Oficialmente No Profesional

Capítulo XLI

Estoy sentado en el mesón de la cocina, totalmente exhausto.

Hoy ya es fin de año, y no se me ocurrió mejor idea que ir hoy mismo a pescar de nuevo con William. Y con solo recordar la experiencia completa, quiero crear una máquina del tiempo para impedir tal desgracia.

No sé cómo me las ingenié, pero el maldito anzuelo se enganchó con la silla de plástico detrás de mí. Lo malo es que sobre ella estaban todas mis cosas.

Y prefiero no decir lo que pasó cuando intenté arrojar la caña.

Al menos no fue mi ropa.

──¿Te duele? ──pregunta William con burla.

Me cae mal en este momento.

──No, no me duele ──refunfuño.

Papá habla.

──William, te advertí del desastre al cual te enfrentabas.

El gruñón acaricia mi brazo con discreción antes de alejarse.

──Le tenía fe ──responde.

Agh.

Mamá entra a la cocina con una pequeña sonrisa que me hace sonreír a mí también. Ella saca del refrigerador bastante fruta y la acomoda en una bandeja, lista para ofrecernos.

Pero su ceño se frunce cuando se acerca a mí.

──Sebastián, ¿comiste fresas o algo así? ──pregunta en voz baja.

Me confundo.

──No, mamá. ¿Por qué lo preguntas?

──Tienes la boca roja.

Bajo la mirada y me quedo viendo al suelo procesando esa información.

Porque recuerdos de William en la camioneta invaden mi mente. Luego de la enorme humillación que viví, entré al vehículo totalmente dispuesto a dejarlo abandonado en medio de la nada, solo que no esperaba que se me subiera encima en el puesto del piloto.

Y sí, casi me arranca la boca al ver que no dejaba de soltarle impropios.

──Tomé agua fría.

Mamá sonríe, apenas de forma perceptible. Solo que gira antes de que le pueda preguntar qué sucede.

¿No me dará fruta?

──Ah… ──Se acerca a William y le ofrece de la bandeja de frutas──. ¿Quieres? Deben estar agotados luego de traer esas carpas.

Veo los pescados capturados por el gruñón esta mañana en el fregadero, papá les está quitando las escamas y limpiando para guardar. A él le impresionó bastante el talento que mostró William al momento de pescar, dejándome más en ridículo de lo que ya estaba.

Igual no me quejo, se veía… muy bien pescando.

Me muerdo el labio ante mis pensamientos.

No vayas por ahí, no vayas por ahí, no vayas por ahí…

Y William le sonríe con tanto afecto a mi mamá que me derrito.

──Claro, gracias. ──dice él, tomando uno.

Mamá se gira para darle a papá directamente a la boca, y el gruñón aprovecha eso para colocarse el pedazo de fruta en los labios, pero no se lo come. Lo balancea juguetonamente de un lado a otro, y da la vuelta para irse a la sala.

Qué hijo de perra.

Voy igualmente, y el muy descarado ya me estaba esperando en el pasillo. Se inclina y me entrega la mitad de la fruta, dándome un beso antes de apartarse.

──Está bueno ──dice──. Debo bañarme y alistarme de una vez, no entres a la cocina sin mí. Quiero ayudar.

──Eres el invitado ──recuerdo.

──Pero…

──Sebastián tiene razón, William. No te preocupes de nada, nosotros nos encargamos. ──Ambos nos quedamos de piedra cuando mamá aparece a mi lado. Ella se dirige a mí con una sonrisa──. Y él es tu invitado, tienes que atenderlo.

──Pero, mamá…

──No. ──sentencia, mirando de nuevo a William──. Ve tranquilo, en un par de horas vendrán los invitados.

William asiente.

──Bueno, voy… adelantándome.

Lo veo alejarse, y cuando desaparece por completo miro a mamá.

──¿Desde cuándo te gustan los hombres? ──pregunta directamente.

Jadeo del horror.

¡Es que lo sabía! Intenté decirle a William que esconder esto no tiene sentido. Primero porque le falto al respeto al momento de hacerlo, segundo porque mi mamá parece tener ojo de águila y por último… soy una señal de tránsito fosforescente cuando estoy tonto por alguien.

Hasta papá se había dado cuenta, solo que él… respeta y me da tiempo a decirle. Pero mamá no, a ella no le gustan los rodeos.

──¡Mamá! ──regaño en voz baja.

──¿Me equivoqué en algo?

Suspiro, resignado.

──No, mamá. Pero es que te ves tan seria…

Niega con la cabeza rápidamente.

──¡No, no! No me malentiendas ──pide──. Como madre, solo quiero que tengas salud y ya.

Supongo que eso es bueno.

»Lo malo es que yo quería nietos, pero no me importa si él es lo que quieres. Porque ya hace años que me hice a la idea que los únicos nietos que me darías, serían puros gatos.



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En el texto hay: comediaromantica, slowburn, gaybl

Editado: 10.11.2025

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