Oficialmente No Profesional

Capítulo XIV

Ya más tarde, nos adentramos los cuatro en el Karaoke, y mientras Noah pide una mesa, tengo que soportar el sentimiento amargo que me causa al ver a Edith abrazando el brazo de William. Quiero quejarme y decir mil cosas sobre por qué eso está mal, pero siento que viniendo de mí no tendría ningún peso.

Apenas nos sentamos y nos pasan una cubeta con cerveza, me destapo una botella.

──Hey, con calma ──me advierte Noah a mi lado.

¿Con calma? Si estos dos se sentaron frente a mí.

──Cálmate tú ──espeto──. Atente a las consecuencias, esto fue tu idea.

Pero tomo dos tragos y la cabeza ya me está funcionando de forma rara. Nunca he entendido mi nulo aguante al alcohol, a tal punto que tengo prohibido beber si estoy solo.

Apoyo mi cabeza a la ventana a mi lado, viendo con algo de preocupación que ya es de noche. Por muy molesto que esté con la parejita, me preocupa Lalo.

──¿Te molesta algo, Sebastián? ──me pregunta Edith.

Reacciono y enfoco mi mirada en ella.

──No, no. Es que… ──Respiro hondo, intentando controlar la preocupación──, mi gato debe sentirse solo.

Noah me sonríe, es claro que ya se lo esperaba y no dice nada al respecto. Simplemente palmea mi hombro.

Pero Edith ríe ligeramente.

──No es como si fuera tu hijo, he leído que los gatos son bastante independientes. No tienes qué preocuparte. ──Entonces se dirige al gruñón──. ¿Verdad, William?

William me mira.

──A mí me parece adorable las personas que aman así a sus mascotas.

Lo veo tomar una botella de cerveza, desviando la mirada hacia el escenario.

¿En serio dijo…?

──¿Tienes calor, Sebastián? ──pregunta Noah con picardía──. Estás rojo.

Termino de tomar de mi botella.

──Sí, hace calor.

──Seguro.

Le doy una mala mirada.

──Cierra la boca.

A medida que avanza la noche, las cosas se fueron relajando. No sé si es por el alcohol, pero todos en la mesa comenzamos a hablar con naturalidad, y fue la primera vez que William dejó de llenarme de regaños para preguntarme por cosas de Lalo, algo que… me agradó.

Supongo que no es taaan gruñón.

Solo lo es la mayoría del tiempo.

──De tanto hablar de gatos, quisiera tener uno ──comenta Edith──. ¿Qué opinas, William?

Pero él no la mira, sigue con su atención en mí.

──Deberías preguntarle a Sebastián, es el experto en gatos. Yo nunca he tenido mascotas. ──Ladea ligeramente la cabeza y mi pulso se acelera──. ¿Sigues teniendo el contacto de esa chica?

──Lo tengo. ──Asiento.

──Entonces, allí lo tienes ──anima.

Eso me desconcierta un poco, parece intentar que ella me hable.

Veo a Edith creyendo que me preguntaría, pero no. Supongo que solo lo dijo para tener su atención.

──¿Y si mejor cantamos? ──propone Noah. Tomo otra cerveza y mi amigo se inquieta──. Sebastián, ya has bebido más que suficiente. Para ya.

──¿Qué tiene de malo que beba más? ──inquiere William.

Estoy tan ido, que ni me importa que le responda.

──Sebas no tolera el alcohol ──explica──. Hay que vigilarlo cuando lo consume.

──¿En serio? ──pregunta Edith intrigada.

Me encojo de hombros y cuando vuelvo a sostener la botella, una mano me detiene. Veo con algo de sorpresa la mano de William sobre la mía, sosteniéndome con firmeza para que no levante la botella.

──Si tienes muy poca tolerancia, ya es suficiente ──me dice el gruñón con seriedad.

──No tengo poca, tengo nula ──corrijo.

──Entonces te garantizo que es suficiente con las cuatro que te bebiste.

Vaya, las contó.

Dejo de intentar levantar la botella, pero aun así él no me suelta y eso me hace suspirar. Porque me pierdo viendo cómo sus dedos con discreción acarician el dorso de mi mano, es la segunda vez que pasa esto y… es cómodo.

Pero todo acaba cuando Edith se le acerca para besarle la mejilla.

──Eso es lindo de tu parte, cuidar de tus empleados.

Retiro la mano de mala gana, logrando que la botella se tambalee y caiga en la mesa y derramando todo su contenido. Me levanto de un salto algo apenado por eso, pero Noah me aparta para recogerlo él.

──Déjame… ──Intento ayudar, pero Noah no me deja.

──No, lo hago yo.

Sacudo la cabeza con algo de vergüenza.

──Mejor me voy.

──Sebas… ──Saco mi billetera y le doy para ayudarlo con la cuenta, pero se inquieta más cuando me alejo──. Espera un momento, no te vayas solo.

──Estoy bien, la casa queda cerca. Tranquilízate. ──pido y me voy sin darle tiempo a seguirme.



#3043 en Novela romántica
#1013 en Otros
#388 en Humor

En el texto hay: comediaromantica, slowburn, gaybl

Editado: 10.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.