Oficialmente No Profesional

Capítulo XXIX

William

Momentos atrás.

──¿Cuándo vuelve Sebastián? ──le pregunto a Noah.

Hace una ligera mueca, pensativo.

──No lo sé, es que le cuesta entender la página web que tenemos, la última vez tuve que ir yo para entenderlo ──cuenta algo divertido──. Si veo que se tarda mucho, iré para ayudarlo.

Contengo la sonrisa, quisiera verlo. Suele verse adorable cuando se desespera.

Aunque, siendo justos… siempre se ve adorable.

──De acuerdo.

Edith se levanta y me pide permiso para comprar su almuerzo, la dejo ir antes de que intente tomarme el brazo para convencerme. Verifico el trabajo de Noah antes de regresarme a mí oficina, trabajando totalmente concentrado.

Y salto del susto cuando tiran una puerta, ni siquiera puedo reaccionar cuando ya hay alguien hablándome.

──Hey, poco hombre. ──Frunzo el ceño ante su forma de llamarme──. ¿Quién diría que alguien tan serio como tú le encanta comerse a los de su mismo sexo?

Miro a Israel en silencio, levantándome del escritorio con calma.

Verifico, para mi alivio, que Sebastián no está en su escritorio, y que Edith aún no ha regresado. Pero está Noah, viéndome con total sorpresa. Y a pesar de todo lo que esperaba de su reacción, simplemente se levanta y se acerca también a la oficina.

──Israel ──empieza──. Eso no es de tu incumbencia, ¿qué tal si te calmas y te vas de aquí?

Creo que es la primera vez que lo veo de esa forma tan seria, algo súper raro de ver. No hay ni un rasgo de su imprudencia.

──Ah, ¿entonces tú eres el Don Gato del que él tanto habla? ──Me tenso──. Porque así como si nada él va por allí diciendo que hago mal mi trabajo, yo puedo decir lo que me venga en gana.

Creo que queda claro que ese día me escuchó. Aunque tenía la duda, lo que realmente me sorprende es que no haya dicho nada antes, considerando que discutimos después de eso.

Suelto una risa sarcástica.

──¿Y solo te quedó indagar mi vida privada porque mi trabajo es impecable? ──pregunto con cierta burla.

Su mirada se vuelve amarga.

──Creo que el que está en una nube demasiado alta eres tú. ──Se gira hacia Noah──. ¿Qué dices tú, Don Gato? ¿O es que te lo hace tan bien que lo vas a defender?

──¿Qué quieres escuchar? ¿Consejos para buscar a alguien con quien hacerlos o qué? ──pregunta Noah con dureza de regreso──. No me confundas, yo no estoy con él.

Tampoco es que me desprecies.

──¿Y por qué lo defiendes?

──Porque él es especial para alguien importante para mí, así que cierra la boca y lárgate de aquí ──ordena Noah.

Lo veo con algo de sorpresa por sus palabras, y aunque él me devuelve la mirada sin mostrar emoción alguna… puedo confirmar claramente que no es ningún ciego o tonto.

A este paso, todos lo sabrán… menos Sebastián.

Pero vuelvo a irritarme cuando escucho a Israel insistir en el tema.

──Espero que ese alguien no sea una mujer, porque la pobre…

──Deja de meterte con mi jefe por esa mierda, que seas de mente cerrada no es nuestro problema.

Israel ni le escucha, da una vuelta para ver fuera de la oficina los escritorios vacíos.

──¿Y Sebastián?

No sé quién se tensa más, sí Noah o yo. Pero ambos respondemos al mismo tiempo.

──Ni se te ocurra molestarlo.

──A él no lo metas.

El insoportable suelta una carcajada.

──¿Por qué lo tratan como a un niño? ──cuestiona──. Bueno, sí parece uno, pero él es el único que tiene cerebro por aquí, ¿dónde está?

──Eso no es de tu maldita incumbencia, Israel ──gruño──. Mejor vete o…

──¿Qué? ¿Pensarás que te perderá el respeto cuando lo regañas por ser gay?

Mi paciencia tiene un límite.

Camino hasta donde está Noah y lo saco de la oficina.

──Sebastián que ni se acerque a la puerta ──ordeno──. Y si notas que tardo demasiado, llama tú mismo a Julián.

Asiente en silencio, retrocediendo hasta su escritorio.

Cierro la puerta.

──Oye, que tú no me interesas ──se burla──. Yo no dudo de mi hombría para estar con unos jueguitos que…

Giro hacia él.

──Déjame adivinar ──interrumpo──. ¿Te desagradan las personas como yo?

Hace un gesto pensativo.

──Honestamente, me refiero a que me repulsa que tú…

Niego con la cabeza.

──Lamento romper tus malditas ilusiones ──interrumpo con dureza, acercándome con firmeza──. Pero no eres el primero con el que me encuentro que piensa así de mí, y tampoco el último.

»Sí quieres atacarme con eso, hazlo. A mí no me interesa. ──Retomo mi expresión fría──. Solo ten en cuenta que, en lo laboral, te puedo joder como no tienes idea.



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En el texto hay: comediaromantica, slowburn, gaybl

Editado: 10.11.2025

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