaba tranquilo en la oficina, todo en paz y en armonía. Tan, pero tan perfecto… que no consideré que nada puede permanecer tranquilo para siempre.
Lo supe cuando vi a mi hermana en la puerta del departamento, viéndome con cierta diversión.
──¡Willy!
Me quito los lentes de golpe.
──Willow, estoy en el…
Pero me ignora.
Se acerca a los chicos, colocándose en medio de los tres. Primero mira con cierta compasión a Edith, supongo que recordando lo que le conté, para luego mirar a Noah y Sebastián con suma atención.
Y entiendo por qué vino.
──Willow ──advierto──. Ni se te ocurra…
──¡Hola, chicos! ──gruño cuando me interrumpe de esa manera──. Como escucharon, soy Willow. La hermana menor de ese gruñón de allí. Vine a visitarlo, espero que no haya problema.
──Sí lo hay ──le digo yo──. No puedo tener visitas familiares…
Pero Don Gato abre la boca.
──Por unos minutos no hay problema ──dice──. ¿Quieres agua? Debe hacer calor afuera.
Willow le sonríe.
──Oh, no te preocupes. Tengo mi filtro. ──Se lo muestra y toma un poco de allí.
Noah se levanta y le tiende una silla, una que ella acepta gustosa.
Quise confiar en ella, que no metería sus narices donde no la invita nadie. Pero no, es mi hermana menor, tiene mi carácter y le encanta molestarme.
──¿Les gustan los gatos? ──les pregunta a ambos.
Ni siquiera puedo intentar detenerlo, porque cuando esa palabra es mencionada… nada parece detener a Sebastián.
──Me encantan los gatos ──responde él con emoción──. Se ven amargados por fuera, pero son increíblemente tiernos por dentro. La mejor especie del planeta.
Esa respuesta me acelera el corazón como un estúpido.
Y siento vergüenza, por muchas razones. Porque él se ve increíblemente tierno al decir eso, que esas palabras habían dado justo en el blanco… y que mi hermana me estaba mirando con emoción.
Vuelve a dirigirse a él.
──Oh, así que te gustan mucho, eh ──dice ella con cierta complicidad, quiero matarla──. ¿Cómo te llamas?
──Sebastián, es un placer.
──El gusto es todo mío, Sebastián.
──Yo me llamo Noah, por cierto ──añade Noah.
Willow ríe, pero estrecha su mano contra la de él.
──Bueno, Sebastián. ──Pongo los ojos en blanco cuando vuelve a hablarle, comienzo a acercarme a ella. Solo por si acaso──. ¿Qué gato me recomiendas tener?
──Bueno, tener cual sea es genial. ──responde, pero saca su celular para hurgar en él──. Si te interesa tengo un contacto de una chica que tiene muchos pequeños…
¿De verdad aún lo tiene?
──¿En serio? En ese caso, le diré a una amiga que también quiere uno. Así podemos darles un hogar a esos pequeñines.
Eso hace sonreír tanto a Sebastián, que hasta me siento traicionado por mi propia hermana.
Se lo está ganando.
Porque sigue allí, compartiendo el contacto con ella y mostrándole las fotos que aparentemente la chica le estuvo enviando.
──Y dime, Sebas. ──prosigue Willow. Ya a estas alturas estoy a su espalda para controlar que no diga una locura──. ¿Tienes novia?
Eso me interesa.
Bueno, hermanita, sigue. Pregunta todo lo que quieras.
──Ah… no, no tengo. ──Mira de reojo a Edith por un segundo, pero fue el tiempo suficiente para desanimarme.