William
Al regresar, me topo con los dos ya en sus asientos. No ver a Sebastián allí me afecta bastante.
Pero hay un lado bueno: puedo pelear.
──¿Quién de los dos le dijo a Julián? ──pregunto con dureza.
Aunque ya se quién fue, quiero que dé la cara. Así como no dudó en meternos en este lío.
Noah ahorra tiempo de duda y señala a Edith sin disimular, a lo que ella se ofende.
──Siempre me llaman la atención hasta por lo más mínimo, ¿pero yo tengo que guardar silencio por una relación no aprobada en la oficina?
Ja, ¿quién me ponía las manos encima siempre?
──Teniendo en cuenta que Sebastián vivía haciendo tu trabajo, sí ──respondo con desdén──. Y hay maneras de abordar un tema así, porque lo que acabas de hacer, es poner en riesgo el trabajo alguien que no se lo merece. Y no hablo de mí.
Baja la mirada, parece avergonzada y ciertamente no podría importarme menos.
»Es obvio para cualquiera que lo hiciste con toda la maldita mala intención de causarnos problemas. Porque no solo te conformaste con delatarnos, sino que también fuiste a decir mentiras de Sebastián y su trabajo ──gruño, enojado──. Él será todo lo que tú quieras, pero a diferencia de ti, es profesional.
»Pero debo agradecerte algo. ──Me mira de nuevo──. Porque gracias a que rechazaste todos los sentimientos que Sebastián tenía por ti, me dio la oportunidad de que los míos fueran aceptados. Y vaya que no sabes de lo que te perdiste.
Puedo notar cómo se sonroja.
»Al menos por fin dejarás de coquetearme, porque por fin puedo decir que solo tengo ojos para él.
──William, yo… lo siento ──susurra──. No lo pensé bien…
¿Y para qué actuó si no estaba segura?
──No, conmigo no te vas a disculpar ──espeto──. Quiero que te disculpes con él.
Asiente en silencio, toma asiento y se queda allí. Como si no se atreviera a moverse.
Giro y voy a mi oficina, no puedo ni empezar a trabajar cuando Noah se adentra y cierra la puerta.
──Sebastián no estará en más problemas, ¿verdad? ──Niego con la cabeza──. Entonces…
──No te preocupes por eso, ya está conversado ──tranquilizo──. ¿Cómo se enteró ella de nosotros?
Suelta una risa, algo divertido.
──Sebastián no se lleva bien con los celos ──cuenta──. Apenas te fuiste ayer, le dijo a Edith que ni te tocara porque eres su novio y solo de él, entre otras cosas.
Las risas de Noah crecen al ver cómo mi rostro se sonroja, creo que nunca me había visto así.
»Oye, sé que no debería meterme. ──Me tenso y él lo nota, porque sube las manos en señal de calma──. Pero Sebastián no dijo lo de ese día por algo malo, estaba avergonzado sí. Solo que la verdadera razón, es porque quería morirse porque su papá lo encontró a punto de que le dieran por…
──Bueno, prudencia ──regaño, avergonzado──. Te agradezco tus palabras, pero…
──Solo piénsalo ──pide, interrumpiéndome──. Nunca rompió una regla, y hoy las rompió todas por defenderte. Su pelea con Julián no fue como la tuya en esta oficina, la de él fue primero en el pasillo frente a todos y luego aquí. ──Se encoge de hombros──. Nunca hizo eso por nadie.
»Solo… dale la oportunidad de explicarse. Estaba bastante triste.
Me sonríe y sale de mi oficina, termino por recostarme en la silla pensando en todo lo que me dijo. Parece que Noah nunca dejará de comportarse como el cupido de la oficina.
No eres justo conmigo, Don Gato. Siempre haces cosas que me dejan en blanco.
Creo que con todo esto es muy claro lo que debo hacer.
Debo buscarlo y disculparme.
Pero ahora le tengo miedo, si peleó con Julián y cualquiera que se le pusiera enfrente esta mañana… a mí me va a destrozar. Tiene un carácter muy bien guardado.
Miro mi pantalla cuando me llega un correo de Julián.
Sonrío al leerlo.
No pierdo tiempo y me levanto, organizando todo para volverlo loco mañana. Pienso ponerlo a trabajar tanto que no podrá pensar en otra cosa.
Tengo que confesar que trabajar sin él es totalmente diferente, se sintió en la oficina su ausencia con fuerza. Lo quería hacer yo todo, pero llegué a un momento donde necesitaba una mano, y ese tenía que ser Noah. Ya no podía confiarle mucho a Edith.
Suelto las carpetas en el escritorio del imprudente, este entorna los ojos cuando las ve.
──Por favor, no.
Ruedo los ojos.
──No te quejes, tienes que saber hacer esto ──digo──. Demuestra que aprendiste algo con tantos años con Sebastián al lado.
Hace un puchero, totalmente triste.
──Yo apenas y me sé la clave de mi propia cuenta del Facebook, no me haga esto.
──Noah, solo hazlo.
──Pero no sé.