Oficialmente No Profesional

Capítulo XVI

Apago la alarma de mala gana y me sostengo con fuerza la cabeza.

A la mierda la sociedad, no pienso tomar más alcohol en una salida social. Siempre termino del asco. Prefiero gastar dinero en una buena pizza de pepperoni que en esto que siempre me deja con náuseas y dolor de cabeza. De solo pensar en ir a trabajar así para que ese gruñón me grite…

Abro los ojos de golpe al recordar que William estaba aquí anoche.

Y el horror me invade ante recuerdos que…

Salgo de la habitación corriendo, esperando encontrarlo y preguntarle directamente. Solo que no está por ninguna parte.

Demonios, no creo que sea valiente para preguntarle cuando lo vea en la oficina.

Pero es imposible que eso haya ocurrido. ¿William? ¿Ese mismo gruñón de porquería… besándome?

No, no puede ser. Debo estar loco. Porque de haberlo hecho… tal vez se habría quedado.

Me llevo una uña a la boca, mordisqueándola con cierta desesperación. Sigo sin entender qué es esto que siento en el pecho.

Porque la idea… no me disgustó.

Eso me sorprende de mí mismo, porque nunca había visto de esa manera a ningún hombre. Por mucho que lo piense, ninguno me despertó la curiosidad que, aunque me avergüence admitirlo, siento por ese gruñón cuando lo veo.

Bajo la mirada hacia Lalo, quien se está arrimando a mi pierna. Lo tomo en brazos para darle mimos.

──Cómo quisiera que hablaras, ahora más que nunca. ──Lalo cierra los ojos, totalmente a gusto bajo las caricias que le doy──. Quisiera entender lo que pasó anoche.

Quedo allí de pie como un estúpido mientras intento recordar más detalles de anoche, pero no logro unir todas las piezas. Solo lo recuerdo a él besándome como si… Dios mío, ¿cómo lo voy a ver a la cara ahora?

¿Por qué me besó? ¿Por qué se fue luego de hacerlo? ¿Y si se hubiese quedado? ¿Qué me hubiese dicho en la mañana? ¿Tal vez se fue porque le pareció ridículo?

Estaba entrando en pánico con tantas preguntas, hasta que veo la hora.

──Mierda, que me despide primero.

Suelto a Lalo con cuidado y comienzo a correr hacia el baño.

***

De nuevo treinta minutos tarde, no quiero abrir la puerta y encontrarlo amenazándome con una pistola. Eso o que…

No te va a besar para regañarte, no seas estúpido.

Pero tengo que entrar, debo trabajar y… aunque esté mal, necesito verle la cara. Necesito una pista de si eso pasó o no, en que si todo entre nosotros cambió. Solo necesito entender que es todo esto, saber que haré con mi regla de no involucrarme con nadie del trabajo.

Entonces abro la puerta y entro mirando al suelo como todo un cobarde.

──Tarde. ──espeta William y me vuelvo rígido.

Cierro los ojos con fuerza, controlando mis nervios. No debería ponerme así, tengo que…

Me detengo de pensar cuando abro los ojos para mirarlo, tiene puesta una camisa y una corbata negra que… no puedo negar que le queda increíble. Y admitirlo hace que se me calienten las orejas.

Carraspea y finalmente le enfrento con la mirada.

Y no veo nada.

Es su mirada de siempre, la misma que parece poder patear mi cabeza con solo parpadear. No está nervioso, emocionado de verme o algo similar. Solo está allí, como siempre.

Definitivamente, todo está en mi cabeza. Quiere matarme, no otra cosa.

──Lo lamento, no volverá a suceder ──musito.

Cruza sus brazos.

──¿Cuántas esta vez?

──Tres, lo normal.

──¿En dónde se escondió?

──En una panadería, aproveché y me comí un panecillo de crema pastelera para no perder tiempo en desayunar.

Se muerde el labio y se da la vuelta.

──Dame mi café antes de trabajar, ya que a mí no me traes ningún panecillo. ──Alzo las cejas, pero se adentra en su oficina, conmigo siguiéndolo segundos después──. Hey, mi café…

Pongo el panecillo que le compré en su escritorio, él se queda en silencio.

Saco mi termo, y también lo dejo allí.

──El café lo preparé en mi casa ──explico──. Quería darte las gracias por haberme llevado a mi casa, debí… darte muchas molestias.

Parece relajarse.

──No, no me diste ninguna molestia ──responde──. Yo… bueno, solo me aseguré de que estuvieras bien.

──¿Seguro? ──pregunto con cierta pena──. Noah suele decir… que hago locuras.

Confírmalo, por favor. Dime algo. Yo no soy capaz de decirlo.

──Seguro, me pediste que le diera comida a tu gato y así lo hice.

Hundo los hombros.

Entonces no pasó.

Es claro, ¿cómo va a pasar? Seguramente le guste Edith, después de todo… siempre la quiere cerca de él. Y ella lo prefirió a él apenas lo vio, es claro que yo no entro por allí.



#3043 en Novela romántica
#1013 en Otros
#388 en Humor

En el texto hay: comediaromantica, slowburn, gaybl

Editado: 10.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.