Noah siempre decía que exagero cuando hablo de mis reglas. Siempre se quejaba y me insistía que nada malo podía pasar si las rompía por una vez, pero frente a mí está el claro ejemplo de lo que puede pasar.
Ha pasado una semana, y cada día ha sido peor que el anterior. Al principio quería estar lo más lejos posible, pero el gruñón me tiró de ambas orejas y me ordenó que fuera profesional.
Le hice caso, solo porque me lo pidió con tanta amabilidad.
Al principio pensé en disculparme e intentar arreglarlo, más de una vez me encontré intentando acercarme por lo mismo, pero apenas recuerdo todo lo que me dijo… me resulta tan desagradable que me abstengo. Solo puedo pensar en lo ridículo que me hizo sentir.
──¿Puedes hacer esto, por favor? ──pido con desgana, dejando unas hojas en su mesa.
Edith me detiene antes de que pueda alejarme.
──Sebas… ¿podemos hablar? ──pregunta con cierto temor.
──No.
──Pero es que… no sé hacer esto.
¿Y qué quiere que yo haga?
──Allí está Noah, o… ──La miro──, puedes buscar directamente a William y no usarme como intermediario de nuevo.
Queda helada, y yo solo doy la vuelta para devolverme a mi asiento.
¿Para qué le di la idea? Le puse el terreno para que fuera tras él, y el escenario me enoja.
──Lo único bueno de todo esto, es que ya no le haces el trabajo. ──comenta Noah. Suspiro y asiento──. Aunque verla me deja una intriga, hay dos opciones. O apestas, o eres muy bueno, ¿podemos hablar de eso?
Entorno los ojos.
──No, no podemos. No seas imprudente ──regaño.
──Vamos, quiero consejos para usarlos con Nataly.
Veo mi oportunidad para voltearle la tortilla.
──¿Tan insatisfecha la tienes?
Se enoja.
──Bien, estás muy chistoso hoy. Te ignoraré y trabajaré.
──Vaya, he encontrado la manera de que trabajes sin tener que obligarte.
──Claro, como ya no puedo ver cómo te regañan por tus llegadas tarde, te aprovechas que no tengo nada con qué molestarte. Eres un imbécil. ──Suelto una pequeña risa, y se ve que eso lo relaja──. ¿Cómo está tu familia?
──Están muy bien, mamá te envía saludos.
──¿Irás en vacaciones de navidad?
──Sabes que sí.
Entristece ligeramente.
──Lamento no acompañarte este año.
──No te preocupes.
Vuelve a retomar su trabajo y yo tomo las hojas que deben archivarse en los expedientes. Quería volver explicarle a Edith cómo hacerlos, pero con ella diciendo que no sabe nada y yo no tener la cabeza para explicarle ahora…
Tendré que hacerlo yo.
Dios, si me quieres, que William no me descubra.
Entro al pequeño almacén, y con solo estar allí comienzo a toser. ¿Desde cuándo no se limpia este lugar?
Suspiro, tendré que agregarlo a la lista de cosas qué hacer. No podemos tener el almacén de expedientes tan sucio como ahora.
Archivo todo lo correspondiente, asegurándome dos veces de estar haciéndolo bien. No quiero que luego revisen algo mal archivado y vayan tras mi cabeza. Y cuando termino lo que hago, reviso todos los expedientes por si acaso, aunque ya todos deben de estar al día.
En teoría.
──¿Qué estás haciendo aquí? ──pregunta William detrás de mí.
Dios no me quiere.
Es tonto negarlo, ya me vio con las manos en la masa.
──Solo estoy asegurándome de que… ──Volteo para seguirle hablando, pero me sorprendo al encontrarlo a un paso de mí──… uhm, de que todo esté al día.
Vuelvo la vista al frente, no sé qué hace tan cerca. Y aunque no debería dejar que lo esté porque estamos en el trabajo, me veo incapaz de quejarme y el rostro se me acalora entero.
Ha pasado uno que otro día a mi casa hasta tarde, no se ha vuelto a quedar desde aquella vez. Y desde entonces he iniciado un ritual en donde tengo que convencerme que debo controlar mis sentimientos y nervios con él cerca, porque parezco un tonto.
Solo que no funciona, ayer me preguntó cómo le quedaría una corbata azul. Y luego de decir que cualquier color le quedaría perfecto porque las corbatas le quedan de maravilla, fui y me encerré en el baño como todo un hombre.
De pronto todo empeora cuando lo siento acercarse, el gruñón no tiene nada mejor que hacer que pegarse casi por completo a mi espalda. Parece ver con mucho interés lo que hago por encima del hombro, y aunque debería de explicar un poco más lo que estoy revisando, solo puedo pensar en que hace mucho calor.
──Eso es trabajo de Edith, ¿verdad?
──Eh…
──Te dije que no hagas trabajo de los demás ──refunfuña en mi oído──. Te pido que la pongas a trabajar, no que la dejes sin nada que hacer. ¿Qué parte te confunde?