Miro la hora con impaciencia.
Es viernes, lo que significa que luego del trabajo… William irá a mi casa.
Si bien es cierto que desde ayer todo ha ido tranquilo y en paz entre nosotros, aún me sigue inquietando. A veces no sé qué esperar de él, porque un segundo me regaña, al otro me pide café, al otro me amenaza por correo y al siguiente no tolera que nadie se meta conmigo.
Ni con nadie de esta oficina, claro.
Sacuden mi silla, asustándome. Termino por sostenerme del escritorio en un intento de recuperar el control.
──¿Por qué tengo una llamada de uno de los encargados del centro que se quedó esperando tu confirmación para la reunión? ──pregunta el gruñón de mierda con clara amenaza──. ¿Te suena?
La verdad, no. A estas alturas ni recuerdo lo que hice ayer.
──Lo lamento…
──Ahora tengo la preocupación de cuantos habrás dejado en el aire, quiero que los revises todos ahora. De aquí no te vas hasta que lo hagas ──advierte.
Se va tan rápido como apareció.
Le voy a echar laxante en el café.
Estaba en paz y este hombre solo vino a alborotarme, me dará un ataque al corazón un día de estos.
──Si no empiezas a hacer lo que te dijo, puede que te envíe al reformatorio para la hora de la salida.
Observo a Noah ante su comentario.
──Y lo dices tú ──ironizo──. Mejor trabaja antes de que se desquite contigo también.
Suelta una risita, pero me hace caso igualmente.
Al menos para el final del día pude cumplir con todas mis tareas, por lo que ahora me encuentro ayudando a los demás. Sobre todo, a Edith. Porque si no lo hago, algo me dice que irá tras William por toda la oficina.
──¿Entendiste? ──le pregunto cuando termino el procedimiento.
Sí, lo hice yo. ¿Y qué?
Tuve que hacerlo para que me entendiera y me hiciera caso, porque parece no escucharme cuando se lo explico sin hacerlo.
Al menos ya puedo hablarle como si nada, nada comparado al manojo de nervios que era al principio. No balbuceo tonterías a su alrededor como un idiota, y es algo que mi dignidad agradece.
Estoy observando la pantalla, revisando cada detalle de lo que hice, que no me doy cuenta de que Edith se había quedado en silencio hasta que me giro para verla con curiosidad. Y ella ya estaba mirándome, como si estuviera perdida.
──¿Edith? ──Ella sube una mano a mi rostro y toca mi mejilla, dejándome totalmente en blanco──. ¿Qué…?
Pero me silencia subiendo la otra mano, acariciando ambos lados.
──Nada, solo… no me había dado cuenta de lo tierno que a veces luces.
¿Ah?
Es tanta la confusión en la que me meto, que ni siquiera me doy cuenta de que me estaba acercando a ella. Hasta que una mano toma el cuello de mi camisa y tira de mí hasta levantarme, alejándome de Edith.
¿El problema? Es que por poco me ahorca.
Comienzo a toser con fuerza, girándome hacia mi agresor.
──¿Qué diablos, Noah? ──cuestiono, intentando controlar mi tos.
Pero él hace un gesto hacia adelante, y cuando giro allí está el gruñón más grande de todos los tiempos. Observándome como si quisiera matarme.
¿Y ahora qué hice?
Pero no soy capaz de preguntarle. Tal vez si me quedo lo suficientemente quieto, se olvide de sus razones para aniquilarme y así se le olvide. Cuando está así, hasta yo sé que cualquier intento por hablarle resultaría desastroso.
No me quita la mirada de encima, no hasta que Edith se levanta y camina hacia él.
──Oye, hoy es el cumpleaños de mi hermana. ¿Te gustaría ir conmigo luego del trabajo?
Vaya, una chica me toca y su siguiente movimiento es invitar a otro a salir.
Pero, ¿por qué lo hizo? Ella jamás se había comportado de esa manera. Intento pensar a detalle en si hice algo que le haya dado entender algo erróneo mientras hacía su trabajo, tal vez si le pregunto a Noah…
──Claro ──acepta el gruñón.
¿Disculpa?
──¡Hey! ──me quejo al instante, provocando que todos me vean.
──¿Sucede algo? ──pregunta William.
¿Se está haciendo el loco?
Ahora el otro chico en cuestión también me deja plantado, definitivamente nadie me quiere.
Pero por su expresión de lo más indescifrable, pero tranquila, puedo deducir que lo olvidó. Aquello me entristece ligeramente, yo había preparado todo en mi casa para recibirlo.
Tendré que disfrutar todo con Lalo, no sería la primera vez.
Qué deprimente suena eso.
──No, nada ──musito.
──Bueno. ──Se encoge de hombros──. Recojan, nos vamos.
Edith se acerca a mí corriendo y me abraza con fuerza.
──¡Me dijo que sí! ──chilla en voz baja──. ¡Es gracias a ti por ayudarme con el trabajo! ¡Muchas gracias!