William
De un tiempo para acá… estoy inquieto. Porque para estas alturas en cualquier otra relación, comenzaba a aparecer la vergüenza en mi pareja. Y siempre que intento convencerme de que con Sebastián no será así, más crece la inquietud.
Es ridículo, él está aquí sobre mí. Está aceptando todo de mí, ¿por qué soy tan desconfiado?
──No puedo ──termino diciendo.
──¿Por qué no?
──Porque ella sabe que tú tienes un novio ──indico──. Y ella podrá ser despistada con algunas cosas de la oficina, pero es como Noah. Una experta en temas que no le corresponden.
Se rinde.
──Entonces… ¿ella estará siempre intentando conquistarte?
Lo pienso un poco, veo una ventana de oportunidad para sacar un tema a relucir… de nuevo.
──Si no te gusta, necesito que me hagas caso de una buena vez y la pongas a trabajar ──respondo con seriedad──. Te lo pido por algo, porque ella parece no rendirse. Y es hacer que ella trabaje, no que tú hagas todo porque no sabe cómo hacerlo.
Se sonroja.
──Yo no…
Interrumpo su excusa.
──Te he visto, no me mientas. ──Recuesta su cabeza en mi pecho, abrazándome. Me aferro al enojo para no ceder ante su ternura──. Al principio… te coqueteaba para que cedieras. Aunque ya no lo haga porque no caes ante eso, sigues haciendo su trabajo una que otra vez…
Me detengo cuando se tensa. Sebastián sube la mirada para verme con una seriedad… que no esperaba.
──No pienso hablar mal de un compañero ──advierte.
Ruedo los ojos, ya empezamos.
──Ya, pero el que está hablando soy yo.
──Pero no quiero escuchar eso.
──Sebastián, no puedes hacer el trabajo de los demás toda la vida ──regaño, ya totalmente enojado──. Imagina que no soy tu supervisor, sino otro que no presta atención a esos detalles. Podrías matarte por trabajo de varios y nunca recibir reconocimiento, y al primer error, ¿a quién culparán?
──Sé que a mí ──acepta──. Pero es que…
──Necesito que la presiones.
Se incorpora, puedo ver en sus facciones como toda la ternura se va para dejar solo una emoción: enojo.
──Pero tú eres el supervisor, ¿por qué tengo que hacerlo yo? ──pregunta con suma dureza, pero a falta de mi respuesta, su mirada endurece más──. ¿William?
Pero solo me le quedo viendo.
»¡Hey! ¿Piensas decirme algo hoy?
──Lo lamento, pero es que estoy fantaseando contigo dominándome. Dame dos minutos.
El rostro de Sebastián se enciende en un rojo fuerte cuando siente cómo mi cuerpo reacciona a mis fantasías. Con solo verlo así, estas solo crecen.
──E-espera, y-yo no creo…
──¿Qué? ¿No quieres intentarlo? ──pregunto con profundo interés──. A mí no me molesta si lo haces.
Rasca su cabello, totalmente nervioso.
──¿Y perderme la vida buena donde tú haces todo el trabajo?
Suelto una risa.
──Sebas, no te creía tan perezoso ──ronroneo.
Creí que con eso finalmente se calmaría, pero lamentablemente eso no fue suficiente para parar la discusión.
Él suspira y se incorpora para sentarse a un lado, casi quiero quejarme por la distancia.
──No hablábamos de eso, William ──dice con seriedad──. Por favor, no me pongas en estas situaciones incómodas con mis compañeros. Es una de mis reglas y lo sabes.
Voy a necesitar otra dosis de paciencia.
Sé lo delicado que es este tema para él, y aunque quisiera ser más paciente… ahora no puedo.
──Sebastián, al diablo las reglas ──digo──. ¿Por qué estás tan obsesionado con ellas? Hace un momento, parecías disfrutar romper una de ellas.
Su mirada se llena de vergüenza, sonrío al verlo de esa forma.
──Ni yo lo sé, ¿sabes? ──confiesa en voz baja──. No puedo evitarlo por mucho que lo intente.
Me acerco a él, tomando su barbilla con una de mis manos.
──Confía en mí cuando te digo que debes hacerlo, ¿sí? ──Se muerde el labio, inquieto──. Recuerda que poner límites en tu trabajo, es completamente válido.
──Vale…
──Y una… una última cosa. ──digo con ciertos nervios, que empeoran cuando vuelve a tensarse entero──. No había querido decírtelo porque no sabía cómo reaccionarías, pero…
Dudo.
Es su mirada la que me detiene y me hace dudar, esos ojos me dicen claramente que no va a querer escuchar nada de ese tema. No importa cuántas veces le diga que se lo merece, que está más que capacitado… no me hará caso.
Plan B.
──Hazme la evaluación de Edith. ──pido y hace una mueca──. Quiero que lo vayas preparando, cada aspecto, Sebas. Si avanza en algo quiero que lo actualices, pero quiero ese seguimiento hecho por ti.