Avanzo unos pasos hacia él, haciendo señas con una de mis manos para que le baje el volumen a su escándalo.
──No digas eso ──suplico en voz baja──. Y estabas con Nataly, ¿de qué te quejas?
──Porque me molesta que te hayas ido con Edith, ¿estuviste con ella anoche o qué?
Me tenso ante lo fuerte que está hablando.
──Noah, baja la…
──Vi que te besó ──sigue, totalmente furioso──. Por la ropa que tienes, es claro que te llevó a su piso o lo que sea. ¿Lo hicieron? ──Mi sonrojo se lo dice todo──. Joder, Sebastián. Jamás en la vida te daré alcohol de nuevo.
Ese maldito decreto debió decirlo anoche, ¡no ahora!
──Lo siento, ¿sí? ──hablo de lo más avergonzado──. No sé en qué diablos estaba pensando, solo sucedió.
──¿Es que todavía te gusta ella? ──pregunta algo cansado──. No he querido decírtelo porque siempre he respetado tus reglas, pero ella suele usarte. Te coquetea cuando quiere un favor y luego se aleja. Intento por todos los medios que no hagas su trabajo y aun así se lo haces.
Lo peor es que eso lo sé, lo he notado. Pero siempre quería justificarla, solo para no caer en discusiones.
Sí, mis reglas son muchas cosas, me dan una imagen profesional y buen compromiso hacia la empresa. Pero también debo admitir, que me dejan totalmente vulnerable a que me saquen el provecho que quieran.
Porque no sé decir que no.
»Pero esto sí que no, no voy a dejar que vuelvas tras ella ──continúa gruñendo Noah──. Ni que Edith estuviera tan buena como para perder las dos cabezas por ella.
Tenso la mandíbula.
──Cállate, mierda ──siseo, ya totalmente molesto.
──¿Por qué…?
──Supongo porque le da vergüenza a que me entere. ──dice William, apareciendo de nuevo en el pasillo. Noah palidece al verlo allí──. Buenos días, Noah.
Con solo ver la mirada de William, se me va el alma al suelo.
Es oficial… todo se desmoronó en segundos.
Noah me mira, finalmente entendiendo todas mis suplicas de que cierre la maldita boca. Pero ya es tarde para que lo haga.
──Hola, jefecito. Se ve radiante hoy. ──Ríe nerviosamente──. Yo… me llevo al bebé.
Dicho eso, toma a Lalo y huye, dejándome a mí todo el problema.
Bueno, yo lo provoqué.
──Entonces… Edith y tú, eh ──dice sin ninguna emoción.
Me muerdo el labio con fuerza.
William baja la mirada a sus zapatos, parece tan triste de pronto… que me duele a mí también.
Cómo me odio ahora, cómo odio ser yo el que lo tiene así y no saber ni qué decir para intentar explicar la locura de anoche.
No entiendo por qué le soy tan leal, ni por qué me siento tan culpable, pero no tengo tiempo para entenderlo, solo quiero dejarle claro que eso fue un error por parte de los dos. Ni siquiera quiero encontrarle la lógica a eso ahora, solo quiero… aliviar ese sentimiento tan amargo que veo en su expresión.
Y definitivamente no quiero hablar de lo que Edith dijo de mí.
──Déjame explicarte…
──Mejor me voy.
Retrocedo al escucharlo decir eso, obstaculizando la puerta de salida para que no pueda irse.
──No es necesario que te vayas.
──Bueno, seguramente Noah quiera sacarte detalles y yo no sé si quiera escuchar eso. ──Frunzo el ceño algo confundido y él se explica──. Si lo escucho, me veré en la obligación de notificarlo a Julián. No quieres eso, ¿verdad?
──No es necesario notificarlo.
──Si van a comenzar una relación…
──Oh, no. Ella… ──Pienso muy bien las palabras, las mejores que no me dejen tan patético como en realidad soy──… digamos que me usó mientras pensaba en otro toda la noche.
Tú, por cierto.
Y lo peor es que yo también pensé en él. Es que mientras más pienso lo de anoche, menos sentido le veo.
──¿Hablas en serio?
Asiento.
──No quiero sonar como un hijo de perra que se justifica diciendo que fue un error, pero esto claramente lo fue ──digo con vergüenza──. Ni siquiera quiero pensar en eso, yo no suelo acostarme con cualquiera. Lo de anoche… fue algo que creí que quería, pero me di cuenta muy tarde de que estaba equivocado.
Se acerca un paso, cauteloso.
──Antes… cuando llegué a la empresa, noté que ella te gustaba ──suelta esa información, como si fuera vital para él──. ¿Eso sigue siendo así? ¿O no queda nada de nada?
No dejo de ver sus ojos al momento de responderle.
──No, no queda nada de nada. Sé que no tiene sentido luego lo que pasó, pero es la verdad ──garantizo──. Y, además, ella se encargó de dejarme muy claro que tampoco fue de su agrado en la mañana.
Contra todo pronóstico, William se ríe. Eso me hace bajar la mirada con pena.