William
Tomo todas mis cosas para caminar antes de avergonzarme a mí mismo, Sebastián reacciona al verme y me imita. Me guía a la habitación en completo silencio con Lalo en brazos, y una vez dentro, empieza.
──Había olvidado por completo este detalle, lo siento si te incomoda.
──No, no. Todo está bien.
Deja a Lalo en la cama, este no duda en dar vueltas en círculos y apenas encuentra un lugar de su gusto, se acuesta para dormir.
Qué vida tan difícil.
Reacciono cuando Sebastián se acerca y me planta un beso. Un simple e inocente roce de su parte. Lo que no sabe es que estoy conteniéndome tanto que ese simple gesto fue lo que me hace tirar el uso de la razón por la ventana.
Porque me le lanzo encima, él jadea cuando lo ataco con todo en un solo beso, invadiendo y acariciando su lengua sin ningún tipo de duda.
Solo se aparta cuando lo recuesto en la cama, quedando encima de él.
──Hey, ¿qué estás…?
──Tranquilízate, solo quiero besarte hasta el cansancio. ──Me acerco y muerdo ligeramente su barbilla antes de continuar──. Una vez me dije a mí mismo que el día que vuelva a besarte, iba a arrancarte la boca.
Se sonroja de lo más chistoso.
──Pero estamos…
──Dios, Sebas. Son solo besos ──me burlo──. ¿O es que estás pensando en otras cosas?
No creía que fuera posible, pero el sonrojo empeora.
──¡Claro que no! ──susurra con enojo──. No seas imbécil y…
──Hey ──interrumpo, molestándolo igual que en la oficina──. ¿Me besarás hoy o mañana?
Y con solo decirle eso, deja el enojo de lado para acercarme a él.
Según sus padres allá afuera, puede que piensen que estamos durmiendo y descansando del viaje.
Pero solo nosotros sabremos que no hicimos eso, que en su lugar… estuvimos descargando todo lo contenido por meses. Era como si no pudiéramos dejar de besarnos, y eso fue simplemente perfecto.
***
──¡A pescar! ──exclama Armando subiendo todo lo necesario en la camioneta──. Por fin tiempo de hombres, un poco más y Ruth me hace tejer.
Ruth alza una ceja.
──Pero bien que compraste la lana para hacerlo.
Sebastián comienza a reír a carcajadas, todo sin soltar a Lalo.
Yo quedo como idiota al verlo, ¿cómo alguien puede ser tan lindo?
Veo cómo Ruth se acerca a él para sostener al gato, y algo me llama la atención de aquello. Porque cuando yo suelo tomar a Lalo, este se me acurruca en los brazos, pero con ella es claro que el pobre gato está usando sus patas para empujarla y ganar algo de distancia.
──No le pasará nada a Lalo, hijo ──habla Armando──. Míralo así: le traerás algo rico que seguramente pesque yo o en su caso William, porque si dependemos de ti nos moriremos de hambre.
Miro a Sebastián al escuchar eso, pero este se encuentra viendo a otro lado, como si eso sirviera de algo para ocultar su sonrojo.
Don Gato al percatarse de que todos lo estamos viendo resopla indignado, y sin decir nada entra en los puestos traseros de la camioneta.
Giro hacia Ruth.
──Nos vemos luego, señora.
──Oh, llámame Ruth ──pide──. Traigan algo rico.
──Claro.
Entro en la camioneta y Armando acelera.
Bueno, ahora estoy bastante nervioso, no puedo quedar en ridículo. Tal vez debí instruirme mejor antes de tal aventura.
Miro a Sebastián.
──¿Cómo eres pescando…? ──No termino de hacer esa pregunta cuando ya Armando está riendo a carcajadas.
──Es el peor pescador que puedes encontrar.
──¡Papá!
──¿Lo niegas? ──pregunta──. Una vez y no me preguntes cómo, se le enganchó la caña en la parte trasera del pantalón. Solo imagina lo que sucedió cuando quiso lanzar…
──¡Bueno, ya! Se entiende que soy pésimo ──se lamenta, totalmente avergonzado.
Armando sigue contándome muchas, pero muchas anécdotas de Sebastián. Estoy tan maravillado de todo lo que cuenta, que me inclino hacia el asiento del piloto para prestarle toda mi atención.
──Recuerdo su primera novia… ──sigue diciendo.
Se puso bueno el chisme.
──Papá, ese tema no.
Lo miro con un leve puchero, a lo que Don Gato me entorna los ojos.
──¿Por qué no? ──pregunta de regreso──. ¿Te da vergüenza que recuerde lo adorable que te pones cuando estás tonto por alguien? En eso te pareces a mí.
──¿Por qué sacas ese tema ahora? ──cuestiona con pena.
──Porque estoy notando que estás tonto por alguien, solo quiero que me lo digas. Me hará feliz saber que mi hijo lo es. ──Sebastián se paraliza y no responde más. Solo me doy cuenta que llegamos a nuestro destino cuando Armando apaga la camioneta──. Llegamos al lago, iré preparando todo mientras mi hijo supera la vergüenza.