Capítulo XLVI

Para mi alivio, alguien viene a mi rescate.

──Hey, Sebas. Te habías tardado… ah. ──Noah avanza hacia mí, mirando al acosador que se está aferrando a mi brazo──. Hola, Israel. ¿Qué te trae por aquí?

──Bueno, solo… acompañaba al bien más preciado de William hasta su oficina. ──Muevo la cabeza con disgusto cuando me toca el cabello──. Uy, perdón. No puedes culparme, pareces un niño tierno cuando estás enojado.

Entorno los ojos cuando se me acerca al rostro.

»¿En serio no me responderás a nada de lo que te dije?

──Dios, Israel. Pareces vivir por la pelea, así como yo del chisme. ──Noah me toma de hombro y me aparta de él──. Deja de molestar a Sebas.

──Solo estábamos conversando…

──¿Estás molestando a mis empleados otra vez? ──cuestiona William de forma seca.

Alivio exprés.

El gruñón se acerca a nosotros, colocándose entre Israel y yo con firmeza. Todo sin dejar de mirarlo con claro desdén.

──No, no. ──Israel retrocede──. Solo quería conversar con Sebastián, solo que él no me responde a ninguna de mis preguntas.

──Él no tiene que responderte nada.

──¿Qué? ¿No podemos ser amigos? ──pregunta. Él inclina su cabeza levemente para verme──. Es el único que me hace el favor de mi trabajo cuando lo necesito.

Vaya forma de llamarme pendejo en el trabajo.

Miro a William y él parece notar al instante lo molesto que me encuentro.

──Sebas, ve a terminar ese reporte. Lo necesito enviar antes del cierre.

Ay, me llamó Sebas.

Molestia olvidada.

Camino igualmente sin responder, siento que apenas abra la boca saldrán todos los insultos que estuve conteniendo por ese imbécil que se mete con mi gruñón.

Solo me queda desear que William no quiera hacer de las suyas solo por defenderme, algo me dice que es completamente capaz. Debí hacerle una lista de reglas exclusivamente para él.

Más bien, le haré una.

Los chicos entran luego de varios minutos. Y mientras el gruñón se va a su oficina, Noah se sienta a mi lado y acerca su silla a la mía, como siempre hace cuando quiere hablar de un chisme.

──¿Te estuvo molestando mucho Israel? ──indaga.

──No, tranquilo.

──No mientas, el jefecito quiere comérselo vivo.

¡Lo sabía!

Pero, por otra parte, por alguna razón eso me da celos. Solo a mí me puede comer en cualquier sentido.

Noah me alza una ceja.

»¿Te calentó escuchar eso?

──Claro que no, ¿qué cosas dices?

──No lo sé, tienes carita de necesitar amor. ──Gira levemente su silla hacia la oficina de William──. ¡Jefecito…!

Le jalo con fuerza la oreja.

──Suficiente, tengo que trabajar. Concéntrate en lo tuyo. ──regaño con dureza y Noah obedece increíblemente rápido. Observo a Edith a lo lejos──. ¿Terminaste con la documentación de los nuevos ingresos?

No sé qué le sorprende, que le hable o el tono que estoy usando con ella.

──No, es que estaba…

──Lo necesito ──interrumpo──, hoy entregaré el reporte de ese centro y quiero todo archivado.

No me dice nada tampoco, sino que simplemente se concentra en la pantalla. Espero que sea por trabajo.

Comienzo a leer los informes que fui a buscar en el centro de hoy con atención, pero subo la mirada cuando me llega un correo.

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De: William Querol.

Para: Sebastián Medina.

Asunto: Borra esto cuando termines de leerlo.

¿Puedo decirte lo mucho que me encantó verte dando órdenes con tanta firmeza?

Ahora necesito ayuda con un problema aquí abajo.

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Mi rostro se llena de vergüenza, ¿cómo se le ocurre escribirme eso por aquí?

Lo borro de inmediato.

–––––––––––––––– 📧 CORREO ELECTRÓNICO ––––––––––––––––

De: Sebastián Medina.

Para: William Querol.

Asunto: Ten prudencia.

No digas eso por los correos, ¿estás loco?

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–––––––––––––––– 📧 CORREO ELECTRÓNICO ––––––––––––––––

De: William Querol.