Para mi sorpresa, se trató de pasar por diferentes lugares cercanos a mi casa en la avenida principal. Había muchos puestos, y solo pude dejarme llevar por todo lo que me mostraba.
El gruñón me está regresando lo que le hice durante las vacaciones, mostrándome todo lo que solía hacer de niño. Veo con cierta fascinación lo que me muestra, mientras que al mismo tiempo algo dentro de mí se derrite por saber mucho más de él.
Pasamos por una tienda que venden piercings y…
──Oye, ¿qué haces? ──pregunta William con interés.
Levanto un modelo.
──Este te quedará bien en la oreja.
Giro a verlo cuando no me responde, lo encuentro viendo con total seriedad el accesorio antes de girarse al vendedor.
──Deme eso.
──Espera ──pido──. Ni siquiera sabes si te gusta…
──Si tú dices que me quedará bien… es porque lo hará.
Ay, que me derrito.
──¿Y si te digo que te vistas de un gato, lo haces también?
──Lo haría, pero me preocuparía que eso te dieran ganas.
Ya no me derrito.
──Eres un hijo de…
Ríe y paga por el accesorio, salimos de la tienda mientras que él le envía mensajes a su madre indicándole que se hará otra perforación. Y aunque escucha los audios de ella con el celular pegado a la oreja, desde aquí puedo escuchar que le dice que la perforación se la puede hacer en… bueno, otras partes del cuerpo.
Pero la convence. No sé cómo, pero lo hace.
──¿Eres tímido? ──pregunta de pronto.
Me ofendo.
──¿Qué clase de pregunta es esa? ──cuestiono de vuelta──. No solo soy tímido, también soy torpe, nervioso…
William me interrumpe acercándose y tomando mi labio entre sus dientes, pongo los ojos en blanco.
──Me refería a las muestras de afecto en público.
──¿Y lo aclaras luego de hacer eso? Estás demente.
──Lo tomaré como que me das permiso.
Dicho eso sigue. Tengo que admitir que me da algo de pena, pero él se ve tan contento haciéndolo que… quiero complacerlo. Después de todo, tuvo muchas parejas que siempre lo escondían, no puedo imaginar cómo debe sentirse que por fin pueda ser él mismo frente a todos.
Pero entonces me muerde con más fuerza.
──Gruñón, tampoco es que me vas a comer en público.
──¿Por qué no? ──pregunta──. No le quites lo divertido a la vida.
Sonrío algo apenado y rozo su piercing con mis dedos. Y antes de que pueda decirle cualquier cosa para replicar… me deja sin palabras.
»Te quiero bastante, puede que igual o más de lo que adoras a Lalo. ──Si no fuera porque me siento perfectamente bien, diría que tengo fiebre por lo caliente que siento el rostro──. Hablando de Lalo, ¿y si le buscamos algo?
No me da tiempo de responderle; simplemente toma mi mano y vuelve a caminar mientras tira de mí.
Estaba tan distraído por todo esto, con él guiándome y contándome muchas cosas mientras tomaba mi mano con total firmeza… que no noto que pasamos frente a la panadería donde solía trabajar.
──¿Sebastián?
Me paralizo entero ante esa voz, con solo escucharla… la ansiedad se me dispara. En respuesta, tomo con más fuerza la mano de William. No me veo capaz ni de verle al rostro.
Es impresionante cómo con solo escuchar esa voz me hace sentir de lo peor. Como si fuera un ser pequeñito y sin valor, y no solo eso…
──¿Lo conoces? ──inquiere William en voz baja.
Asiento.
──Él es…
Pero llega a nosotros.
──¡Sí eres tú! ──Robert palmea con fuerza mi hombro, hago una mueca algo incómodo──. Años sin verte, no sabía que seguías por aquí. Creía que te habías ido de nuevo con tus padres.
Respiro y le veo.
Me sonríe de lo más amable y amistoso, nadie pensaría que detrás de toda esa amabilidad que suele mostrar… hay alguien explosivo y totalmente desagradable con quien trabajar.
A esto me refiero. Porque al recordar los tiempos donde trabajé para él… me hace sentir como un dramático, porque suele actuar tan carismático que te engaña en cómo es en verdad.
──No, yo… conseguí un mejor lugar.
──Seguro que de cocina no, porque si así de mal trabajas aquí no puedo imaginar como serás en otro lugar. ──Ríe de forma escandalosa, me limito a sonreír──. ¿Y de qué trabajas ahora?
──Asistente de Administración y Recursos Humanos.
──O sea, de secretaria.
Agh.
──Disculpen. ──dice William, haciéndonos reaccionar──. Un placer, soy William. ¿Eras el jefe de Sebas?
Sebas.
¿Por qué no me llama así más seguido? Me enamora cuando lo hace.
──Sí, él… ──Entonces veo a Robert bajar su mirada a nuestras manos unidas──, no te lo puedo creer.