William
Abro los ojos y lo primero que veo es a Sebastián durmiendo, tiene hundida su nariz en la cabecita de Lalo. Es una imagen tan adorable que quiero una foto para fondo de pantalla o algo así, pero cuando quiero moverme para buscar mi celular, me doy cuenta que mi mano sigue atrapada dentro de la suya.
Vaya, no me soltó en toda la noche.
Aun así, intento apartarme con cuidado para no despertarlo.
Y fracaso.
Sebastián parpadea un par de veces antes de que su mirada se enfoque en mí, entonces se sonroja.
──Buenos días ──saluda.
──Buenos días.
Se sienta con cuidado, Lalo ni reacciona. Parece estar profundamente en el quinto sueño.
Quiero quejarme cuando Don Gato me suelta, pero me contengo al ver cómo se estira. Estoy gozando del espectáculo en vivo, es mejor guardar silencio para que no se detenga por la vergüenza.
Al terminar, toma su celular.
──Uhm, aún es temprano ──murmura──. Debo ir a la… a la cocina. Si quieres quédate y duerme más…
──Tú deberías dormir, luces cansado.
──Lo estoy ──acepta──. Pero extraño hacerle el desayuno a mamá, así que…
Camina hacia mí y toma mi rostro con sus manos para darme un beso. Solo que antes de que pueda reaccionar, se devuelve y sale de la habitación. Todo lo hizo tranquilo, sin titubear o llenarse de nervios.
Él no deja de sorprenderme.
Giro hacia Lalo, que este al no sentir a Sebastián se estira y salta de la cama.
Hubiese hecho eso anoche, maldita sea.
Decido levantarme también, no quiero sentirme como un inútil en cama todo el día.
Me encamino a la cocina, donde ya Don Gato está rebuscando en la alacena y sacando diferentes cosas para preparar. Parece concentrado en su tarea.
──¿Necesitas ayuda?
Asiente.
──El café ──indica.
──¿Por qué yo? La secretaria eres tú.
La mirada que me lanza me hace soltar una risa.
Aun así, me señala donde puedo encontrar todo y me pongo manos a la obra. En todo el proceso, le echo una que otra mirada a Don Gato preparar el desayuno con completa destreza, lo que me lleva a hacer más preguntas imprudentes.
──La otra vez mencionaste brownies, pero… he notado que también te manejas bien con la comida salada ──comento──. ¿Hacías ambos?
──Sí ──responde──. Empecé con postres, pero luego entré de lleno a la cocina.
Abro la boca para seguir de imprudente, pero otra voz se me adelanta.
──Y también se sobre exigió tanto que tiene quemaduras aquí… ──Ruth se adentra a la cocina, y se acerca a Sebastián para tocar ciertos puntos en su antebrazo izquierdo. Solo que no puedo verlos porque tiene una camisa manga larga──, y una muy fea aquí.
Entonces señala una mancha apenas visible en el dorso de su mano derecha, no me había fijado en que era una vieja cicatriz.
──¿Cómo te hiciste esa? ──pregunto, acercándome.
Don Gato sonríe.
──Era una plancha con tapa. ──explica, usando sus manos para indicar el tamaño──. La parte de arriba tenía más temperatura que la de abajo, solo subí mi mano de forma distraída. Fue un roce, pero quedó así.
Quiero tocar esa cicatriz y acariciarla, pero Ruth lo hace por mí. Aquello me consuela.
»Pero no hablemos de eso. ──pide y gira hacia Ruth──. Mamá, estoy haciendo tu favorito.
──Huele muy bien ──le responde.
──Siéntate ──pide con ternura.
Al sentarnos todos a desayunar, noto algo bastante curioso y eso es: Ruth dándole de comer ciertas cosas a Armando en la boca.
Sebastián no puede negar que es su hijo.
Después de eso, nos echan de la cocina. Ruth insiste en que quiere ir haciendo ella sola todo para la cena de navidad, y aunque Don Gato la quiere ayudar, se mantiene firme.
──No estuve practicando todo el año para que me eches de mi propia cocina, ustedes vayan a la sala y relájense. Están de vacaciones.
Por la mirada que nos da, no tenemos más opción.
Me siento en el suelo al mismo tiempo que Sebas toma a Lalo para acercarse a mí y sentarse a mi lado.
──¿Puedo ver las cicatrices? ──pido.
Lanza su brazo izquierdo a mi regazo, no lo dudo y subo la manga. Apenas llevo un poco y ya veo varias.
──No pongas esa cara ──suplica.
──¿Cómo es posible que tengas tantas?
──Soy bastante torpe.
Suspiro.
──Me encanta cuando cocinas, pero ahora estaré preocupado cada vez que lo hagas.
Sonríe algo apenado.
──No te pongas así, anda. Que a cualquiera puede pasarle.