──Eh, William… ¿debería preguntar?
El idiota me está abrazando desde atrás mientras apoya su rostro con la parte de atrás de mi cabeza, su respiración me causa cosquillas en la nuca. Tengo que pensar en cosas serias para no reír como un retorcido.
──Estoy cansado ──dice.
Al escuchar eso, subo mis manos y las coloco sobre las suyas. Puedo sentir como mi piel cosquillea por ese contacto.
Lo que no esperaba del gruñón, era que viniese a mi casa un domingo para pasar la tarde. No es la primera vez que está aquí, pero sí desde el cumpleaños de su mamá. Lo cual es… inquietante.
Quiero preguntarle con todas mis ganas qué opina de estar así, qué es lo que siente cuando lo hace, en sí su corazón se acelera tanto como el mío. Pero el miedo siempre me frena, porque soy lo suficientemente egoísta para disfrutar de estos gestos que tiene, pero demasiado cobarde como para ponerle un nombre.
Estoy totalmente atrapado.
Pero también sé, que al igual que yo suele inquietarse ante demasiadas preguntas.
──¿Pasó algo? ──pregunto en voz baja.
Mueve su rostro y lo oculta en mi cuello, no puedo evitar echar la cabeza hacia atrás para apoyarme en su hombro.
Esto es el cielo.
──No, solo estoy cansado y dijiste que puedo hacer esto cuando yo quiera.
──¿Te ayuda con el cansancio?
──Como no tienes idea ──responde──. Aquí recargo mis baterías, espero no te moleste.
Para nada, úsame lo que quieras.
Casi quiero lamentarme por mi propio pensamiento, ¿qué es lo que me pasa cuando estoy cerca de él?
──De acuerdo.
──Y… Don Gato…
──¿Sí?
──Tu gato me está haciendo un hueco en el pantalón, parece molesto de que te tengo así.
Bajo la mirada para verificar eso y sí. Comienzo a reír al ver a Lalo masticar la tela con rabia, pero al mismo tiempo me enternece cómo William lo permite sin molestarse ni un poco.
──Sabes muy bien que es celoso.
──Pero él te tiene todo el día que estás aquí, aparte de toda la noche… ──gruñe contra mi piel y me estremezco entero──. Yo solo te tengo en horario de oficina.
──¿Y te parece poco?
──¿A ti no?
Si, me parece muy poco.
Bien, ésta la gana.
──En otras noticias. ──Carraspeo y él suelta una suave risa──. Mañana luego del trabajo iré con Noah y Edith al famoso karaoke.
──¿Me estás pidiendo permiso?
──No, solo… te aviso por si vienes y no estoy.
──Tienes razón, ¿y si te necesito y no te encuentro?
Se me calienta el rostro, ¿cómo puede decir eso a la ligera?
──Me llamas y ya está ──susurro.
──Hecho. ──Me suelta──. Pero no bebas demasiado, te lo pido. Pareces no tolerar ni una gota.
Aunque nadie me crea, luego de lo último no quiero volver a hacerlo. No si no está el gruñón cerca.
──Lo prometo.
Al verlo, me está sonriendo levemente. Y antes de que pueda darme un ataque por verlo de esa manera, me da un piquete en la frente. Me quejo y llevo una mano donde me pegó.
──Espero que mañana la salida no te tenga distraído a la oficina, quiero concentración total.
──Pero, ¿por qué me regañas hasta fuera de la oficina? ──pregunto en una queja──. Siempre me presionas hasta el punto de la locura, ¿hay algo que deba saber del por qué lo haces?
Abre la boca, pero vuelve a cerrarla. Claramente está nervioso.
Eso es nuevo de ver en él.
──No, no, nada del otro mundo. Me dicen que alguien debe estar a mi nivel, en caso de que enferme o algo.
──¿Y no pudo ser Noah?
Ríe a carcajadas.
Otra cosa que es poco común, el gruñón suele medir hasta sus risas.
──Si trato a Noah como a ti, se irá llorando de la oficina. Las pocas veces que lo he hecho, he visto claramente cómo se cuelga de ti como un desesperado.
¿Por qué suena celoso?
──Bueno, como quieras ──balbuceo──. Es tarde, debo dormir.
William mira la hora y asiente.
──Quiero que llegues temprano.
──Claro.
──Ningún «claro», llega temprano ──gruñe.
Y volvió a la normalidad.
El gruñón toma sus cosas, y para nuestra sorpresa, Lalo corre para llegar a sus pies. Me muero de ternura cuando comienza a acariciarse con sus piernas.
──Pregunta seria, ¿es bipolar? ──cuestiona.
Me cruzo de brazos con diversión.
──No, solo me soltaste.
Se me corta la respiración cuando Lalo se coloca en sus pies, acostándose boca arriba. Es claro que le está pidiendo mimos, ¿en qué momento le habrá tomado tanta confianza a William?