Oficialmente No Profesional

Capítulo XXV

Para mi sorpresa, una vez afuera Edith se dirige a mí.

──¿Y William?

Por supuesto que me hablaría solo para eso.

Entiendo que no me vea de esa manera, no puedo gustarle a todo el mundo. Pero me parece hasta cruel que le eche sal a mi herida de esa manera, como si ella no hubiese dicho lo que dijo ese día.

──En el almacén. ──Humedezco mis labios, algo dudoso──. Hablando de eso… debemos limpiar ese lugar, chicos.

No pensaba hacerle caso al gruñón sobre eso, pero creo que tiene razón. Además, podré terminar antes si tengo manos extras ayudándome.

Los dos hacen una mueca, pero mientras que Noah asiente… Edith sí habla.

──¿Por qué? Soy pasante, no tengo por qué hacer eso.

Suspiro.

No me sorprende que diga algo así, es mi culpa por tenerla tan consentida. Y aunque antes habría cedido por temor a molestarla, como si con eso fuera a sumar o restar puntos, ya da igual. No tengo por qué seguir esforzándome en agradarle.

──Bueno, no es una pregunta. Lo haremos ──digo con firmeza.

Noto la sorpresa en mi amigo cuando termino de hablar, pero yo me dispongo a sentarme lo más rápido posible para no responder a ninguna de sus preguntas. Ya de por sí siento demasiada vergüenza por haber hablado como si fuera un supervisor o algo.

──Le preguntaré a William, él es quien manda aquí ──refunfuña.

La veo, perplejo. ¿Quiere pelearme por eso?

Me está molestando. Es como si de nuevo quisiera hundirme la confianza o algo así, por lo que se convierte en la primera compañera en dos años a la que le respondo.

──El que está a cargo de lo que haces en la oficina, soy yo ──recuerdo con dureza.

Ella presiona los labios.

──Pero…

William sale del almacén con carpetas en mano mientras los ojea, tiene sus lentes puestos. Luciendo más intelectual de lo que por sí es. Solo por un momento, un breve instante, me pierdo viendo cada detalle como si con ello descubriera sus secretos.

Entonces levanta la mirada y me descubre, dándome un ataque cardiaco.

Ay, qué pena.

Puedo notar que capta la tensión entre nosotros, porque cierra la carpeta para hablarnos.

──¿Pasa algo? ──cuestiona.

Edith parece dudar.

──Es que… Sebastián quiere que limpiemos ese almacén, pero no me corresponde como pasante hacerlo.

El gruñón se cruza de brazos.

──Limpiar el almacén te permitirá conocer el orden de los expedientes de allí dentro, podrás comenzar a conocer todo lo que tenemos y lo que no. Para que el día que Sebastián decida lanzarse frente a otro auto, puedas cubrir su lugar.

Bien, lo último no era necesario.

──Pero considero que usted debió darnos esa orden, no él como si fuera…

Primero me abraza diciendo claramente que está pensando en otro, me besa y me arrastra a su apartamento para usarme a su antojo, asegurándose de que no soy gay para no ser una amenaza para su inexistente relación con William. Y ahora está aquí, haciéndome sentir insignificante por no ser un supervisor.

Al menos sé que no estoy exagerando, porque Noah se ve de lo más molesto. Algo raro en un chismoso cómo él, parece desagradarle por completo.

──No, puede que Sebastián no sea el supervisor ──dice William──. Pero yo le ordené estrictamente que se encargara de tu día a día, por eso está detrás de ti para darte trabajo. Y no solo contigo, también lo hace con Noah. Te guste o no, Sebastián es la persona que está a cargo cuando no estoy.

¿Qué la mamá de quién?

Dios mío, ¿debería halagarme? Eso solo me pone más peso encima.

──Pero él nunca hace nada…

Le lanzo una mirada de advertencia a Noah cuando resopla con fuerza, mi amigo apenas y logra contener sus palabrotas.

Pero William sí habla.

──Creo que has estado muy distraída si no notas todo lo que hace. ──Se acerca a mí, dejando caer las carpetas de sus manos en mi escritorio──. Las quiero organizadas para mañana.

Pongo los ojos en blanco.

¿Cómo que mañana? Cada carpeta parece una biblia.

Maldita sea, ¿por qué yo?

»Ah, y… ──Miro a William mientras se me sale el alma, solo pido que no me dé más trabajo──, te lo diré como se lo dije a él: supera el revolcón que se dieron y demuestra que eres profesional.

Me guiña un ojo con discreción, y camina para adentrarse en su oficina, solo que esta vez deja la puerta abierta. Es inquietante cuando no la cierra, siempre siento que no me quita la mirada de encima.

──¿Le dijiste? ──pregunta Edith. Al verla, está totalmente furiosa──. ¡Le dijiste…!

Noah parece perder la paciencia.

──¡Edith! ──la interrumpe──. Esto es ridículo. William se enteró porque soy imprudente, punto final. Y aunque no hubiese abierto la boca, se habría dado cuenta por cómo le huyes. Deja de pelear, ¿no te agota?



#3043 en Novela romántica
#1013 en Otros
#388 en Humor

En el texto hay: comediaromantica, slowburn, gaybl

Editado: 10.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.